DOS PROTAGONISTAS
DOS ACTITUDES
DOS ESTILOS DE ORAR
A algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de
sí mismos y despreciaban a los demás, les dijo Jesús esta parábola. Dos hombres
subieron al tempo a orar, el fariseo daba gracias a Dios por no ser como los
demás… El publicano desde atrás pedía compasión por ser pecador…
ENTRA EN TU INTERIOR
Dos formas claramente peculiares de oración, dos estilos de
estar delante del Señor, dos actitudes de relación con Dios, dos personajes: un fariseo y un publicano,
dos protagonistas antagónicos. Un hombre se siente excelente y yerra en su
apreciación, mientras que el otro se siente pecador y falla por considerar que
Dios está lejos de él, - no se atreve a
levantar los ojos, se mantiene detrás-,
un pecador orgulloso que ora dándole gracias por no ser como los otros,
frente a un pecador humilde que ora para pedirle compasión, a diferencia de
quien se refugia en su imagen idealizada, el segundo reconoce su verdad. Un
Dios que siendo el mismo para ambos lo perciben diferente. Dios no está alejado
de ninguno de los dos y escucha sus oraciones. El fariseo ora para sí, en pie
tal vez para distanciarse de sus inferiores, tal vez para llamar la atención de
su estatus superior, la comparación le encumbra “dime de qué presumes y te diré
de qué careces”, así es el orgulloso fariseo. Por su parte, el publicano alude
a su vulnerabilidad, desde la humildad accede al templo a orar aunque queda en
la penumbra del segundo plano, reconoce la misericordia de Dios y le invoca
piedad y perdón. Así es el relato que nos presenta Lucas en el evangelio de
este domingo.
La parábola de Jesús nos ofrece una buena ocasión para
preguntarnos como es nuestra oración, nos ayuda a discernir los dos discursos y
tomar conciencia de nuestra propia realidad. ¿Cuándo finalizó mi oración que
experimento en mi corazón en el camino de regreso a casa?
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