domingo, 12 de agosto de 2018


ALIMENTA NUESTRO CORAZÓN CON TU PAN
Los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo", y decían: "No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?" Jesús tomó la palabra y les dijo: "No critiquéis…
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida.  Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."
ENTRA EN TU INTERIOR
En las primeras líneas del Evangelio, Jesús toma la palabra y les dice a los judíos que murmuraban “No critiquéis…”. También en demasiadas ocasiones estamos tan seguros de saber que… o conocemos muy bien el…, que no permitimos ningún tipo de aclaración, o conocimiento, de tal manera que murmuramos o criticamos catalogando a los que nos rodean según sean sus criterios iguales o muy parecidos a los nuestros. Es decir no les dejamos vivir.
Jesús nos habla que necesitamos nutrirnos, alimentarnos…, para así tener vida, vida eterna, autentica - por que vivir es más que respirar, más que dejar transcurrir el tiempo sin ningún tipo de implicación -. Para ello necesitamos del alimento básico – el pan -, pero no cualquier pan, necesitamos el Pan que alimenta nuestro corazón, para tener vida plena.  ¿Dónde encontrarlo, donde buscarlo? “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, el que come de este pan vivirá para siempre”. Jesús es el alimento de la verdadera vida. Alimentados por Él, por su palabra, cuando nos hacemos pan partido y repartido, dejamos de tener una vida en minúscula para hacernos Uno con Él. Nos nutrimos de Él.  En su pan hallamos la vida entregada hasta el extremo, Amor que nos humaniza, que nos acerca a Dios, nos aproxima al hermano, que nos llena de energía, de la alegría y del sentido de vivir. Jesús se presenta a sí mismo como el pan vivo bajado del cielo, cuya fuerza de vida, da vida a quien lo acoge con fe y lo reconoce como enviado e Hijo de Dios. En Él encontramos la fuerza que necesitamos para vivir en el Amor.


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