2021 SEPTIEMBRE ADORACIÓN EUCARISTICA
Como el mármol en manos del escultor
Un día un escultor estaba trabajando con un bloque
de mármol. Un niño que le observaba sólo veía el bloque informe y trozos de
mármol que caían a cada golpe de cincel. Días después se acercó de nuevo y vio
que el bloque se había convertido en un hermoso león.
Le preguntó al escultor: ¿Cómo sabía usted que ahí
dentro había un león? Dios sabe de qué esencia hemos sido hechos, “a imagen y
semejanza suya” y, como buen escultor, quiere esculpir en nosotros su imagen.
Esta historia
nos hace reflexionar ante ti Jesús en el Santísimo sacramento en el altar, que
cuantas veces no nos dejamos trabajar por Dios, Creador. Hay una diferencia
entre el mármol y nosotros. El mármol se deja esculpir; nosotros somos seres
libres y, a veces, “duros de cerviz” y nos oponemos a su obra. Cada momento puede
ser un buen tiempo para cambiar nuestra actitud.
Cuando
arriesgamos algo por alguien es porque estamos seguros que vale la pena. Dios es fiel y nos acompaña siempre en los
caminos y subidas pedregosas, en el llano y en la cima, lo importante es verle
a Él y sólo a Él en nuestro caminar vacilante, siempre animándonos. Aunque nos
hundamos en el abismo, Él nos saca.
El presente
puede ser duro, contradictorio, pero es siempre generador de futuro y semilla
que nos hace crecer en esperanza y en libertad.
Todos somos
desde mucho antes de que naciéramos como un pedazo de mármol, que al final y
con el paso del tiempo de la vida tenemos como fin único ser parte de la mayor
obra de arte, dependiendo del punto de vista al final, seremos una obra
clásica, contemporánea, vanguardista o futurista; el tiempo y punto de vista no
es ni será algo que te impida ser parte de ella, dado que esta obra de arte es
ser a imagen y semejanza de Dios y qué privilegio deberíamos de sentir al ser
parte de la obra de un artista y escultor como el que tenemos, el mismo Dios.
Sí, es Dios
quien nos moldea y aunque no lo veamos así, nos acompaña en todo momento y en
cada uno de los procesos de nuestra formación y constitución de la gran obra de
arte, y mejor aún, Él no nos deja por ningún momento solos, aunque para
nosotros algunas situaciones sean difíciles, cansadas, interminables e incluso
tan dolorosas, que creemos ya no poder más; al final nos damos cuenta que es
necesario que todas estas situaciones pasen para alcanzar la plenitud del plan
perfecto y deseado por Dios para nosotros su obra de arte.
Y nunca, por
nada en la vida, te sientas como una taza vieja que quizá ya no sirve para nada.
El gran compositor y músico Beethoven tenía un pequeño piano conocido como “clavicornio”
este estaba casi desbaratado, bueno, ese sí era un trasto viejo y no sonaba
bien; sin embargo, Beethoven se sentaba a tocarlo y lo hacía por largo tiempo y
al terminar le venían las lágrimas. Beethoven estaba sordo y no escuchaba, pero
“ayudado” por este “trasto viejo” sentía la música, la imaginaba, y la
escribía, ¡Qué grandes, maravillosas y bellas composiciones hizo bajo estas
condiciones!
Si sientes que
ya no sirves para nada, o que ya es muy tarde, que eres una taza vieja, no te
preocupes, los tiempos de Dios no son nuestros tiempos, su plan es perfecto
para con nosotros, y nuestra hora llegará, nunca antes, nunca después, sino
justo a la hora precisa que Dios creyó conveniente.
Así que no te
sorprenda ni se te haga raro que te llegue el momento de alcanzar tu plenitud
en la gran obra de arte de Dios, pues él siempre está diseñando cosas grandes y
bellas para ti y contigo. Tan sólo ten fe, es la llave que mantiene abierta la
esperanza y ten paciencia que es lo que la mantiene viva en tu corazón. Amén
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