miércoles, 3 de septiembre de 2025


 

2025 Meditación eucarística:

El rey y sus cuatro esposas

 En la presencia viva de Jesús Sacramentado, hagamos una pausa profunda en nuestro interior. El Señor quiere hablarnos al corazón, para recordarnos lo que verdaderamente importa. Porque él nos ama con un amor eterno, y nos invita a recordar que esta vida es breve, que todo pasa. Por eso valoremos lo mejor que tenemos, nuestra fuerza interior y su amor gratuito a todos. Escuchemos esta interesante historia

El rey y sus cuatro esposas: Había una vez un rey que tenía cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás, la adornaba con costosos vestidos y la complacía con las delicadezas más finas. Solo le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.

La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca. Sin embargo, él no amaba a su primera esposa, y aunque ella le amaba profundamente, apenas se fijaba en ella.

Un día, el rey enfermó y se dio cuenta que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló: Ahora tengo cuatro esposas conmigo, pero cuando muera... ¡estaré solo! Así que le preguntó a su cuarta esposa:

- Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?

- ¡Ni pensarlo! contestó la cuarta esposa, y se alejó sin decir más palabras.

Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso. El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa:

- Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?

- ¡No! Contestó rotunamente su tercera esposa. ¡La vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras, pienso volver a casarme!

Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío. Entonces preguntó a su segunda esposa:

- Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?

- ¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez! Contestó la segunda esposa. Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte.

Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey. Entonces ya muy abatido escuchó una voz:

- Me iré contigo y te seguiré donde sea que tú vayas. El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: ¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!

Señor Jesús que dura es la vida porque en realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas. Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuánto tiempo y esfuerzo invertimos en hacerlo lucir bien, nos dejará al morir. Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Al morir, irán a parar a otros. Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuánto nos hayan sido de apoyo aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro. Y nuestra primera esposa es el espíritu, frecuentemente se le ignora en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará donde quiera que vayamos.

Así que..., ¡Cultivémosla, fortalezcámosla y cuidémosla ahora! Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo. Señor ayúdanos a dejarla brillar, que nuestra alma sea el reflejo de tu inmenso amor sobre cada uno de nosotros. Amén

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