2021 septiembre:
MEDITACIÓN
EUCARISTICA:
CUANDO LA VIDA TE SACUDE
Junto a Jesús, en esta tarde, nos disponemos a empaparnos de su presencia, de su cercanía. Queremos sentirlo dentro del corazón y más aún, dentro del alma. Queremos que nuestro interior rebose de su presencia y que nos transforme la vida, poco a poco, pero que sea una vida más auténtica, más verdadera y más coherente.
Podemos
hacernos la siguiente pregunta leída en una historia:
Vas caminando con tu taza de café y de repente
alguien pasa, te empuja y hace que se te derrame el café por todas partes.
-¿Por qué se te derramó el café?
-Porque alguien me empujó.
Respuesta equivocada:
Derramaste el café porque tenías café en la taza. Si
hubiera sido té, hubieras derramado el té.
Lo que tengas en la taza, es lo que se va a
derramar.
Por lo tanto,
cuando la vida te sacude, qué seguro pasará muchas y repetidas ocasiones a lo
largo de tu existencia, lo que sea que tengas dentro de ti, vas a derramar. Puedes
ir por la vida fingiendo que tu taza está llena de virtudes, pero cuando la
vida te empuje vas a derramar lo que en realidad tengas en tu interior.
Eventualmente sale la verdad a la luz.
Así que habrá
que preguntarnos. ¿Qué hay en mi taza? Cuando la vida se ponga difícil, ¿qué
voy a derramar? ¿Alegría, agradecimiento, paz, humildad? ¿O coraje, amargura,
palabras o reacciones duras? ¡Tú eliges!
Ahora,
trabajemos en llenar nuestra taza con gratitud, perdón, alegría, palabras
positivas y amables, generosidad y amor para los demás.
De lo que esté
llena tu taza, tú eres el responsable.
Las palabras
de Jesús salen a nuestro encuentro: “En
aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos, no hay árbol sano que dé fruto malo,
ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto;
porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los
espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien,
y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa del corazón
habla la boca». Lucas 6, 42-45
Que verdad
tienen estas palabras del maestro. Cada árbol se conoce por sus frutos. Nuestras
acciones son el resultado de nuestras decisiones. Como seres libres decidimos
lo que queremos hacer y lo hacemos o no lo hacemos. Qué hermoso sería si se nos
conociera por nuestros frutos de bondad, resultado de nuestras buenas
decisiones en la vida. A nivel familiar, en la convivencia diaria, cuántas
oportunidades de ejercitarnos en la bondad. Incluso cuando tengamos que
expresar algún desacuerdo, es muy diferente cuando se hace con bondad y no con
enojo. Lo mismo en el trabajo o en la escuela.
De la abundancia
del corazón habla la boca. El árbol se valora por lo que produce y no por lo
que parece ser. Para resumir este mensaje, Jesús dirige su atención hacia lo más
íntimo del hombre: su corazón. De ahí nace todo lo bueno o malo que puede decir
o hacer alguien.
Sería una de
las enseñanzas nucleares del Señor. Su misión es anunciar el Reino de Dios. Y
mediante estos proverbios descubrimos nuevamente que el designio de Dios hacia
los hombres no obvia la realidad y las tendencias concretas de cada uno: Todos
seguimos a quien deslumbra, a quien destaca en la sociedad, en un grupo, etc.
pero solo encubre falsedad; no es oro todo lo que reluce. Jesús propone valorar
el interior de las personas, pero sobretodo cambiar nuestro corazón. Nos ayuda
a percibir que la construcción del Reino de Dios está estrechamente unida con
la búsqueda de lo que permite al hombre crecer humanamente. La propuesta del
Señor no se refiere solo al campo espiritual o una enseñanza simplemente humana.
Ambas dimensiones van siempre de la mano, y ambas están implicadas.
Y ten en
cuenta que la vida sacude, sacude más veces de las que puedes imaginar...
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