LA ALEGRIA POR REENCONTRAR LO PERDIDO
Jesús les contó estas parábolas: Si uno de vosotros tiene
cien ovejas y se le pierde una, ¿no va a buscarla hasta encontrarla?... Si una
mujer tiene diez monedas y pierde una ¿no enciende una lámpara, barre la casa y
busca con cuidado hasta encontrarla?... ¡Felicitadme, he encontrado la moneda
que se me había perdido...
ENTRA EN TU INTERIOR
En nuestra sociedad el perdón no goza de buena reputación.
Pedir perdón y perdonar de corazón son dos actitudes que en demasiada
frecuencia se considera como una debilidad de la personalidad. Dios nos desconcierta
con su gran misericordia. En este evangelio nos sorprende la gran alegría por
un “solo” pecador convertido, por una “sola” oveja perdida frente a las noventa
o bien por una “sola” moneda frente a las nueve restantes. La oveja o la moneda
perdida podemos ser cualquiera de nosotros, y hay una gran alegría en el cielo
por cada uno de nosotros, porque todos en algún momento nos hemos perdido o
sentido perdidos. Y es que cada uno de nosotros somos importantes para Dios
Padre, porque nos ama y nos quiere a su lado, porque es a su lado donde
encontramos la paz, la esperanza y el amor que necesitamos.
La alegría es compartida ya que estar a su lado regenera y
transforma nuestra vida.
Pero y nosotros ¿Participamos del gozo de Dios por los que
se acercan a escuchar a Jesús, o rechazamos el reencuentro que tienen con el
Padre?
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