LUZ QUE IRRADIA
Y Jesús fue llevado al templo para cumplir con la ley de
Moisés. Cuando entraban, el anciano Simeón, lo reconoció, lo tomó en brazos
bendijo a Dios diciendo: ahora según tú
promesa, puedes dejar a tu siervo
irse en paz, porque mis ojos han visto al Salvador… luz para alumbrar a las
naciones…sus padres estaban admirados y Simeón los bendecía…
ENTRA EN TU INTERIOR
El texto del evangelista Lucas de este domingo tiene lugar
en Jerusalén, en el templo, centro de la fe judía y nos narra la Presentación de Jesús al Templo, llevado
en brazos por María junto a José, así como el encuentro con dos ancianos Simeón
y Ana que transcurren sus días de ancianidad a la sombra del templo de
Jerusalén, animados por el Espíritu, dóciles a su acción y sensibles a los
acontecimientos. Simeón va a recibir la más grata revelación al ver aquel
matrimonio llevando al niño a la consagración, toma al pequeño entre sus
brazos, bendice a Dios, sus ojos han visto al Salvador, ya puede irse en paz,
ha visto cumplido el objeto de su fe y esperanza, ha visto un tiempo nuevo que
empieza, ha visto la luz para alumbrar las naciones, Él es la luz de los
pueblos, de todos los hombres y ninguno está excluido de la luz de su amor. Hoy
celebramos la candelaria, porque Simeón vio en Jesús su luz, una gran luz. Ana es una anciana viuda, que no se apartaba
del templo, y no puede reprimir su alegría comunicando su gozo a todos, claro
ejemplo de trasmisión de la buena noticia que es Jesús. Ellos le esperaban sin desfallecer, miraron con
el corazón y le reconocieron. Que el Espíritu nos vaya iluminando, nos regale
la fe y nos indique donde poder reconocer el rostro del Señor en los hermanos.
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