CREEMOS EN TI
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban
los discípulos reunidos en casa con las puertas cerradas por miedo… Y entró
Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros…Se llenaron de alegría al ver
al Señor… Y les dijo: Paz a vosotros. Como mi Padre me ha enviado, así también
os envió yo y exhaló su aliento sobre ellos… Recibid el Espíritu Santo…Tomás no
estaba con ellos… si no veo no creo…
ENTRA EN TU INTERIOR
El evangelio de este domingo se le conoce por la
incredulidad personalizada en Tomás, aunque no quiere decir que fuera más
incrédulo que los demás discípulos, posiblemente Tomás no hubiera querido “ver
y tocar” para creer, si hubiera estado presente. Él necesita vivir su propia
experiencia para creer y Jesús no se lo reprocha en ningún momento y le invita
a no ser incrédulo sino creyente. «Ojos que no
ven corazón que no siente», dice el refrán, pero Jesús nos dice: Dichosos los que creen sin haber visto.
Jesús transforma en alegría el miedo de los discípulos, las
puertas de la casa están cerradas,- el temor les sobrepasa- pero Jesús entra en la casa de “su corazón” y
desde el centro del corazón les saluda “La paz a vosotros”. También este saludo
va dirigido a cada uno de nosotros, resonando en el centro de nuestra vida, en nuestro corazón, y desde ahí sentirnos
dichosos por nuestra fe sin ver. Cuando experimentamos alegría por un
acontecimiento nos gusta compartirlo. La paz del resucitado es una paz activa
que invita a comunicar la alegría recibida. “Así como el Padre me ha enviado,
así también os envío yo y exhaló su aliento sobre ellos”. También hoy se nos
invita a compartir nuestra alegría, nuestra fe. “Nuestra puerta” nuestra vida,
debe estar abierta hacia los demás. Seamos portadores de tu Paz en nuestro día
a día.
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