La infinita
Misericordia de Dios
(21 marzo de 2015)
Queridos hermanas y hermanos, estamos reunidos en la
presencia del Señor para hacer medio día de retiro. El término “retiro”
tiene muchos significados pero quiero destacar por lo menos dos.
v Primero: Es un lugar
tranquilo y apartado.
v Segundo: Abandonar
una ocupación habitual / irse a descansar.
v Hermanos, muchas
veces entendemos e interpretamos las cosas como queremos según nuestro interés.
Hacer / participar en un retiro no significa escuchar una charla y tampoco
llenar nuestra mente con las informaciones o ideas. Si queremos hacer este retiro,
en modo significativo, tenemos que vaciarnos de nuestras ideas y nuestros
pensamientos. Esto es uno de los prerrequisitos necesarios para hacer un paso
más hacia el Señor que nos llama al encuentro personal.
v Nadie pone un
remiendo de paño sin cardar a un vestido viejo, porque lo añadido tira del
vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en odres
viejos porque los odres revientan, el vino se derrama, y los odres se
estropean; sino que el vino nuevo se echa en odres nuevos, así ambos se
conservan
(Mt.9,16-17).
v ¿Sabéis dónde hay un
lugar tranquilo? Si vamos a buscarlo en el mundo entero, estoy seguro que no lo
encontraremos. ¿Y eso…?
v Esto no significa que
no haya un lugar tranquilo. Sí hay…dentro de cada uno pero os digo que no es
fácil encontrarlo y tampoco imposible.
v Si quiero ver las
cosas en un lago, puedo hacerlo solo cuando el agua está calma y no hace
viento. En el mismo modo, por la ayuda del Señor y por nuestro compromiso
podemos llegar a un lugar tranquilo que es nuestro corazón liberándose poquito
a poco de aquello que nos inquieta.
v Si uno no sabe y no
se da cuenta de lo que está dentro, pero con su buena voluntad quiere trabajar
e intenta con sus capacidades hacer un camino… sería un fracaso. Porque sin el
fundamento, no puede construir nada. Si lo hace, va a arruinarlo todo.
v Entonces, guiados por
el Espíritu Santo a través un silencio profundo, la oración contemplativa y la
meditación constante, uno puede convertir su corazón en un lugar de serenidad y
de paz.
v Como sabéis que el
corazón es el espejo que refleja claramente el estado de nuestra alma en
relación con Dios, con los demás y con las cosas a gusto y a disgusto.
v Ahora, vamos a hacer
una pequeña meditación, intentando relajarnos, pacificarnos, en cuanto sea posible.
¡Ojo! Están los demonios y sus ángeles (sentimientos perversos, pensamientos malos)
a tu lado vigilando cada oportunidad para molestarte o distraerte.
v Sí, somos débiles e
infieles a nuestros compromisos cristianos en la familia y la sociedad. Tenemos
mil límites. A pesar de todo esto, el Señor ha sido y será misericordioso con
nosotros. Porque Nuestro Dios nunca se deja de ser lo que es. Este es el
mensaje que la Pascua nos trae…el mensaje de la infinita Misericordia de Dios.
v No os preocupéis, el
Señor os asistirá. “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pediréis lo que queréis y os sucederá (Jn.15, 7).
Queridos hermanos, estamos a aquí reunidos en el nombre
del Señor para prepararnos interiormente para que hagamos el camino junto a
Jesús hacía Jerusalén. El lugar a donde todas las promesas de Dios van a ser
cumplidas para la Salvación de la creación entera. El tiempo de cuaresma es el
tiempo de Gracia, el tiempo de reconocimiento, el tiempo de renovación, el
tiempo de conversión. Si estamos de acuerdo con esta orientación espiritual, como
creyentes en Jesús, no es justo ser espectadores de lo que vamos a celebrar en
la semana Santa sino asociarnos íntimamente a Jesús para que la Pascua de
Cristo sea también nuestra pascua…
En primer lugar imitando a Jesús, hay que dejarnos
completamente en las manos de Dios para que aprendamos de su infinita misericordia.
Este acto de entregarnos a Dios implica necesariamente la confianza total. Esto
es el mensaje de la Salvación que Jesús nos comunica a través de su pasión y su
muerte.
v La
celebración de Pascua siempre extiende una invitación a toda la humanidad para
reconocer la bondad de su amor y su misericordia.
v ¿Por
qué Dios quiere que reconozcamos su amor y su misericordia?
v Si
no me equivoco, al reconocer la riqueza de su amor y su misericordia hacia a cada
uno de nosotros y a los demás, nos despierta de la cultura de indiferencia e
incredulidad para abrirnos hacia la plenitud de la vida.
v Quiero
aplicar este proceso de incubación. Cuando un huevo se rompe desde dentro, nace
la vida, si lo que se rompe es desde fuera, destruye la vida. Es decir, el
cambio, la conversión y la transformación provienen de una experiencia profunda
con Dios. Cualquier cambio o transformación que nace del encuentro personal con
Jesús, toma la posesión de su ser y actúa con convicción para que la gracia
fructifique en abundancia.
v Así,
empiezo a ver las cosas y las realidades de un modo distinto. Es decir, ver las
cosas y las personas con el sentimiento de Jesús. Por eso, san Pablo nos
exhorta, “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo”
(Fil. 2,5).
v Esto
es la base imprescindible para que uno pueda hacer un camino de vida humana y
espiritual. Pues sí, podemos afirmar con Karl Rahner que no hay espiritualidad
cristiana donde no está implicada la propia experiencia humana y la propia
vida.
v La
espiritualidad cristiana y la vida normal se compenetran, se promueven
recíprocamente. Entonces, una verdadera espiritualidad siempre tiene una
atención profunda hacia la humanidad. Pero, cuando una espiritualidad excluye
la humanidad, cesa de ser una espiritualidad auténtica. De hecho, la
espiritualidad, lanzada por Jesús, abraza la dignidad humana a toda costa y por
eso a Él le costó su vida. Este es el precio que Él pagó para inaugurar el
Reino de Dios entre nosotros.
v La
lucha de Cristo es para una nueva espiritualidad integrante en la cual prevalece
la misericordia y el amor. Hay muchos ejemplos en el Evangelio.
v Id,
pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no
sacrificios (Mt. 9, 13). Es decir, Dios prefiere el sentimiento interior de un
corazón sincero y compasivo a la exterior de la ley.
v Jesús,
al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y
abatidos como ovejas que no tienen pastor (Mt.9,36).
v Venid
a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré… aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas (Mt. 11,28-29).
v Dejad
que ambos (el trigo y la cizaña) crezcan juntos hasta la siega (Mt. 13,30)
v Al
desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos…
No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.
v Jesús
subió al monte y llamó a los que Él quiso; para que estuvieran con él, y para
enviarlos a predicar (Mc. 3,13).
v Todo lo que ocurre en la semana Santa es una
manifestación completa del amor de Dios. Como bautizados, ante todo, tenemos
que contemplar con una mirada del Espíritu Santo. Porque Él penetra a la
profundidad del misterio divino y nos hace capaces de asimilarlo gradualmente.
v El
proceso de asimilación es un proceso de confrontación. En este proceso cada uno
decide dejar libremente la conducta del demonio. Estoy seguro que no será
fácil. Sin embargo, estamos invitados a fiarnos en la ayuda del Señor.
v Yo
soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en mí y yo en él dará
mucho fruto; pues sin mí podéis hacer nada (Jn.15,5). Porque para Él todo es
posible.
v Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. ¿Qué significa ser misericordioso? Ser misericordioso el
fruto de nuestra comunión con Jesús.
v En
un primer lugar, escuchar al otro sin prejuicio y en segundo lugar,
comprenderlo. Estos dos pasos son importantes para que él/ella se sienta
escuchado/a y comprendido/a. Esta experiencia lo/la empuja con cariño a abrirse
hacia la gracia. Donde hay gracia, está Jesús; donde está Jesús, hay
misericordia y amor.
v Ser
misericordioso implica también sentirse la necesitad del otro como fuera mía y
ayudar en la medida posible para que él / ella se sienta acogido/a; atendido/a;
y amado/a (Lc. 10,25-37)
v Esto
tipo de acontecimiento es un acto de gracia que nosotros podemos seguir. Aquí
la Palabra de Dios se encarna. Es que “a dónde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia” (Rom.5, 20). San Pedro dice que Dios nos mandó a
su único Hijo cuando éramos pecadores. Entonces,
está claro que la gracia es la gracia en cuanto no la merecemos.
v La
gracia sabe todo y hace todo para que todo el mundo obtenga la vida en
abundancia.
v El
misterio pascual no solo nos libra del pecado sino nos llena con la gracia y la
verdad (Jn.1, 17).
La Pascua nos hace capaces de convertirnos
como los testigos de su amor y su misericordia. Esto sería… en cuanto miramos
con la mirada de Dios; escuchamos con los oídos de Dios; acercamos a los demás
con cariño y con compasión; compartimos generosamente lo que tenemos con los
necesitados. (2Pet.1, 3-11).
Señor Jesús, hazme adquirir un corazón
nuevo. lléname con tu sabiduría, tu amor y tu misericordia. Por su gracia hazme
saborear los valores del Evangelio en mi cotidianidad y anunciar con alegría
que tú estás conmigo. Confiando en ti, me siento fuerte y tengo la ilusión de transformar
mi vida según tu voluntad, para crear una amistad buena con todos, en modo
particular con quienes mi corazón no está en paz. Porque la paz es la gracia de
tu Pascua. Amén.
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