sábado, 28 de noviembre de 2020

2020 AÑO B TIEMPO DE ADVIENTO I

El Adviento es tiempo de preparación para la Navidad. Recordamos que Dios se encarnó en Jesús de Nazaret y por eso se llamó Enmanuel: “Dios con nosotros”. Dios no tiene tiempos. Es presente eterno. Nosotros llamados a vivir esta realidad, aunque nos cueste vivirlo. No dejemos pasar la oportunidad para revisar nuestro estilo de vida.

El Adviento es como una puerta que se abre, un horizonte que se ensancha, una grieta en el techo, un puñado de luz. No para deslumbrarnos, sino para despertarnos. Empujar hacia arriba siempre.

Isaías lucha, en nuestro nombre, contra el retraso de Dios: vuelve por amor a tus siervos... que se abran los cielos y desciende. No es el ser humano el que tiene que subir al cielo, es el Señor el que desciende, él viene por todos los caminos, un peregrino sin hogar que lo busca dentro de mí. Isaías le pide a Dios que se vuelva hacia nosotros: regresar, desgarrar los cielos, descender: convertirse a sus criaturas.

El Adviento no solo pretende recordar la venida del Señor, sino también prepararnos para el encuentro final con Él. Al hablar del fin del mundo, acontecerá en nuestra propia muerte. Hay que esperar ese momento con paz y serenidad, porque precisamente entonces Dios se nos hará más presente que nunca. Dios nos acogerá con un amor como no hay otro, nos abrazará para no soltarnos nunca de sus manos.

"Las cosas más importantes no son para ser buscadas, son para ser esperadas" (S. Weil). A nosotros nos parece poco, porque queremos ser activos, hacer cosas, construir, determinar eventos. En cambio, Dios no se conquista, sino que se espera, se acoge. En el Evangelio de este domingo Jesús no se cansa de repetir el estribillo con dos actitudes: estar atentos y vigilantes.

- La atención tiene la misma raíz que la espera: es una actitud... Todos hemos conocido días opacos; momentos de vida distraída, hacer una cosa y tener la cabeza en otro sitio; conocer a una persona y no recordar el color de sus ojos; caminar por la tierra y pisotear los tesoros de su belleza. Distraídos. El amor es atención. La atención es ya una forma de oración, y es la gramática elemental la que salva mi vida interior.

- La segunda actitud: Vigilar. No permitas que nadie se duerma o te compre. Vigila los primeros pasos de la paz, de la luz del amanecer, o al final del túnel de esta pandemia. Vigila y vigila todos los brotes, todo lo que nace y brota trae una caricia y una palabra de Dios.

El camino que nosotros estamos llamados a recorrer en este tiempo de adviento y siempre es Hablar, saber, hacer:

Hablar palabras positivas, palabras de reconciliación, palabras que unan y no dividan.

Saber que todos somos hijos de Dios, que Dios ama a todos con todo su amor, y quiere para cada uno un presente y un futuro lleno de vida.

Y hacer, o sea cuidar unos de otros, cuidar la tierra que nos sustenta, cuidar de los más necesitados. 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario