2021 diciembre
ADORACION EUCARISTICA,
LOS ZAPATOS
VIEJOS
En esta tarde delante de Jesús sacramentando y en este tiempo de adviento queremos disponer nuestro corazón para acercarnos a Jesús y sintiendo su calor podamos allanar los caminos y abajar los montes para que él pueda venir hasta nosotros.
Queremos que
nuestra conversión sea autentica y verdadera. No conformémonos con algo
superficial, un retoque de nuestra vida o un maquillaje de nuestros sentimientos.
Vivir el adviento para mejor preparar la Navidad, la que se acerca de una
manera definitiva y permanente. La Navidad donde se acoge al niño Dios que
nace, a Jesús que nos ofrece la salvación y es la luz del mundo. Es el gran
regalo de dios a la humanidad, a toda la humanidad. El Dios de la vida siempre
da y nos ofrece lo mejor, en este tiempo nos da a su Hijo encarnado, que está
con nosotros y estará siempre. Él nunca nos abandona. También Jesús a lo largo
de su vida no enseñó a tener actitudes de bondad, de amor, de generosidad.
Quien da es más feliz que el que recibe.
Oigamos esta
historia.
LOS ZAPATOS VIEJOS: Un estudiante universitario salió un día a dar un
paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su gran amigo debido a
su bondad para quienes seguían sus instrucciones.
Mientras caminaban, vieron en el camino un par de
zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el
campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.
El alumno dijo al profesor: Hagámosle una broma;
escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara
cuando no los encuentre.
Mi querido alumno -le dijo el profesor-, nunca
tenemos que divertirnos a expensas de los pobres.
Tú eres rico y puedes darle una alegría a este
hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo
reacciona cuando las encuentre.
Eso hizo y ambos se escondieron entre los arbustos
cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de
sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero
al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado,
se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a
mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no veía a nadie. La
guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al
encontrar la otra moneda.
Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas
y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz
alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían
pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.
El estudiante quedó profundamente afectado y se le
llenaron los ojos de lágrimas.
Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido
que si le hubieras hecho una broma?
El joven respondió: Usted me ha enseñado una lección
que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que
recibir.
Así pues,
Señor sacramentado queremos que nos enseñes a ser generosos y a compartir
nuestra vida, los bienes y nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros dones,
al igual que tú que nos lo diste todo y no te reservaste nada para ti, incluso
nos diste tu propia vida.
Haz que
preparemos un hueco en nuestro corazón para que tú puedas ocuparlo y contigo
todos los más necesitados de amor y de cariño. Que nuestra Navidad se la
auténtica navidad que se encarna y toma cuerpo en la vida de los demás. Que
seamos tu presencia en medio de nuestro mundo y de nuestra realidad. Amén.
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