jueves, 30 de septiembre de 2021
miércoles, 29 de septiembre de 2021
2021 septiembre, ADORACION EUCARISTICA:
LA CIUDAD DE
LOS POZOS
Delante de Ti Jesús eucaristía nos presentamos sin nada y sin valor, pues tu eres el único que puedes darnos forma y sobre todo dar sentido a nuestra vida. Es importante que reflexionemos sobre nuestra vida y como el sentido último está en el interior y no en la superficie, en lo que aparece. Lo importante es lo que no se ve.
Escuchemos este bonito cuento: La Ciudad de los pozos. Esta ciudad no estaba habitada por
personas, como todas las demás ciudades del planeta. Esta ciudad estaba
habitada por pozos. Pozos vivientes ...pero pozos al fin y al cabo.
Los
pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban
excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el
exterior).
Había
pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos;
pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples
agujeros pelados que se abrían en la tierra. La comunicación entre los habitantes
de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de
punta a punta del poblado.
Con
el pasar del tiempo los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se
llenaban de monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se
llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el
arte y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas
posmodernas. Finalmente, los intelectuales se llenaron de libros, de
manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó
el tiempo. La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron
incorporar nada más. Entonces todos los pozos gastaban gran parte de sus
energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un
pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas
ensanchándose desmedidamente. Él pensó que, si seguían hinchándose de tal
manera, pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad...
Quizás
a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad
era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en
lugar de más ancho. Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le
imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía
vaciarse de todo contenido... Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse
profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había
deshecho...
Un
día, sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa:
adentro, muy adentro, y muy en el fondo encontró agua. Nunca antes otro pozo
había encontrado agua. El pozo empezó a jugar con el agua del fondo, y
disfrutaba humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando
agua hacia fuera.
La
gran sorpresa fue que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua,
empezó a despertar. Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en
tréboles, en flores, y en tronquitos endebles que se volvieron árboles
después... La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo.
Todos
le preguntaban cómo había conseguido el milagro. Él les decía que para ir más
profundo debían vaciarse. En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió
correr también el riesgo del vacío. Y también empezó a profundizar. Y también
llegó al agua...Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en
el pueblo...
Un
día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que
habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma. Que el mismo río
subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. Se dieron
cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse,
de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la
búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto.
Señor Jesús en esta tarde te pedimos que
permitas comunicarnos en profundidad, entrando dentro de nosotros, y concédenos
el coraje de vaciarnos de contenidos y de la superficialidad y buscar en lo
profundo de nuestro ser, donde tu estás y nos esperas para darnos tu agua de
vida. Amén
sábado, 25 de septiembre de 2021
2021 AÑO B TIEMPO ORDINARIO XXVI
En el evangelio de hoy
Jesús nos enseña a estar abierto al bien y a la tolerancia para promover la cultura del encuentro y del
dialogo que tanto necesita nuestra sociedad, hoy.
Toda persona es mi
«prójimo» que necesita de una mano amiga y solidaria. Alegrémonos de que se
haga el bien y las buenas obras, aunque no se nos haya ocurrido a nosotros sino
a personas de buena voluntad que anhelan un mundo mejor para todos.
El Maestro de Nazaret,
nos propone vivir como Él al servicio del reino de Dios, haciendo la vida de
las personas más humana, más digna y dichosa, para seguir construyendo una
Iglesia verdaderamente fraterna y empática, movido por su espíritu que busca el
bien de todos sus hijos, en especial de los más necesitados.
El relato del
evangelista Marcos es sorprendente y al mismo tiempo iluminador: Una persona
desconocida que no forma parte del grupo está expulsando demonios en nombre de
Jesús. Se dedica a dignificar y liberar a las personas del mal para que vivan
en paz y dignamente.
Los discípulos
pretendían monopolizar la enseñanza de Jesús y su acción salvífica. Esta
actitud la rechaza radicalmente Jesús porque lo más importante para Él no es el
prestigio del grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todas las personas,
incluso por medio de aquellas que no pertenecen al grupo de los doce: «el que
no está contra nosotros, está con nosotros».
Éste es el Espíritu que
ha de animar siempre a sus verdaderos seguidores. Porque toda la vida de Jesús
fue una manifestación del gran amor de Dios por la humanidad y nos invita a
colaborar con alegría con todos los que viven de manera humana y se preocupan
de los más pobres y necesitados.
La respuesta de Jesús
está clara: No levantemos fronteras. Nuestro objetivo no es aumentar el número
de los que nos siguen, sino hacer crecer el bien; aumentar el número de
quienes, de muchas formas diferentes, pueden experimentar el Reino de Dios, que
es alegría, libertad y plenitud.
Es grandioso ver que
para Jesús la prueba definitiva de la bondad de la fe no reside en una adhesión
teórica al "nombre", sino en su capacidad para transmitir humanidad,
alegría, salud, vida. Todo el que da un sorbo de vida es de Dios. Esto nos
coloca a todos, serena y gozosamente, junto a tantos hombres y mujeres, de
distinta manera creyentes o no creyentes, que, sin embargo, tienen la vida en
el corazón y se apasionan por ella, que son capaz de inventar milagros para
hacer sonreír a alguien.
Cualquiera que dé un
vaso de agua... no perderá su recompensa. Un poco de agua, casi nada, algo tan
simple y pobre que nadie se quede sin ella. Jesús simplifica la vida: todo el
evangelio resumido en un vaso de agua.
Jesús nos invita a
mirar más allá del patio de la casa, abrir horizontes, a mirar a todo el
campamento humano: alza los ojos y ve ¿Cuántas semillas del Espíritu? ¿Cuántas
personas luchan por la vida de todos contra los demonios modernos:
contaminación, violencia, corrupción? Incluso están fuera de nuestro campamento.
Porque todos nos pertenecemos y nosotros somos de todos.
miércoles, 22 de septiembre de 2021
2021
septiembre ADORACIÓN EUCARISTICA:
El
proverbio de los conejos, pueblo nada
esforzado, ponen su casa en la piedra; Los conejos son animales básicamente de
matorrales que hoy, además de los lugares de muchos árboles y vegetación
espesa, se les ve también en cultivos con paredes y setos espesos que les
aportan toda la variedad de materia vegetal de la cual obtienen su alimento.
Con todo, el conejo nunca se alejará demasiado de la espesa vegetación, ni de
las pobladas paredes de piedra seca, dónde tiene sus refugios. Ellos sobreviven
alimentándose con la vegetación que encuentran a su paso…pero hay algo hermoso
que les fue dado por la naturaleza y es el cuidado donde construyen su hogar.
Generalmente sus madrigueras están entre rocas…por instinto ellos se preocupan
por tener un lugar seguro para ellos y su numerosa familia…A esto se le llama
conciencia de peligro. Ellos son totalmente conscientes del peligro que les
acecha, por lo tanto, saben que deben de hacer de su hogar un lugar muy seguro,
y para eso escogieron nada menos que las piedras.
Esto nos recuerda cuando el Señor Jesús
dijo que: “El que oye estas palabras
mías, y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su
casa sobre la roca” La persona prudente es la que es capaz de entender y
controlar su espacio vital y todo lo que le rodea; en el fondo es la sabiduría
practica que proporciona la vida. La prudencia puede venir de nuestro propio
corazón, o de parte de Dios, Pero no debemos apoyarnos en la propia prudencia
humana porque no toda prudencia humana nos llevara a tomar sabias decisiones.
Sin embargo, la sabiduría que viene de lo alto es la que verdaderamente nos
hace tomar las decisiones conforme al corazón de Dios: Es el que escucha y pone
en práctica lo que dice Jesús.
Construir la
vida sobre roca implica también mirar el
todo en tu vida, darse cuenta que solos no podremos hacer nada. De ahí la
importancia de la FORMACIÓN. No dejemos de aprender y de formarnos, tanto en la
parte humana como cristiana. Hagamos lecturas provechosas, trata de aprender siempre.
Jesús está instando a la prudencia, al
entendimiento, a que tuviéramos conciencia de peligro, pero no solo a eso, si
no dando una promesa para premiar esa virtud que solo viene de Él; él dijo que
descendería lluvia, vendrían ríos, soplarían vientos, golpeando la casa, pero
esta no caería porque había sido fundamentada sobre la roca, es decir, sobre
El, que es la Roca eterna. Él es el fundamento que debería llevar toda,
absolutamente toda construcción, física, espiritual o moral.
La Roca que es Cristo Jesús, es Eterna,
te Salva, te da de beber, es dulzura como la miel, aceite de la unción, te saca
de la desesperación, de la inmundicia, pone tus pies en alto, endereza tu
caminar, es un castillo, tu libera del pecado, tu fortaleza, tu confianza, tu
escudo el que te defiende de tus enemigos, tu fuerza, tu salvación.
En este tiempo en que vivimos podemos preguntarnos si
estamos haciendo y viviendo según la voluntad de Dios o estamos viviendo
caprichosamente. Vivir caprichosamente significa vivir según el gusto y el
viento que sopla en cada momento, eso es ser una veleta, vamos según nos indica
el viento de la moda, de lo correctamente político. Si hacemos la voluntad de
Dios viviremos en paz.
Construir sobre
arena: es construir la vida desde lo
sentimental, desde la apariencia, desde lo superficial eso es caer en puro
sentimiento, porque los sentimientos no son estables. Son importantes, pero
tienen que ser iluminados por la razón. Los sentimientos no deben apagar la
razón y la razón no debe enfriar los sentimientos. Debemos ser prudentes cuando
construyamos nuestra vida y no ir acelerados siempre. Para construir la vida,
las decisiones deben ser tomadas con tiempo y con respeto, siempre sopesadas. Tenemos
que mirar e interpretar los signos que están alrededor nuestro para discernir
si es lo correcto, pero, sobre todo, toma tu tiempo.
Los conejos, pueblo inteligente, ponen
su casa en la piedra. La victoria no está en cuanto te esfuerzas, sino como te
refugias, sobre qué estás edificando tu casa, tu morada espiritual. Como
siempre dos opciones, o eres contado entre los prudentes, poniendo tu casa
sobre la Roca Eterna, o como insensato, trabajando arduamente sin bases sólidas
para tu vida. Tú decides.
Ayúdanos Jesús sacramentado a vivir con
prudencia nuestra vida. Amén.
sábado, 18 de septiembre de 2021
2021 AÑO B TIEMPO ORDINARIO XXV
Los textos bíblicos de este domingo nos plantean situaciones que podemos comprender, que podemos conocer porque se siguen dando entre nosotros: el rechazo de los que no piensan, sienten, creen, obran como nosotros; el contraste de obrar desde la envidia o desde la sabiduría, la misericordia.
La Palabra nos enseña a
vivir, nos invita a abrirnos a nuestra realidad, interna y externa, tomar
conciencia, y dar respuesta a las necesidades de todos, no solo a mis
necesidades.
La Palabra conduce a la
reflexión, meditación, la escucha de su significado, su sentido, su espíritu,
el de la Palabra, para la vida de cada cual, no tanto para la vida de los
demás. Cada cual revise su comportamiento, sus responsabilidades, sus compromisos,
su vida, y no haga comparaciones, éstas son siempre ociosas y odiosas.
Erigirse en juez de los
demás, maestro de los demás, es creerse en posesión de la verdad y arrogarse un
poder que no se tiene; es actuar desde la fuerza, la rivalidad. Por eso, cuando
alguien se atreve a llevarnos la contraria, pensamos, hay que hacerle callar,
hundirlo como sea y, normalmente, no se hace con razones, con argumentos, se
hace con el insulto, la calumnia, la fuerza.
Somos vulnerables,
aceptemos que somos débiles, no somos perfectos, estamos en camino siempre,
progresamos, avanzamos, crecemos, y necesitamos de los demás, necesitamos de
Dios.
Jesús se sitúa a una
distancia abismal de todo esto: si alguien quiere ser el primero, debe ser el
servidor. Pero eso no es suficiente, hay un segundo pasaje: “siervo de todos”,
sin límites de grupo, familia, etnia, bondad o maldad. Todavía no es
suficiente: Y entonces pone a un niño en el centro, el más indefenso y
desarmado, el más indefenso y sin derechos, el más débil pero el más querido
Proponer a un niño como modelo del creyente es llevar a la religión a lo
inaudito. ¿Qué sabe un niño? El juego, el viento de las carreras, la dulzura de
los abrazos. No sabe de filosofía, teología, moral. Pero sabe confiar como
nadie, y confía. Jesús nos propone un niño como signo de la confianza y de la
fe. Quien recibe a un niño, recibe a Dios. Palabras nunca antes dichas, nunca
antes pensadas. Los discípulos se habrán quedado desconcertados. Si Dios es
como un niño significa que debes cuidarlo, debes alimentarlo, ayudarlo,
acogerlo, debes darle tiempo y corazón.
Primero, entender que
significa servir y hacerlo por amor.
Segundo, qué significa
“ser como niños”.
Tercero, acoger y
sentirse acogido: “El que acoge a un niño como este en mi nombre, …
Quizás los pequeños,
los niños, los pobres, los enfermos contagiosos, no son inocentes. Tampoco los
niños lo son. Es el misterio de la vulnerabilidad humana lo que Jesús propone a
los suyos. Esta es una enseñanza para el cristianismo de hoy: La opción por los
“vulnerables” es la verdadera moral evangélica.
miércoles, 15 de septiembre de 2021
2021 SEPTIEMBRE ADORACIÓN EUCARISTICA
Como el mármol en manos del escultor
Un día un escultor estaba trabajando con un bloque
de mármol. Un niño que le observaba sólo veía el bloque informe y trozos de
mármol que caían a cada golpe de cincel. Días después se acercó de nuevo y vio
que el bloque se había convertido en un hermoso león.
Le preguntó al escultor: ¿Cómo sabía usted que ahí
dentro había un león? Dios sabe de qué esencia hemos sido hechos, “a imagen y
semejanza suya” y, como buen escultor, quiere esculpir en nosotros su imagen.
Esta historia
nos hace reflexionar ante ti Jesús en el Santísimo sacramento en el altar, que
cuantas veces no nos dejamos trabajar por Dios, Creador. Hay una diferencia
entre el mármol y nosotros. El mármol se deja esculpir; nosotros somos seres
libres y, a veces, “duros de cerviz” y nos oponemos a su obra. Cada momento puede
ser un buen tiempo para cambiar nuestra actitud.
Cuando
arriesgamos algo por alguien es porque estamos seguros que vale la pena. Dios es fiel y nos acompaña siempre en los
caminos y subidas pedregosas, en el llano y en la cima, lo importante es verle
a Él y sólo a Él en nuestro caminar vacilante, siempre animándonos. Aunque nos
hundamos en el abismo, Él nos saca.
El presente
puede ser duro, contradictorio, pero es siempre generador de futuro y semilla
que nos hace crecer en esperanza y en libertad.
Todos somos
desde mucho antes de que naciéramos como un pedazo de mármol, que al final y
con el paso del tiempo de la vida tenemos como fin único ser parte de la mayor
obra de arte, dependiendo del punto de vista al final, seremos una obra
clásica, contemporánea, vanguardista o futurista; el tiempo y punto de vista no
es ni será algo que te impida ser parte de ella, dado que esta obra de arte es
ser a imagen y semejanza de Dios y qué privilegio deberíamos de sentir al ser
parte de la obra de un artista y escultor como el que tenemos, el mismo Dios.
Sí, es Dios
quien nos moldea y aunque no lo veamos así, nos acompaña en todo momento y en
cada uno de los procesos de nuestra formación y constitución de la gran obra de
arte, y mejor aún, Él no nos deja por ningún momento solos, aunque para
nosotros algunas situaciones sean difíciles, cansadas, interminables e incluso
tan dolorosas, que creemos ya no poder más; al final nos damos cuenta que es
necesario que todas estas situaciones pasen para alcanzar la plenitud del plan
perfecto y deseado por Dios para nosotros su obra de arte.
Y nunca, por
nada en la vida, te sientas como una taza vieja que quizá ya no sirve para nada.
El gran compositor y músico Beethoven tenía un pequeño piano conocido como “clavicornio”
este estaba casi desbaratado, bueno, ese sí era un trasto viejo y no sonaba
bien; sin embargo, Beethoven se sentaba a tocarlo y lo hacía por largo tiempo y
al terminar le venían las lágrimas. Beethoven estaba sordo y no escuchaba, pero
“ayudado” por este “trasto viejo” sentía la música, la imaginaba, y la
escribía, ¡Qué grandes, maravillosas y bellas composiciones hizo bajo estas
condiciones!
Si sientes que
ya no sirves para nada, o que ya es muy tarde, que eres una taza vieja, no te
preocupes, los tiempos de Dios no son nuestros tiempos, su plan es perfecto
para con nosotros, y nuestra hora llegará, nunca antes, nunca después, sino
justo a la hora precisa que Dios creyó conveniente.
Así que no te
sorprenda ni se te haga raro que te llegue el momento de alcanzar tu plenitud
en la gran obra de arte de Dios, pues él siempre está diseñando cosas grandes y
bellas para ti y contigo. Tan sólo ten fe, es la llave que mantiene abierta la
esperanza y ten paciencia que es lo que la mantiene viva en tu corazón. Amén
sábado, 11 de septiembre de 2021
2021 AÑO B TIEMPO
ORDINARIO XXIV
Jesús hace la pregunta crucial, importante, una pregunta decisiva a sus discípulos: ¿y vosotros quién decís que soy? Sus preguntas son chispas que encienden, que pone en marcha un movimiento interior que abre caminos y crecimientos.
Esta pregunta sigue hoy en pie ¿Quién es Jesús para
nosotros? No vivimos tiempos fáciles. Si nuestra respuesta no es verdadera y sólida seguiremos perdiendo credibilidad. Jesús debe ser la clave, el fundamento y la fuente de todo lo que somos, decimos y hacemos.
A Jesús le interesa lo que decimos nosotros, no
tanto la gente o la sociedad. En el
fondo la pregunta es ¿qué significo para
ti? Él no busca palabras, busca personas; no autodefiniciones, sino
participación: En el fondo Cristo está vivo
solo si está vivo dentro de nosotros. Nuestro corazón puede ser la cuna o la tumba de Dios, puede hacer grande o pequeño lo inmenso. Cristo no
es lo que digo de él, sino lo que vivo de Él. Cristo no son mis palabras, sino
lo que arde en mí por él.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” No es
para llevar a cabo un sondeo de opinión para saber hasta dónde llega su
popularidad. Es una pregunta que nos sitúa a cada uno a un nivel más profundo. A
mucha gente no le interesa. Así de sencillo. No les dice nada; Cristo ha
desaparecido del horizonte real de estas personas. Viven ocupados y enfrentados
a los problemas de cada día.
La respuesta de Pedro:
Tu eres el Mesías, el enviado de Dios.
Jesús le aclara que significa eso, no todo es gloria y triunfalismo sino todo lo contrario. Los
discípulos no sabían lo que
significaba seguir a Jesús de cerca,
compartir su Proyecto y su destino. Por ello Marcos dice que Jesús empezó a instruirlos que debía sufrir mucho. No es una enseñanza más, sino algo fundamental
que ellos tendrán que ir asimilando poco a poco.
No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el
sufrimiento los acompañará siempre en su tarea de abrir caminos al Reinado de
Dios.
Pedro se rebela ante
lo que está oyendo. Fue el primero en confesarlo
como Mesías y ahora era el primero
en rechazarlo. Jesús reacciona con una dureza
desconocida. De pronto ve en Pedro los rasgos de Satanás, el Tentador del desierto que buscaba apartarlo de la
voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos y «reprende» literalmente
a Pedro. Quiere que todos escuchen bien
sus palabras. “Si alguno quiere venir
detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”,
que acepte el esfuerzo de vivir de acuerdo con sus enseñanzas y con sus obras.
Seguir a Jesús no es obligatorio. Es
una decisión libre de cada uno. Pero
hemos de tomarla en serio. Renunciar a
proyectos o planes que se oponen al Reinado
de Dios y aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e
identificarnos con su causa.
Y es
que solo seremos testigos creíbles:
si nuestra pasión convence; si
nuestro amor fascina; si nuestra justicia arriesga; si nuestra fe contagia; si nuestra vida apunta hacia Él.
miércoles, 8 de septiembre de 2021
2021 SEPTIEMBRE ADORACIÓN
EUCARISTICA.
EL AMOR ES LO MÁS FUERTE
Aquí estamos Señor. Delante de ti eucaristía. Nos sentimos tremendamente envueltos en tu cercanía y sentimos con fuerza tu amor misericordioso sobre cada uno de nosotros. Sentimos que formamos parte de ti y que tú formas para de nosotros como comunidad y como individuos.
Tu amor y tu
entrega para con tus criaturas, para con tus hermanos es “grande” y “fuerte”.
Como San Pablo cuando recibió la llamada del Señor en el camino de Damasco.
Allí comenzó a entender el misterio de Cristo, hasta tal punto que sintió que el
Señor lo acompañaba siempre, en las cosas bellas y en las malas.
Así también lo
sentimos nosotros, con amor. Estamos seguros que el Señor nunca abandona. Entendemos
el Amor de Cristo en nuestras propias vidas, inmerso en la realidad más
profunda de nuestro ser. Es el único camino valido, el del amor siempre, en las
buenas y en las malas, siempre y por delante. Esta es la grandeza de Jesús.
Escuchemos
está historia verídica de una de las tribus indoamericanas:
Un día una niña le preguntó a la anciana más sabia
de su tribu:
- ¿Qué es lo más fuerte?
La mujer sabia le dijo unos minutos después: Las
cosas más grandes del mundo son nueve:
El hierro es muy fuerte, pero el fuego lo derrite.
El fuego es fuerte, pero el agua lo apaga.
El agua es fuerte, pero el sol la evapora y se
convierte en nubes.
Las nubes son fuertes, pero el viento las dispersa.
El viento es fuerte, pero también la montaña lo
detiene.
La montaña es alta, pero el hombre la conquista.
El hombre es fuerte, pero tristemente la muerte lo
conquista.
¡Entonces es la muerte más fuerte! interrumpió la
niña
- No - prosiguió la anciana, ¡Sólo el AMOR ...
sobrevive a todo y es el más fuerte de todos"
El amor es lo
único que nos salva y que es más fuerte que la misma muerte. De ahí la
necesidad de dejarnos amar por Dios y por la gente que nos quiere.
Jesucristo fue
enviado por el Padre para salvarnos y lo hizo con amor, dio su vida por mí, por
ti, por nosotros: no hay amor más grande que el dar la vida por el otro.
Pensemos en una madre, el amor de una madre, por ejemplo, que da la vida por su
hijo, siempre lo acompaña en la vida, en los momentos difíciles, pero aún es
poco... Es un amor cercano a nosotros, no es un amor abstracto. El amor de
Jesús es un amor yo-tú, yo-tú, cada uno de nosotros, con nombre y apellido”.
Jesús al
acercarse a Jerusalén y presintiendo todo lo que iba a ocurrir llora, su
inmenso amor le lleva a expresar esos sentimientos interiores en lágrimas y
sollozo. Su grande amor lo lleva al llanto, al llanto por cada uno de nosotros.
La ternura que existe en esta expresión. Jesús podía condenar a Jerusalén,
decir cosas feas… Y se lamenta porque no se deja amar como los pollitos de la
gallina. Esta ternura del Amor de Dios en Jesús demuestra una fortaleza enorme
y una lucha incansable por aquello que más aprecia. El amor no se derrumba
jamás.
En esta tarde
te pedimos Jesús sacramentado que nos hagas sentir, que nos hagas entender la
ternura del Amor de Dios en Jesús por cada uno de nosotros, nunca podremos comprender
en profundidad qué es el Amor de Cristo. Pero estamos convencidos que es un
amor robusto, fuerte, espera siempre, es paciente… También con los grandes
pecadores, hasta el final Él ama con esta ternura que le desborda.
Sabemos que la
esperanza es más fuerte que el desánimo. Creemos que el amor es más fuerte que
la muerte, y que sin duda un día triunfará, aunque en tiempos y formas que
nosotros no conocemos. Amén
sábado, 4 de septiembre de 2021
2021 TIEMPO ORDINARIO XXIII
Hoy aparece Jesús traspasando fronteras pasa por las ciudades de Tiro y de Sidón y por la Decápolis, todo fuera del territorio de Israel. Jesús es el hombre sin fronteras, que trae aire fresco, cura las heridas, busca esa dimensión de lo humano que nos une a todos.
Le trajeron un sordomudo. Un hombre preso en el silencio, encerrado en sí
mismo. Es traído, porque él no está metido en la sociedad porque vive en un
aislamiento total.
Y le rogaron que le impusiera las manos: Se lo lleva a parte. Le dedica una atención
especial. Lejos de la multitud; ya no es uno de los muchos marginados anónimos,
ahora es alguien especial, el maestro lo es todo para él. Y siguen gestos muy
corporales y a la vez muy delicados.
Jesús puso sus dedos en sus oídos sordos: el toque de los dedos, las manos que hablan sin
palabras. Jesús entra en una relación corporal, no etérea ni desapegada, pero
como médico capaz y humano, se dirige a las partes más débiles, toca a las que
sufren.
Con la saliva, se tocó la lengua. Gesto íntimo, te doy algo mío, algo vital, que está
en la boca del hombre junto con el aliento y la palabra, símbolos del Espíritu.
Evangelio de contactos, olores, sabores. El contacto físico no desagradó a
Jesús, al contrario.
Luego, mirando hacia el cielo, dejó escapar un
suspiro y le dijo: Effatà, es decir: ¡Ábrete!
En arameo; Emitir un suspiro que no es un grito que expresa poder, no es un
sollozo de dolor, pero es el soplo tranquilo y humilde de la esperanza, es el
suspiro del prisionero. Jesús suspira: Ábrete, como se abre una puerta al
invitado, ventana al sol, como se abre el cielo después de la tormenta.
Ábrete a los demás y a Dios, y que tus heridas se conviertan en resquicios por
los que la vida entra y sale. Primero los oídos, símbolo elocuente. Solo
aquellos que pueden escuchar pueden hablar. Otros levantan barreras cuando
hablan y no conocen a nadie. Jesús no sana a los enfermos para que se
conviertan en creyentes o para seguirlo, sino para crear hombres libres, sanos
y completos.
Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y
hablar a los mudos. Este bien hacer
del Señor Jesucristo viene a nuestro encuentro e interroga nuestra vida de
discípulos y seguidores suyos. Llevamos largos meses de vida sobresaltada,
anómala, por la situación pandémica que asola al mundo, y está provocando tanto
sufrimiento: ¿Hasta cuándo?
Aquel hombre sale de su
aislamiento y, por vez primera, descubre lo que es vivir escuchando a los demás
y conversando abiertamente con todos. Son una invitación a dejarse trabajar por
Jesús para abrir bien los ojos y los oídos a su persona y su palabra. Unos
discípulos «sordos» a su mensaje serán como «tartamudos» al anunciar el
evangelio.
Si vivimos sordos al
mensaje de Jesús, si no entendemos su proyecto, si no captamos su amor a los
que sufren, nos encerraremos en nuestros problemas y no escucharemos los de la
gente. Pero entonces no sabremos anunciar la Buena Noticia de Jesús.
Deformaremos su mensaje.
miércoles, 1 de septiembre de 2021
2021 septiembre:
MEDITACIÓN
EUCARISTICA:
CUANDO LA VIDA TE SACUDE
Junto a Jesús, en esta tarde, nos disponemos a empaparnos de su presencia, de su cercanía. Queremos sentirlo dentro del corazón y más aún, dentro del alma. Queremos que nuestro interior rebose de su presencia y que nos transforme la vida, poco a poco, pero que sea una vida más auténtica, más verdadera y más coherente.
Podemos
hacernos la siguiente pregunta leída en una historia:
Vas caminando con tu taza de café y de repente
alguien pasa, te empuja y hace que se te derrame el café por todas partes.
-¿Por qué se te derramó el café?
-Porque alguien me empujó.
Respuesta equivocada:
Derramaste el café porque tenías café en la taza. Si
hubiera sido té, hubieras derramado el té.
Lo que tengas en la taza, es lo que se va a
derramar.
Por lo tanto,
cuando la vida te sacude, qué seguro pasará muchas y repetidas ocasiones a lo
largo de tu existencia, lo que sea que tengas dentro de ti, vas a derramar. Puedes
ir por la vida fingiendo que tu taza está llena de virtudes, pero cuando la
vida te empuje vas a derramar lo que en realidad tengas en tu interior.
Eventualmente sale la verdad a la luz.
Así que habrá
que preguntarnos. ¿Qué hay en mi taza? Cuando la vida se ponga difícil, ¿qué
voy a derramar? ¿Alegría, agradecimiento, paz, humildad? ¿O coraje, amargura,
palabras o reacciones duras? ¡Tú eliges!
Ahora,
trabajemos en llenar nuestra taza con gratitud, perdón, alegría, palabras
positivas y amables, generosidad y amor para los demás.
De lo que esté
llena tu taza, tú eres el responsable.
Las palabras
de Jesús salen a nuestro encuentro: “En
aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos, no hay árbol sano que dé fruto malo,
ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto;
porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los
espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien,
y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa del corazón
habla la boca». Lucas 6, 42-45
Que verdad
tienen estas palabras del maestro. Cada árbol se conoce por sus frutos. Nuestras
acciones son el resultado de nuestras decisiones. Como seres libres decidimos
lo que queremos hacer y lo hacemos o no lo hacemos. Qué hermoso sería si se nos
conociera por nuestros frutos de bondad, resultado de nuestras buenas
decisiones en la vida. A nivel familiar, en la convivencia diaria, cuántas
oportunidades de ejercitarnos en la bondad. Incluso cuando tengamos que
expresar algún desacuerdo, es muy diferente cuando se hace con bondad y no con
enojo. Lo mismo en el trabajo o en la escuela.
De la abundancia
del corazón habla la boca. El árbol se valora por lo que produce y no por lo
que parece ser. Para resumir este mensaje, Jesús dirige su atención hacia lo más
íntimo del hombre: su corazón. De ahí nace todo lo bueno o malo que puede decir
o hacer alguien.
Sería una de
las enseñanzas nucleares del Señor. Su misión es anunciar el Reino de Dios. Y
mediante estos proverbios descubrimos nuevamente que el designio de Dios hacia
los hombres no obvia la realidad y las tendencias concretas de cada uno: Todos
seguimos a quien deslumbra, a quien destaca en la sociedad, en un grupo, etc.
pero solo encubre falsedad; no es oro todo lo que reluce. Jesús propone valorar
el interior de las personas, pero sobretodo cambiar nuestro corazón. Nos ayuda
a percibir que la construcción del Reino de Dios está estrechamente unida con
la búsqueda de lo que permite al hombre crecer humanamente. La propuesta del
Señor no se refiere solo al campo espiritual o una enseñanza simplemente humana.
Ambas dimensiones van siempre de la mano, y ambas están implicadas.
Y ten en
cuenta que la vida sacude, sacude más veces de las que puedes imaginar...