MEDITACIÓN
EUCARÍSTICA:
El
capibara y el cocodrilo
En
esta tarde calurosa Señor Jesús nos acercamos a tu presencia para sentir que tu
amor nos sacia y nos complementa. Tu nos concedes tu paz y serenidad y eso nos
basta. La verdadera fuerza no siempre se demuestra con poder o imposición, sino
con la serenidad que inspira paz a quienes nos rodean. A veces, lo que más
necesitamos no es hacernos más fuertes, sino aprender a caminar por la vida
como tú: en paz, con mansedumbre, con humildad, para que nuestra vida sea
refugio para otros. Escuchemos esta bonita historia
El
capibara y el cocodrilo. En la orilla de un río ancho y silencioso, bajo un
cielo despejado, vivía un capibara llamado Bruno. Era conocido por su paso
tranquilo y su mirada serena. No importaba qué animal tuviera cerca: Bruno
caminaba con calma, como si nada en el mundo pudiera alterarlo.
Un
día, un enorme cocodrilo llamado Rex emergió del agua con el ceño fruncido y la
cola agitándose con impaciencia. Tenía fama de ser temido y de atacar a
cualquiera que se acercara demasiado. Pero cuando vio a Bruno acercarse con
total serenidad, algo inesperado sucedió: en lugar de abalanzarse, Rex se quedó
quieto, sorprendido por la paz que desprendía el capibara.
-
¿No tienes miedo de mí? preguntó el cocodrilo con voz grave.
Bruno
lo miró con tranquilidad y sonrió suavemente.
-
No temo a quien no deseo dañar, respondió. No vine a pelear ni a huir. Solo
quiero beber un poco de agua y disfrutar del sol.
Rex,
acostumbrado a que todos lo evitaran o huyeran despavoridos, se sintió
desconcertado. La calma de Bruno era tan contagiosa que su propio enojo empezó
a disiparse. El río se llenó de un silencio apacible, roto solo por el canto
lejano de las aves.
Con
los días, Bruno siguió apareciendo en la orilla, y Rex empezó a esperarlo. Al
principio, lo hacía por curiosidad; luego, porque descubrió que al estar junto
al capibara su mente se aquietaba y su corazón latía con menos furia.
Poco
a poco, otros animales del bosque comenzaron a reunirse cerca del río. Sentían
que estar junto a Bruno les traía tranquilidad. El capibara no imponía respeto
con gruñidos ni fuerza, sino con una calma que desarmaba hasta al más agresivo.
Señor
Jesús esta historia nos invita a no juzgar a los demás por su apariencia o por
lo que otros dicen de ellos, sino a conocerlos por nosotros mismos. También nos
enseña que la verdadera amistad se basa en el respeto y la comprensión, incluso
entre quienes son muy diferentes.
Además,
muestra cómo el miedo muchas veces nace del desconocimiento, y que cuando nos
abrimos al diálogo y a la convivencia, podemos encontrar amigos en los lugares
más inesperados.
Jesús
la historia que hemos leído encierra una reflexión profunda sobre los prejuicios,
los estereotipos y la capacidad humana para cambiar la mirada sobre el otro.
Bruno
representa al ser que, influenciado por el entorno y la experiencia colectiva,
asume una postura de desconfianza frente a quien es diferente o históricamente
visto como amenaza. Rex, por otro lado, simboliza al individuo que, a pesar de
cargar con un estigma (en este caso, ser un cocodrilo), actúa con bondad,
rompiendo con los roles que le han sido impuestos.
El
encuentro entre ambos nos habla del valor de abrirnos a lo inesperado, de
revisar nuestros juicios iniciales y de dar espacio a nuevas relaciones basadas
en el reconocimiento genuino del otro, no en etiquetas heredadas.
En
un mundo adulto, donde muchas veces nos movemos condicionados por prejuicios
sociales, culturales o incluso políticos, esta historia es un recordatorio de
que la empatía, la apertura y la escucha activa pueden transformar vínculos y
derribar barreras invisibles pero poderosas.
Bruno
y Rex no solo se hacen amigos: nos invitan a cuestionar con honestidad nuestras
propias resistencias y a pensar cuántas oportunidades de conexión o crecimiento
perdemos por miedo o por ideas preconcebidas. Ayúdanos tú Señor Jesús a abrirnos
a tu presencia y a la presencia de los hermanos, aunque sean diferentes a
nosotros. Amén.