2022 AÑO C
SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA MADRE DE DIOS
A los ocho días de la Navidad, justo el primer día del año civil, celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Es un título de la Virgen María que la Iglesia le dio prácticamente por deseo y aclamación del propio pueblo cristiano.
Es una fiesta que se
centra en la bendición de Dios para su pueblo, en la maternidad de María y en
la oración por la paz.
Son fechas para tener
más presentes, si cabe, a quienes parecen menos bendecidos: los pobres en
cualquiera de las manifestaciones de una pobreza que permanece y aumenta entre
nosotros. Son quienes mejor nos muestran el rostro de un Dios que, al hacerse
hombre, nació, vivió y murió pobre.
La maternidad es una
forma de ser y de vivir a la que Dios nos convoca a todos. Acoger, escuchar,
consolar, reír con el que ríe, llorar con quien llora, sufrir con quien sufre,
aconsejar, perdonar, callar… todo eso y más es necesario en la nueva normalidad
que buscamos, en la fraternidad social que nos propone el papa Francisco.
Y sobre todo
necesitamos paz. Son muchas las tribulaciones pasadas y presentes. Necesitamos
un futuro distinto. Podemos forjarlo desde la educación y la formación a las
nuevas generaciones. Desde el diálogo entre las distintas generaciones orientado
a que crezca la solidaridad entre ellas y la confianza en el futuro. Educación,
trabajo y diálogo son tres herramientas para construir una paz duradera.
El comienzo de año es
un momento ideal para hacer promesas y se formulan deseos de felicidad, generalmente
centrados en la clásica fórmula: salud, dinero y amor. Pero la liturgia nos
traslada a un mundo muy distinto. Abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios
Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita
en todo lo ocurrido.
Olvidemos toda la parafernalia
desalmada que preside estos días: regalos, saludos, mensajes de texto clonados,
luces. Sin embargo, lo que realmente vale es la capacidad de sorprendernos el
mismo Dios, que a pesar de todo lo horrible que puede ser el ser humano,
propone volver a empezar
Aprendemos de María,
ella "guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón", guardaba
emociones y preguntas; ella meditaba palabras y hechos en su corazón, hasta que
se desvele el hilo de oro que unirá todo. Tomemos nuestro tiempo para cuidar
los sueños del el corazón.
“Bendecirás a tus
hermanos, lo merezcan o no, los bendecirás”. Dios nos pide que aprendamos a
bendecir: Si no lo hacemos nunca seremos felices. Bendecir es invocar desde el
cielo una fuerza que hace que la vida crezca, y reinicie y resucite; significa
buscar, encontrar, anunciar el bien que hay en cada hermano. Que el Señor haga
resplandecer su rostro. Descubrir que Dios es luminoso, un Dios de brazos
grandes y corazón de luz.