LA NECESIDAD DE COHERENCIA ENTRE
LA PALABRA Y LA ACCIÓN
Un hombre tenía dos hijos, Se le acercó al
primero y le dijo “Hijo, ve a trabajar a la viña” Él le contestó: no voy, pero
después se arrepintió y fue. Al segundo le dijo lo mismo, él le contestó: voy
señor, pero no fue. ¿Quién de los dos cumplió la voluntad del padre?
ENTRA EN TU INTERIOR
La parábola del dueño de la viña y sus dos
hijos, nos ubica en una situación demasiadas veces vista en nuestras vidas. Nos
recuerda que a menudo olvidamos la palabra dada, y las promesas resultan
vacías. Cuantas veces tras un no, hemos cambiado de forma espontanea a un si, y
nos hemos comprometido. Pero también es verdad que en ciertas ocasiones las
buenas intenciones iniciales se traducen en unas palabras y un compromiso que
se lleva el viento. El Padre envía a sus
dos hijos a la viña, pero la respuesta de los dos resulta ambigua, aunque el
primero fue al trabajo no actuó coherentemente.
Por el bautismo somos hijos de Dios, pero ¿cuántas
veces tras escuchar las propuestas de Nuestro Padre actuamos como Hijos suyos?
¿Nuestro si, es un SI coherente con nuestro interior, o una máscara fácil de
poner y quitar?
¿Nuestro compromiso, nuestra fe es solo de
fin de semana, y el resto actuamos de espaldas al Padre?
María dijo SI al plan del Padre y se mantuvo
firme, pidamos su intercesión para ser consecuentes con nuestro si, con nuestro
compromiso al Padre.
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