2022
AÑO C SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ
El ángel le anuncia: “No temas José, porque la
concepción de tu esposa viene del espíritu Santo”. José cree y asume la misión que Dios le asigna: "Tú le pondrás
por nombre Jesús". Con la fe viene una vocación, un cometido. José
cumplirá la misión de ser esposo de María y padre terrenal de Jesús. Lo
cumplirá perfectamente con gran humildad,
con gran sencillez.
También Dios Padre nos ha confiado el ser custodio
el uno del otro, custodios de la familia, custodios de los amigos, custodios de
la humanidad.
El Evangelio habla poco de José, nos dice solamente
que era Justo, por lo que actúa en
docilidad y obediencia. Respeta a
María y actúa con prudencia y cuando todo se aclara, acepta el plan de Dios y confía. No se queja.
Simplemente dice sí. Todo ello está impregnado
de amor. Un amor enamorado y
apasionado hacia María, purificado en
la duda y el dolor. Y un amor entregado, que le permitirá que ya
no viva para sí mismo, sino para el plan de Dios sobre los hombres.
José de Nazaret, es un hombre capaz de soñar, de custodiar y llevar adelante
el sueño de Dios. Como dice el Papa
Francisco, un ejemplo para todos y de forma particular para los jóvenes, a los
cuales enseña a no perder nunca “la capacidad de soñar, de
arriesgar y de asumir tareas difíciles”.
El Papa habla de José como el guardián de las debilidades. El hombre escondido, hombre del silencio,
hombre que hace de padre adoptivo; que tiene la autoridad con Jesús, pero sin
hacerla ver.
A él, a su corazón, Dios confía cosas débiles: de hecho, una promesa es débil, así como es débil un niño, pero también una joven
de la que él tuvo una sospecha. Debilidades
que experimentará en el nacimiento
del niño, en la huida a Egipto, en
el trabajo cotidiano.
Quisiera felicitar de modo particular hoy a los padres, a los que ejercen de
padres y custodios de los demás. En la cultura actual es una figura un
tanto desaparecida, como muy difuminada
y va predominando la idea de liberarse de su tutela, romper con lo que él representa, para ser libres. La paternidad es
un elemento fundamental para nuestra vida. Por eso me gustaría felicitar hoy a
quienes el Señor os ha dado la vocación de padres como san José.
Pidamos al Señor que nos bendiga, nos conserve y nos
confirme en la fe. Que podamos vivir con
gozo la misión que nos ha confiado de ser custodios los unos de los otros.
Se lo pedimos hoy al Señor por intercesión de san
José y de su esposa la Virgen María. Amén.
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