sábado, 12 de febrero de 2022

2022 AÑO C TIEMPO ORDINARIO VI

Campaña contra el hambre

 Hoy Jesús proclama las bienaventuranzas y según el evangelio de Lucas lo contrapone a los “ayes”: Ay de vosotros los ricos, los saciados, los que reis, … y bienaventurados los pobres, los que tenéis hambre, los que ahora lloráis. Y a esos los proclama dichosos, felices, bienaventurados.

El lugar de la felicidad es Dios, pero el lugar de Dios es la cruz, las infinitas cruces de los hombres. Por eso la pobreza, el hambre, el sufrimiento son acompañados siempre por Dios.

Jesús destaca solo dos grupos de personas: el de los pobres, que pasan hambre, lloran y son odiados; y el de los ricos, saciados y sonrientes, alabados por la gente. Al primero lo tratan mal, como a los antiguos profetas; al segundo bien, como a los falsos profetas.

Las Bienaventuranzas, con las veces que las hemos oído y meditado, nos siguen desconcertando. Es fácil imaginar el impacto en esos primeros oyentes. Dichosos los pobres, dichosos los que lloráis… Claro que Jesús se opuso a la injusticia y la marginación. Tampoco dejó la solución para el más allá. Esas contradicciones y contrastes son aldabonazos para hacernos pensar. ¿De verdad las riquezas nos van a hacer felices? ¿Es la desgracia la última palabra o importa más la actitud que adoptemos ante ella? La riqueza y la pobreza no es mala en sí, sino la actitud que adoptemos ante ella. (El fariseo rico Zaqueo que invitó a Jesús en su casa y después de esta experiencia repartió la mitad de sus bienes entre los pobres)

Jesús no dice sois bienaventurados porque habrá un revés, una alternancia, os haréis ricos. No. El plan de Dios es más profundo. El mundo no será mejorado por aquellos que han acumulado la mayor cantidad de dinero. El verdadero problema del mundo no es la pobreza, es la riqueza. Pobreza significa libertad del corazón de las posesiones; libertad como paz con las cosas, paz con la tierra, fuente de cualquier otra paz. El rico, en cambio, es un hombre siempre en guerra con los elementos, un violento, un usurpador, el primer sujeto del desorden en el mundo. No son los pobres los culpables del desorden, la pobreza no es el mal que hay que combatir; el mal que hay que combatir es la riqueza.

Mirad lo que sucede con los países ricos consumimos las fuentes de energía, no hay posibilidad de pan para todos, y la inmensa población mundial no tiene lo suficiente. Hay que declarar la lucha contra el hambre, ahora y siempre. Este año el lema de la campaña de manos unidas bien muy a propósito: “Nuestra indiferencia los condena al olvido”. Colaboremos con ellos para intentar paliar tanto dolor y tanta exclusión.

Las bienaventuranzas son el corazón del anuncio de Jesús: son la buena noticia de que Dios da vida a quien produce amor, Dios da alegría a quien construye la paz. En ellos está el principio de la curación del corazón, de modo que el corazón curado es el principio de la curación del mundo. 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario