¿SE NOS APAGAN LAS LÁMPARAS?
Jesús les contó esta parábola: El Reino de los cielos se
parece a diez vírgenes que tomaron sus lámpara y salieron al encuentro del
esposo..Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite, en
cambio las prudentes, se llevaron aceite con las lámparas. El esposo tardaba y
se quedaron dormidas...
ENTRA EN TU INTERIOR
Si nos fijamos en el evangelio de esta semana aparecen las
figuras: del esposo, de las diez vírgenes
que esperan, pero lo que más destaca es la luz, esa luz es más importante que las
muchachas que son portadores, y para que den luz las lámparas deben de tener
aceite, porque de él dependerá el poder acceder al gran banquete. Hoy en día
podríamos decir que necesitaríamos tener cargadas las baterías. ¿Cómo tenemos las reservas de “pilas”
- de aceite para nuestra lámpara?, ¿da
luz, o ésta está mortecina?, Nuestra
lámpara solo dependerá de nuestra responsabilidad, de la luz de nuestro
interior para iluminar nuestro entorno, y ello solo se puede conseguir con el
servicio. Nuestra lámpara no podrá arder con aceite prestado por el sacerdote,
catequista, etc.. Tampoco podemos dar sentido a la vida improvisando en un
instante, o de oídas, tan solo con la experiencia
de Dios, descubierto, reconocido y amado puede considerarse encendido nuestro
corazón, nuestro ser. Sería bueno que nos preguntáramos que tipo de aceite
alimenta nuestra luz, si nuestras pilas son alcalinas... sería bueno que
examinamos como alimentamos la intensidad de nuestra luz, de nuestras acciones,
de nuestro servicio a los demás, de las ocasiones que despreciamos para recargarnos,
difuminamos la luz, la disfrazamos en demasiadas ocasiones, ocultando el
sentido profundo de disponer nuestro caminar despiertos, y atentos, avanzando
con nuestras lámparas, aunque sean pequeñas y humildes, pero encendidas .
Encendamos pues las lámparas de nuestro corazón, y así lleno de luz nos
permitirá vivir la autentica alegría, a la vez que los que viven a nuestro
alrededor se verán también iluminados con nuestra fraternidad, caridad y
servicio, conociendo el gozo de la presencia del Novio esperado.
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