Evangelio Lc.7,11-17
“ NO LLORES”
Camino de Naím, Jesús y sus discípulos se encontraron con
una viuda que iba llorando a enterrar a su único hijo. Jesús le dijo: No llores
y acercándose al ataúd, lo tocó y dijo: Muchacho, a ti te digo: levántate... Y
se lo entregó a su madre
ENTRA EN TU INTERIOR
La ternura, la sensibilidad y compasión de Jesús, hacen que descubra la tragedia
de la pobre viuda. El abatimiento de
aquella mujer, produce una reacción inmediata “No llores”. Jesús no puede ver a
nadie llorando sin sentirse conmovido. No lo piensa dos veces, se acerca,
detiene el entierro, le toca y le ordena “levántate” y se lo entrega a su
madre. ¿Que puesto ocupa la compasión en nuestra vida interior, espiritual, en
nuestro compromiso diario?
Con Jesús aprendemos a no quedar lejos del dolor y las
desgracias que afligen a la humanidad. Debemos ser capaces de compadecernos con
ternura del dolor ajeno. Fue esa compasión lo que llevó a Jesús a resucitar el
hijo de la viuda. El sufrimiento de los demás ¿Produce en nosotros la misma
compasión?
A ti te digo “Levántate”, la misma voz que todos esperamos oír
al final de la historia.
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