ABBA, nuestro
Jesús estaba orando, cuando terminó uno de los discípulos le
dijo “Señor, enséñanos a orar”, Les dijo cuando oréis decid : Padre...
ENTRA EN TU INTERIOR
El Evangelio, nos invita a orar, a través de la oración que Jesús nos enseña a nosotros sus discípulos; a
pedir y llamar con insistencia, nos
anima a acercarnos al Corazón del Padre, que nos regala su amor y siempre está
disponible para lo que necesitemos. Como un buen Padre, Él está a la escucha de
nuestra oración, de nuestras necesidades.
La oración que nos enseña Jesús comienza con una palabra “Padre”.
Es la primera condición para que Dios escuche nuestra oración confiada. Que
acudamos a Él como el niño que está convencido del amor que su padre le tiene y
espera todo de Él.
Dios ya sabe lo que necesitamos...antes que se lo pidamos ya
está dispuesto a dar lo que le solicitamos. Somos nosotros que nos tenemos que auto
convencer de su amor. Debemos pues invocarlo desde la confianza como Padre mío,
nuestro que es. ¿Es de verdad nuestra oración, una conversación confiada con
Nuestro Padre o es solo una petición interesada?
Jesús nos enseña que hemos de pedir por todos y no pedir por mí. Que venga su
Reino para todos. El Reino de Dios es el de la paz, de la solidaridad, de la
fraternidad, de la comprensión, de la misericordia, del perdón....” Pedid y se
os dará, buscad y hallareis, porque quien pide recibe, quien busca encuentra”
¿Cuándo oramos y no recibimos la respuesta que esperamos,
pensamos que el silencio del Padre desafía nuestra fe?
Este es el punto esencial de toda oración sincera: aceptar
que se haga la voluntad de Dios en mi
vida. Porque esta aceptación supone que confiamos plenamente y nos ponemos en
sus manos.
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