CONOCER A JESUS Y RECONOCERLE POR LO QUE ES
Jesús empezó a enseñar en la sinagoga de su pueblo, y muchos
de ellos dudaban de su sabiduría…¿De dónde saca todo eso? ¿No es este el
carpintero, el hijo de María..?...
ENTRA EN TU INTERIOR
En el relato de esta semana Marcos nos habla de la humanidad
de Jesús, nos confirma que su humanidad no tiene privilegios y de ahí surge la
dificultad de los habitantes de Nazaret
en descubrir a Dios a quien se les muestra como humano sin prerrogativas El
evangelio de esta semana nos presenta a Jesús etiquetado, humillado por los que
miran sin ver y oyen sin escuchar. Cuantas veces nosotros caemos en el mismo
error de etiquetar o basar nuestro criterio solo por la apariencias- vemos solo
el papel en que está envuelto el verdadero “regalo”-, nos quedamos en lo
superfluo… Es siempre más fácil esperar cosas extraordinarias y espectaculares
mirando aspectos exteriores, “milagros” que nos prometen anuncios televisivos,
que aceptar signos cotidianos de solidaridad y fraternidad de nuestros vecinos.
Nos resulta sencillo “poner etiquetas”, pero a la vez nos cuesta quitarlas.
No es lo mismo conocer a Jesús que experimentar a Jesús,
saber de Dios que tener la experiencia de Dios, no es lo mismo lo que creemos
que conocemos que conocer desde la experiencia y no de la apariencia. ¿Me
esfuerzo en conocer a Jesús en profundidad o llevo una idea preconcebida de lo
oído? En su ciudad creen conocerle, se han hecho una idea de él desde niño, no
le acogen tal cual se presenta ante ellos pues están bloqueados por la imagen
que tienen de él. ¿Qué imagen tengo de Jesús? ¿ He actualizado la imagen o
tengo aun la imagen desde mi niñez, desde que estuve en catequesis de
comunión?. Cada día se nos presenta una nueva oportunidad de conocerle mejor,
de creer, y de crecer en la fe
Interioricemos ¿cómo reacciona Jesús? Él no se desanima, el
evangelio acaba diciendo: Y recorría los pueblos de alrededor enseñando” Un
buen ejemplo para cada uno de nosotros, un ejemplo a seguir cuando nos sentimos
derrotados, cuando hemos experimentado el fracaso aunque nos hemos esforzado
para transformar y nos hemos sentido rechazados. Si tomamos conciencia de
nuestra naturaleza como hijos de Dios y con la fuerza de Dios las adversidades
no harán mella para no seguir el camino y la misión que Dios nos ha
encomendado.
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