2022 AÑO C TIEMPO ORDINARIO V
Curioso que la historia
de Jesús con sus discípulos empiece con las redes vacías, las barcas varadas en
la arena. No desde el templo, sino desde el lago de Generaset. El Señor nos
sale al encuentro y nos vuelve a elegir, como a los cuatro primeros, quizás
precisamente por esa debilidad que conocemos bien. Fingir que no tenemos
lesiones o una historia accidentada nos convierte en comediantes de la vida. Si
uno ha vivido, tiene heridas. Si uno es verdadero, tiene debilidades y crisis.
Y allí nos llega su voz: Echad las redes. Pedro, no hace caso
a las redes vacías y obedece a un sueño. Al darse cuenta de la pesca reconoce
que no es puro: Apártate de mí, que soy pecador. Sin embargo, el gran Pescador
no lo juzga, pero tampoco lo absuelve, sino que lo lleva a otro nivel, lejos
del esquema del pecado y hacia el paradigma del bien futuro: serás
pescador de hombres.
No tengamos miedo al
vacío de ayer, sino preocupémonos el posible bien de mañana. Jesús levanta, da
confianza, consuela la vida y luego la empuja hacia algo más: desde
ahora serás... y es la vida la que vuelve a empezar.
Nadie está sin talentos,
sin barca, al menos una balsa. Y Jesús también se sube a mi barca. Se sube a la
barca de mi vida que está vacía, que he varado a tierra, que cuando está en
alta mar se balancea temerosa, y me ruega que me vaya con lo poco que tengo,
con lo poco que sé hacer, y me confía un nuevo mar.
El milagro no está en
la extraordinaria pesca y las barcas llenas de pescado; no está en las barcas
abandonadas en la orilla, todavía cargadas con su pequeño tesoro. El gran
milagro es que Jesús no se deja impresionar por mis defectos, no tiene miedo de
mi pecado, y en cambio quiere subirse a mi barca, ser mi huésped más que mi
señor.
Y, habiendo abandonado
todo, lo siguieron. Tenían trabajo, una pequeña empresa pesquera, una familia,
salud, el Libro de la Ley y la sinagoga, todo lo que necesitaban para vivir.
Sin embargo, algo les faltaba. Y no era una moral más noble, ni doctrinas más
altas. Faltaba un sueño. Jesús es el guardián de los sueños de la humanidad. Nos
ofrece el sueño de nuevos cielos y una nueva tierra, donde todos somos hermanos,
una vida indestructible y feliz. Amén
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