LE CONOCEMOS PERO ...
¿LE
RE-CONOCEMOS?
Enseñaba Jesús en la
sinagoga y la multitud se preguntaba de donde le venía esa sabiduria, y dudaban
al preguntarse si no era el hijo del carpintero. Jesús les decía: No desprecian a un profeta
más que en su tierra. .. Y se extrañaba de su poca fe
ENTRA EN TU INTERIOR:
Los habitantes de Nazaret
no dan créditos a sus oídos ¿de dónde le viene esto que enseña? Si le conocemos
y conocemos a su familia. La sabiduría con la que habla, los signos que salen
de su vida, no parece estar en consonancia con lo que ellos conocen. Ahí está
el problema “con lo que ellos conocen”.
La novedad de Dios
siempre está más allá de lo conocido y de lo aparentemente “sabido”, más allá
de lo que esperábamos. Dios nos desconcierta, nos escandaliza... y esto a veces lleva a que falte la fe.
Muchas veces nos cuesta
mucho reconocer en quien es visto como “uno de nosotros” a uno que Dios ha
elegido y enviado. No nos es fácil reconocer el paso de Dios por nuestra vida,
especialmente cuando se reviste de “ropaje común”, como uno de nosotros, sin
lujos, sin boato.
Creemos conocer a Jesús
cuando en realidad sigue siendo el gran desconocido. Quien lo conoce con ojos
de fe no juzga por desde las apariencias. ¿Juzgo a mis hermanos por las
apariencias?
Jesús no pudo hacer
milagros en Nazaret porque faltaba fe. Y hoy ¿encuentra fe en mí?
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