miércoles, 5 de enero de 2022


 2022 enero 

ADORACIÓN EUCARISTICA: EMPUJAR LA ROCA

Apenas iniciado este nuevo año, nos encontramos delante de ti Jesús sacramentado para contemplarte y abrir nuestros corazones a tu presencia. Queremos que nos acompañes a lo largo de este nuevo año para que caminemos por lugares seguros que nos acerquen a ti y nunca nos alejen. Oigamos esta bonita historia que nos introduce en la necesidad de cumplir la voluntad de Dios, siempre y en todo momento.

La historia de la roca: Un hombre vivía felizmente cuando de repente, cuando estaba descansando, una luz iluminó su habitación y apareció Dios. El Señor le dijo: “tengo un trabajo especial para ti. Irás a un lugar remoto donde encontrarás una gran roca. Tu misión será empujarla con todas tus fuerzas”.

El hombre dejando amigos y hacienda, poder y prestigio se puso en camino hacia aquellas lejanas tierras e hizo lo que el Señor le pidió día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso -ante la indiferencia y asombro de muchos, ante la risa y las dificultades de otros-  el hombre empujaba la fría y pesada piedra con todas sus fuerzas...y ésta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su casa muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano. 

Aprovechando esta situación de desaliento y la sensación de fracaso el maligno decidió hacerse presente en la labor de aquella persona trayendo pensamientos a su mente: "Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido…déjalo ya". El misionero comenzó a tener la impresión que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que, en cierta forma, al no mover ni un solo centímetro aquella roca había fracasado. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. 

El maligno le dijo: "¿Para qué esforzarte todo el día en esta tarea imposible? Sólo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente. No te molestes en mover aquello que no lo necesita: date la buena vida y olvídate de todo”.

El hombre pensó en poner en práctica esto, pero antes, buscando un crucifijo, decidió elevar una oración al Señor y confesarle sus sentimientos: "Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado todas mis fuerzas por conseguir lo que me pediste, pero, aun así, no he podido mover la roca ni siquiera un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Por qué he fracasado?".

- El Señor le respondió con compasión: "Querido amigo, cuando te pedí que me sirvieras y tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar. Ahora vienes a mi sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste? Mírate ahora: tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras, tu corazón lleno de ideales, tu personalidad realizada. Y, mira a tu alrededor, hay otras personas que empujan a multitud de rocas sin que tú lo sepas siguiendo tu ejemplo.

A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez.

Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mí. Eso lo has conseguido. Ahora, querido amigo, Yo moveré la roca". 

Todos llamados en este nuevo año a empujar esa gran roca que es la injusticia y la violencia, el hambre, la pobreza, la falta de fe y de esperanza en tantos hombres y mujeres de nuestra tierra.

Esa roca, de la que nos habla esta historia, es el lugar de trabajo (no solamente de los misioneros/as) sino también el nuestro. Nos puede parecer un imposible llevar adelante nuestra fe en este mundo tan convulsivo y sujeto a tantos cambios. Es bueno, por lo menos para mí, pensar que la fe que mueve montañas es una llamada a ser conscientes de que es DIOS finalmente quien las mueve. Esto nos debe infundir ánimo y esperanza en el cometido que estamos desarrollando y caer en la cuenta de que lo importante, al fin y al cabo, es empujar.

Que Santa María nos de unas buenas vitaminas de entusiasmo en la acción, perseverancia en el día a día, alegría en el trabajo, fortaleza en las decisiones, luz en las dudas, clarividencia en la oscuridad, protección en las horas amargas, salud en la enfermedad y testimonio de lo que decimos creer y llevar en nuestras manos: Hoy como ayer, con Santa María estamos llamados a “empujar”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario