MEDITACIÓN EUCARISTICA: ESCONDER LA FELICIDAD
En el principio de los tiempos, se reunieron varios
demonios para hacer una maldad. Uno de ellos dijo: "Debemos quitarles algo
a los hombres, pero, ¿qué les quitamos?".
Después de mucho pensar uno dijo: "¡Ya sé!,
vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para
que no la puedan encontrar". Propuso el primero: "Vamos a esconderla
en la cima del monte más alto del mundo", a lo que inmediatamente repuso
otro: "No, recuerda que tienen fuerza. Alguna vez, alguien puede subir y
encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está".
Luego propuso otro: "Entonces vamos a
esconderla en el fondo del mar", y otro contestó: "No, recuerda que
tienen curiosidad. Alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar
y entonces la encontrará".
Uno más dijo: "Escondámosla en un planeta
lejano a la Tierra". Y le dijeron: "No, recuerda que tienen
inteligencia y un día, alguien construirá una nave en la que pueda viajar a
otros planetas y la descubrirá, y entonces todos tendrán felicidad".
El último de ellos era un demonio que había
permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de
los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: "Creo saber donde
ponerla para que realmente nunca la encuentren".
Todos se giraron asombrados y preguntaron al mismo
tiempo: "¿Dónde?". El demonio respondió: "La esconderemos dentro
de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la
encontrarán".
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido
así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva
consigo.
En esta tarde
Señor sacramentado, queremos meditar sobre la felicidad, no cualquiera sino
aquella que tú quieres, aquella que desde la creación Dios colocó en nuestros
corazones. Podemos concluir que la felicidad es una actitud que podemos asumir
conscientemente, una decisión que tomamos como personas. La felicidad es una
cualidad del hecho de estar en armonía con uno mismo, con los demás y con Dios;
un sentimiento que en vez de buscar debemos saber vivir y disfrutar. La
felicidad es un estado emocional y, como tal, viene de dentro. Esto no lo
debemos dudar nunca. Hay muchas circunstancias en la vida, pero uno puede ser
feliz sencillamente estando con uno mismo, sin tener necesidad de nada más.
Hay muchas
cosas que consiguen acercarnos a la felicidad. Hay muchas de ellas que provienen
del exterior: la vida con la pareja, tener una gran familia con quien compartir
buenos momentos, sacar buenas notas en la universidad, trabajar en lo que me
gusta, tener buenas y bonitas amistades, etc… y seguro que muchas más.
Ya sea a nivel
personal, familiar o de trabajo, cuando uno piensa y hace lo que siente puede llegar
a ser feliz.
Aprendamos de
Jesús, Él siempre prefiere la salud, la integración, el bienestar, la
liberación de otras personas que implica la recuperación de una dignidad
injustamente arrebatada. Jesús parece ser feliz cuando puede hacer felices a
otros. En esta actividad desarrolla sus potencialidades y va realizando sus
objetivos existenciales y religiosos.
La generosidad
beneficia a la misma persona generosa. El amor y la fe redundan en quien ama y
cree. El desbordamiento sin cálculos deja desbordado al propio actor.
Cuando aquella
mujer derrama el perfume de nardo en los pies de Jesús y su aroma impregnó toda
la casa, hizo con su gesto generoso y gratuito que Jesús disfrutara del momento
y sus pies impregnados del perfume y los cabellos de la mujer, anticipan la
felicidad plena de la Pascua. El relato presenta una nueva modalidad de acceder
a la felicidad. Si yo te hago feliz, yo soy feliz.
Enséñanos
Señor a hacer felices a los demás y ahí en el servicio descubriremos el secreto
de la felicidad y de la vida.
Este se
descubre poco a poco, avanzando y recorriendo el camino de la felicidad. Iremos
avanzando hacía el sitio dónde queremos, algo que seguro que nos va a hacer
felices… tanto si llegamos a buen puerto como si no, al menos habremos
disfrutado del proceso.
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