jueves, 14 de agosto de 2014

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


La grandeza del Señor
Una grandeza diferente a la nuestra. No es una grandeza que explota, que se aprovecha, que minimiza y rebaja. Al contrario, es una grandeza que se fija en lo pequeño, en lo que no hace ruido, en lo insignificante, para darle relieve, para destacarlo, para potenciarlo. Dios eleva lo pequeño a lo grande no para darle el poder que le quite su encanto sino para demostrar que el auténtico poder, el que transforma el mundo, es el que se refleja, el que se manifiesta válido, con capacidad de transformarlo todo en algo bueno, está en los gestos de las personas sencillas que salen al encuentro de los otros, como María.
Ésa es la Asunción de María, ésa es la asunción a la que estamos llamados nosotros y que comienza ya ahora; porque cada vez que sonreímos, cada vez que tendemos nuestras manos, cada vez que aportamos gestos sencillos de vida, elevamos nuestra dignidad humana, crecemos y ayudamos a crecer. La Asunción de María nos asegura que es ése despegue el que nos eleva y nos elevará a la altura y a la hondura del Dios humano, del Dios de los sencillos, del Dios del amor.

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