LA GRATUIDAD
ANTE LA GRANDIOSIDAD
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos a comer…notando que los invitados escogían los primeros puestos les propuso esta parábola: Cuando te inviten no te sientes en el puesto principal…para que no te digan “Cédele el puesto a este”…Todo el que se enaltece será humillado… cuando des una comida no invites a amigos, vecinos ricos…porque te corresponderán invitándote…
ENTRA EN TU INTERIOR
Vivimos en un mundo marcado por el afán de ser, de situarse, de querer estar sobre los demás, de competitividad y donde quien no aspira a más y a situarse por encima de los demás no se le valora. Las palabras de Jesús en el evangelio de este domingo acaba con el protocolo social frente al protocolo del buen cristiano: renunciar a destacar en un primer puesto para darse importancia, invitar a los que no nos pueden corresponder invitándonos, sentar en nuestra mesa a los que necesitan que les sirvamos… es decir nos desordena la dinámica y los comportamientos que en la sociedad se dan como “ normales “ y nos invita a ser sencillamente modestos y con humildad “diferentes”, nos aconseja a no buscar honores y prestigio ante los demás mediante la vanidad. La vanagloria no es más que el fruto de dos componentes, un adjetivo “vanus”-vacío- y un sustantivo ”gloría”-fama, honor o esplendor - ; es decir un verbo que nos lleva al vacío del corazón. Jesús nos propone vivir en la gratuidad, -sin buscar compensaciones -, no apoyando nuestras acciones en el poder sino en el servir con humildad. La verdadera humildad no se pregona se lleva en anonimato, pues ser humilde no es más que reconocer todo lo bueno que tienen los que nos rodean, y así es por lo que a las personas humildes se les reconoce fácilmente, aprecian a los demás y se les aprecia.
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