2022 AÑO C BAUTISMO DEL SEÑOR
Jesús, el Hijo encarnado de Dios, es el gran regalo del Padre al mundo en su totalidad, no solo a los cristianos. No lo acogemos de manera egoísta o interesada, sino descubriendo en él, con emoción y gozo grande, el amor y la cercanía de Dios a todo ser humano. El amor de Dios acompaña a todos sus hijos. Dios no es propiedad de los cristianos. No ha de ser acaparado por ninguna religión.
Dice Juan que Jesús es
el más fuerte, porque habla al corazón. Todas las demás son voces que vienen de
afuera, la suya es la única que juega en medio del alma y habla palabras de
vida.
Su fuerza es bautizar,
que significa sumergir al hombre en el océano del Absoluto, y ser imbuido de
Dios, imbuido de su aliento, y convertirse en hijo. Su fuerza es una fuerza
generadora, una fuerza liberadora y creadora, como un viento que hincha las
velas, un fuego que da un calor inesperado.
Él los bautizará en Espíritu Santo y fuego. El soplo vital y el fuego de Dios entran en mí,
poco a poco me moldean, transforman pensamientos, afectos, proyectos,
esperanzas, según la dulce, exigente y tranquilizadora ley del verdadero amor.
Y luego me instan a cruzar al mundo, trayendo viento y fuego a mi vez, trayendo
libertad y calor, energía y luz. Jesús estaba en oración y he aquí, el cielo se
abrió. La belleza de este detalle: el cielo que se abre. ¡La belleza de la
esperanza! Y nosotros que pensamos y actuamos como si los cielos se cerraran de
nuevo sobre nuestra tierra. Pero los cielos están abiertos y podemos comunicarnos
con Dios: levanta los ojos y puede escuchar, habla y es escuchado.
Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco. La voz anuncia tres cosas,
- Hijo: Dios es poder de generación, que como toda semilla genera
según su género. Todos somos hijos de Dios en el Hijo, fragmentos de Dios en el
mundo.
- Amado: Antes de actuar, antes de hablar somos amados, lo sepamos o
no, amor inmerecido, incondicional, unilateral, asimétrico. Amor que anticipa y
que es independiente de todo.
- Mi complacencia. Mi alegría, mi hijo, te miro y soy feliz. El Padre
que me dice con ternura y fuerza: hijo, mi amor, mi alegría, debemos sentirnos
como hijos preciosos y que dan vida.
Muchos fueron
bautizados, pero no lo viven, son personas que poco a poco han arrinconado a
Dios de su vida. Dios no cuenta en absoluto para ellas a la hora de orientar y
dar sentido a su existencia. Casi sin darnos cuenta, un ateísmo práctico se ha
ido instalando en el fondo de nuestra sociedad y en el corazón de muchos de
nuestros hermanos. Todo eso les parece un problema extraño que es mejor dejar
de lado para asentar la vida sobre bases más realistas.
La pena es que no ha
descubierto qué significa “ser bautizado con el Espíritu de Jesucristo”.
Encontrar a Dios significa sabernos acogidos por él en medio de la soledad;
sentirnos consolados en el dolor y la depresión; reconocernos perdonados del
pecado y la mediocridad; sentirnos fortalecidos en la impotencia; vernos
impulsados a amar y crear vida en medio de la fragilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario