2021 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:
GUSANOS Y MARIPOSA
Una tarde más
nos encontramos con Jesús en el santísimo sacramento. La vida rueda y rueda,
sigue su andadura sin descanso. Y la vida viene como viene, con momento felices
e interesantes y momentos de esfuerzo, de lucha y sacrificio y muchas veces nos
preguntamos de donde sacamos las fuerzas para continuar. Nos preguntamos a
veces cuando vemos alguien que se mantiene fuerte en sus luchas a pesar de los
problemas que se acumulan y a los que tiene que hacer frente, que es capaz de
estar siempre con nuevas iniciativas buscando cómo hacer para ayudar a los
demás, o que parece incansable en medio de todas las tareas que ha asumido con
responsabilidad comprometido siempre por lo bueno y por lo justo. Nos damos
cuenta de que no es solo una fachada exterior ni un activismo superficial lo
que lo guía, sino que descubrimos una profundidad, un sentido hondo en todo
aquello por lo que está comprometido y que es la fuerza para todo lo que hace.
Terminamos por reconocer que hay en esas personas una fuerza interior que es
como el motor de su vida. Suelen ser personas de una vida interior profunda;
personas reflexivas, pero no concentradas en sí mismas; personas con raíces
hondas, con principios muy claros sobre lo que quieren y por lo que trabajan;
personas de espíritu fuerte, porque tienen una espiritualidad bien anclada en
aquello que nunca les va a fallar.
La historia de
los dos gusanos nos puede ayudar a entender:
Dos gusanos vivían en un árbol frondoso. En un
momento dado, uno de ellos, movido por un fuerte impulso interior, comenzó a
encerrarse en un capullo de seda. Hasta ese momento los dos habían sido grandes
amigos.
- ¿Qué estás haciendo? –gritó espantado su
compañero, que era más reflexivo y prudente– ¡vas a aislarte del árbol! ¿Y las
jugosas hojas que estás dejando? ¿Y los nuevos brotes del tallo central? ¡No
podrás comer ni moverte por el árbol si te encierras ahí!
Dado que su compañero no respondía, el “prudente”
decidió buscar apoyo moral en los demás gusanos y trajo unos cuantos, junto al
capullo de seda, que ya estaba por terminarse.
- ¡No cierres aún, espera! Y escuchó al coro de
gusanos que decía: “Mira lo que dejas, mira lo que dejas…” pero él, se encerró
tras la seda, pues el impulso era muy fuerte y no podía explicarlo. Los gusanos
se quedaron mirando la cápsula de seda y pasaron toda la tarde comentando el
suceso. “Se volvió loco”, decían. “¡Qué aburrida debe ser la vida ahí
adentro!”, y “¡mira lo que se está perdiendo!, ¿a quién le cabe en la cabeza
despreciar un árbol tan frondoso?…
Después de un tiempo encontraron el capullo roto y
vacío. No supieron qué pensar, así que decidieron mantener sus opiniones y
seguir mascando hojas y ramitas sin volver a tocar el tema del capullo de seda.
Mientras tanto, una mariposa hermosísima se alejaba del árbol volando hacia el
atardecer.
Necesitamos
personas así en nuestra vida que nos estimulen a que nosotros también deseemos
esa vida interior que será la que nos dará fuerza, la que nos despertará de
nuestros letargos y rutinas, la que será fuerza en nuestros cansancios y
agobios que nos va presentando la vida. Necesitamos ser esas personas de
profunda vida interior que nos aleje de tantas superficialidades a las que nos
sentimos tentados; necesitamos forjar una verdadera espiritualidad en nosotros.
Todo eso el
auténtico creyente lo va encontrando en Dios; todo eso el verdadero cristiano
que no lo es solo de nombre lo ha encontrado en Jesús. Por ahí ha de ir nuestra
vida interior, nuestra espiritualidad profunda que nos dará sentido y fuerza
para nuestra tarea, para nuestra lucha de cada día, para el desarrollo de
nuestras responsabilidades, para ese compromiso que como cristianos hemos de
vivir. Es nuestra espiritualidad cristiana bien anclada en la vivencia profunda
de la presencia de Jesús en nuestra vida.
‘Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré…y encontraréis
vuestro descanso...’ Es nuestro descanso y es nuestra fuerza, es nuestra vida y
es nuestra razón de ser. Con Cristo en nosotros no habrá cansancios ni
abandonos; con Cristo a nuestro lado nuestro deseo será amar con su mismo amor.
Tenemos que vivir
la fidelidad y el amor a uno mismo y a Dios en el plan que él mismo soñó desde
siempre para cada uno de nosotros. ¿Qué importa ir contra la corriente? Amén.
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