2020 AÑO B TIEMPO DE ADVIENTO I
El Adviento es tiempo de preparación para la Navidad. Recordamos que Dios se encarnó en Jesús de Nazaret y por eso se llamó Enmanuel: “Dios con nosotros”. Dios no tiene tiempos. Es presente eterno. Nosotros llamados a vivir esta realidad, aunque nos cueste vivirlo. No dejemos pasar la oportunidad para revisar nuestro estilo de vida.
El Adviento es como una puerta que se abre, un
horizonte que se ensancha, una grieta en el techo, un puñado de luz. No para deslumbrarnos, sino para despertarnos. Empujar
hacia arriba siempre.
Isaías lucha, en nuestro nombre, contra el retraso
de Dios: vuelve por amor a tus siervos... que se abran los cielos y desciende. No es el ser humano el que tiene que subir
al cielo, es el Señor el que desciende, él viene por todos los caminos, un
peregrino sin hogar que lo busca dentro de mí. Isaías le pide a Dios que se
vuelva hacia nosotros: regresar, desgarrar los cielos, descender: convertirse a
sus criaturas.
El Adviento no solo pretende recordar la venida del
Señor, sino también prepararnos para el encuentro final con Él. Al hablar del
fin del mundo, acontecerá en nuestra propia muerte. Hay que esperar ese momento
con paz y serenidad, porque precisamente entonces Dios se nos hará más presente
que nunca. Dios nos acogerá con un amor como no hay otro, nos abrazará para no
soltarnos nunca de sus manos.
"Las
cosas más importantes no son para ser buscadas, son para ser esperadas"
(S. Weil). A nosotros nos parece poco, porque queremos ser activos, hacer cosas,
construir, determinar eventos. En cambio, Dios no se conquista, sino que se espera,
se acoge. En el Evangelio de este domingo Jesús no se cansa de repetir el
estribillo con dos actitudes: estar atentos
y vigilantes.
- La atención
tiene la misma raíz que la espera: es una actitud... Todos hemos conocido días opacos; momentos de vida
distraída, hacer una cosa y tener la cabeza en otro sitio; conocer a una
persona y no recordar el color de sus ojos; caminar por la tierra y pisotear
los tesoros de su belleza. Distraídos. El
amor es atención. La atención es ya una forma de oración, y es la gramática
elemental la que salva mi vida interior.
- La segunda
actitud: Vigilar. No permitas que nadie se duerma o te compre. Vigila los
primeros pasos de la paz, de la luz del amanecer, o al final del túnel de esta
pandemia. Vigila y vigila todos los brotes,
todo lo que nace y brota trae una caricia y una palabra de Dios.
El camino que nosotros estamos llamados a recorrer
en este tiempo de adviento y siempre es Hablar,
saber, hacer:
Hablar
palabras positivas, palabras de reconciliación, palabras que unan y no dividan.
Saber
que
todos somos hijos de Dios, que Dios ama a todos con todo su amor, y quiere para
cada uno un presente y un futuro lleno de vida.
Y
hacer, o sea cuidar unos de otros, cuidar la tierra que
nos sustenta, cuidar de los más necesitados.
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