sábado, 7 de junio de 2025
2025
CICLO C
SOLEMNIDAD
DE PENTECOSTÉS
Celebramos hoy la solemnidad de Pentecostés,
la efusión del Espíritu Santo a toda la iglesia.
Como hemos escuchado en los hechos, El
Espíritu es Dios es libertad y no soporta vallas ni muros, ni siquiera de palabras
santas. Él rompe todos los candados y puertas.
- La primera puerta que se rompe es la
de una casa sin aire. Los apóstoles salen fuera de la casa y empiezan a hablar
con tanto entusiasmo que la gente creía que estaban borrachos, fuera de sí
mismos, aturdidos por una repentina irrupción de Dios. La iglesia primitiva encerrada,
derrotada y agotada, con miedo… y de repente se levantaron de su postración y
se enfrentan a una ciudad y empiezan a predicar: ¡El Jesús que mataste está
vivo! El cristianismo no se difunde por doctrinas ni prohibiciones, sino,
por la entrega amorosa y contagiosa de la pasión por Dios y por el hombre.
- La segunda
puerta que se abre nos lo dice el salmo: Envía tu Espíritu, Señor, y
repuebla la faz de la tierra. De toda la tierra, ninguna criatura excluida.
El Espíritu lo llena todo; no sólo soplada por el viento de Dios, sino llena.
Aunque no sea obvio, aunque siga corriendo ríos de sangre, locuras, guerras por
todas partes. El Espíritu repuebla, llena la tierra.
- La tercera
puerta que abre el Espíritu es en la unidad en la diversidad: Pues todos
nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu. Bendice la genialidad y la unicidad de cada uno, pide discípulos
creativos que no repiten las palabras de los demás: libres, ligeros y claros.
Y nadie puede reemplazarnos justo donde Dios nos ha colocado.
- La cuarta puerta
que abre el Espíritu es el futuro, la esperanza. El Espíritu nos guiará hacia
toda la verdad. Jesús no dice haberlo dicho todo, sino que nos habla con verbos
de futuro: el Espíritu vendrá, anunciará, guiará, hablará. Recordará cosas
viejas y descubrirá cosas nuevas. Él, todo un inventor.
- La quinta puerta que nos abre el Espíritu
es la paz ofrecida por Jesús de una manera única y personal. No solamente la
paz social, sino la paz del alma, del corazón del interior del ser humano. El
Espíritu realiza en nosotros la obra realizada en Santa María: encarna la
Palabra en mí, la hace crecer, y nos hace a todos madres de Dios.
Pentecostés es el anuncio de que no hay católicos
deprimidos. Nuestra pequeña barca nunca echará de menos el viento. Sin ansiedad
por la ruta, porque un viento libre y liberador sopla sobre nosotros. Y nos
hace a todos viento en su viento. Porque el Evangelio no está terminado, es
infinito, y crece con quienes lo viven. Crece contigo, crece con nosotros
ACCIÓN DE GRACIAS
Pentecostés siempre es hoy, nunca ayer.
El viento nos toca, pero no se ve, aliento
de vida, un soplo de fe.
Y juega, sugiere murmullo que habla y
pasa de nuevo y otra vez que pasa.
El fuego no quema, calienta las venas, nos
arde la sangre, parece una vela tan viva su luz que nunca se apaga, alegra su
llama, que siempre nos sana.
Todos sirven, todos comen, es mesa de
comunión.
Todos hablan y todos oyen, no es preciso
traducción.
Las caras son diferentes, un solo idioma:
el corazón.
Es que lo NUEVO nació en un tejido de
amor.
Amén
miércoles, 4 de junio de 2025
2025
MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:
LA
PRIMERA VEZ
Jesús
de nuevo estamos aquí para descubrir un poco más la voluntad del Padre sobre
cada no de nosotros y sobre nuestro mundo. Estamos junto a la Iglesia universal a la
espera del Espíritu Santo. Que este nuevo Pentecostés inunde nuestras vidas de sabiduría,
de coraje y sobre todo de más humanidad y humildad. Cada vez notamos que la
sociedad se vuelve más insensible y actúa con poca humanidad. Haz que nunca
perdamos la capacidad de ser y sentirnos humildes ante ti y ante los demás.
Escuchemos esta historia
La
primera vez: Era
una mañana tranquila en la estación. Un padre y su hijo adulto estaban por
subir al tren. Para muchos, era solo un viaje más, pero para ellos… era algo
muy especial.
El
hijo sostenía una pequeña mochila entre las manos, con una sonrisa que le
iluminaba el rostro.
-
Aquí tienes los boletos, dijo el padre, ofreciéndoselos con cariño. Recíbelos
tú.
-
Gracias, papá, respondió el joven con entusiasmo.
Subieron
al vagón, se acomodaron junto a la ventana, y cuando el tren comenzó a moverse,
el hijo no pudo contener su emoción:
-
¡Papá, mira!, dijo con voz emocionada. ¡Los árboles se quedan atrás! ¡Es
increíble!
Dos
pasajeras sentadas cerca se miraron entre sí y comenzaron a reírse con discreción.
-
¿Escuchaste eso? susurró una de ellas, intentando no ser escuchada. Se
sorprende por algo tan obvio…
-
¡Qué actitud tan infantil!, respondió la otra, disimulando una risa.
Mientras
tanto, el joven seguía mirando por la ventana con los ojos llenos de vida.
-
¡Papá, mira las nubes!, dijo de nuevo, como si cada detalle fuera un
descubrimiento. ¡Parece que corren con nosotros!
-
Y la gente en los campos… ¡mira qué pequeños se ven!
Las
mujeres comenzaron a mostrar algo de incomodidad.
Finalmente,
una de ellas no pudo contenerse más:
-
¡Señor! dijo con tono molesto, dirigiéndose al padre. ¿Por qué no lleva a su
hijo a un buen doctor?
El
vagón quedó en silencio por un instante. El padre los miró con calma, sin
molestia en el rostro, y respondió con voz serena:
-
Lo hice dijo. Justamente venimos del hospital.
Hubo
un pequeño silencio, y luego agregó:
-
Mi hijo nació ciego.
Hoy,
gracias a una operación que esperábamos hace años… ha recuperado la vista.
-
Y esta, dijo con una suave sonrisa mientras miraba a su hijo, es la primera vez
que ve el mundo.
Las
mujeres se quedaron en silencio, visiblemente avergonzadas. Mientras tanto, el
hijo seguía observando por la ventana, ajeno a todo, disfrutando el milagro que
vivía.
Señor
Jesús enséñanos a nunca burlarnos de lo que no entendemos. Tantas veces estamos
tan predispuestos a juzgar y a sacar conclusiones. Cada emoción, cada gesto,
cada palabra… puede tener detrás una historia que desconocemos. Señor enséñanos
a ser más humildes, gente con más y mejor corazón. Porque nos damos cuenta que
para nosotros algunas cosas pueden ser algo simples y sencillas, sin embargo,
para otros, ejemplo de este joven ciego de nacimiento, son una tremenda novedad
y disfrutan por ello. No juzguemos a nadie, quien sabe las razones que le
llevaron a actuar de aquella o de otra manera. Ciertos acontecimientos pueden
ser el primer día de su nueva vida, encierran una novedad abrumadora.
Jesús
enséñanos a no juzgar nunca a nadie, y sobre todo a no hacerlo rápido y veloz.
Dejemos que las cosas se vayan manifestando poco a poco y a su ritmo. Aprendamos
primero a escuchar, observar y reflexionar. No saquemos conclusiones a la
ligera. Pero sobre todo sobre todo, seamos más humanos, más comprensivos y más hermanos.
Amén
sábado, 31 de mayo de 2025
ACCIÓN DE GRACIAS
HACED DISCÍPULOS
Haced discípulos
míos, no maestros; haced personas, no esclavos; haced caminantes, no gente
asentada; haced servidores, no jefes.
Haced hermanos.
Haced creyentes, no
gente creída; haced buscadores de verdad, no amos de certezas; haced
ciudadanos, no extranjeros.
Haced hermanos.
Haced poetas, no
pragmáticos; haced gente de sueños y memoria, no de títulos, arcas y mapas; haced
personas arriesgadas, no espectadores.
Haced hermanos.
Haced profetas, no
cortesanos; haced gente inquieta, no satisfecha; haced gente evangélica, no
agorera.
Haced hermanos.
Haced sembradores,
no coleccionistas; haced artistas, no soldados; haced testigos, no
inquisidores; haced amigos de camino, no enemigos.
Haced hermanos.
Haced personas de
encuentro, con entrañas y ternura, con promesas y esperanzas, con presencia y
paciencia, con misión y envío.
Haced hermanos.
Haced discípulos
míos; dadles todo lo que os he dado; descargad vuestras espaldas y sentíos
hermanos.
Amén.
2025
CICLO C TIEMPO DE PASCUA.
ASCENSIÓN
DEL SEÑOR
La experiencia de la Resurrección de
Jesús posibilita a los discípulos seguir adelante. La certeza de que, al ser
resucitado, Él no se aleja, no abandona, sino que ya ha cumplido su misión:
bajó a nosotros, se abajó hasta las profundidades de la tierra para que
pudiéramos recibir la vida, y para siempre. La Ascensión no es algo diferente a
la Resurrección, sino que es una dimensión más de esa experiencia de vida nueva
de quien se había entregado por amor y ahora se encuentra de otro modo entre
nosotros.
Según el sugestivo relato de Lucas,
Jesús vuelve a su Padre bendiciendo a sus discípulos. Es su
último gesto. Jesús deja tras de sí su bendición.
La bendición es una práctica arraigada
en casi todas las culturas como el mejor deseo que podemos despertar hacia
otros. El judaísmo, el islam y el cristianismo le han dado siempre gran
importancia. Y, aunque en nuestros días ha quedado reducida a un ritual casi en
desuso, no son pocos los que subrayan su hondo contenido y la necesidad de
recuperarla.
Bendecir es, antes que nada, desear el
bien a las personas que vamos encontrando en nuestro camino. Querer el bien de
manera incondicional y sin reservas. Querer la salud, el bienestar, la
alegría... todo lo que puede ayudarles a vivir con dignidad. Cuanto más
deseamos el bien para todos, más posible es su manifestación.
Bendecir es aprender a vivir desde una
actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que dice bien de los
demás vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el
miedo, la hostilidad o la indiferencia. No es posible bendecir y al mismo
tiempo vivir condenando, rechazando, odiando.
El que bendice no hace sino evocar,
desear y pedir la presencia bondadosa del Creador, fuente de todo bien. Solo se
puede bendecir en actitud agradecida a Dios. Siempre hace bien al que la recibe
y al que la practica. Quien bendice a otros se bendice a sí mismo. La bendición
queda resonando en su interior como plegaria silenciosa que va transformando su
corazón, haciéndolo más bueno y noble.
Ahora Jesús nos dejó la tarea de ser sus
testigos, como signos de amor y de cuidado, de conexión íntima con los demás.
Ahora es el tiempo de ser testigos de él, vivir “a su modo”, de dar testimonio
personal de Cristo, de su persona, su vida, muerte y resurrección por amor al
Padre y a la humanidad. Toca ser evangelios vivos.
Tarea nada fácil en medio de este mundo
en el que parece que la injusticia, el egoísmo y la codicia están teniendo la
última palabra. Estamos siendo testigos del tremendo sufrimiento y dolor que
esto está causando a tantos miles de hermanos y hermanas en guerras
prolongadas, en fronteras cerradas, en pobreza y desolación. Es aquí, en medio
de nuestra realidad cotidiana, en la que somos llamados a dar un testimonio de
Esperanza y de Amor sin medida. Fortalezcámonos en la alegría y la valentía
pascuales. Él no nos deja solos.
miércoles, 28 de mayo de 2025
MEDITACIÓN
EUCARISTICA
Dos
cuervos en el desierto
Querido
Jesús en esta tarde nos acercamos a ti y estar unos momentos contigo para
respirar hondo y aprender un poco más sobre como perseverar contigo a pesar de
las circunstancias de la vida. Tu siempre estás a nuestro lado.
En
la vida nos enfrentamos a desafíos que parecen imposibles de superar. Hay
momentos en los que todo a nuestro alrededor nos invita a rendirnos, a pensar
que ya no hay salida. Pero es precisamente en esas situaciones donde la
presencia de Jesús se hace más real y poderosa.
Él
no solo nos da fuerzas para resistir, sino que también nos inspira a mirar las
cosas desde otra perspectiva. Nos recuerda que la perseverancia no es una
simple terquedad, sino una expresión de fe. Y la creatividad no es solo
inventiva humana, sino también una chispa divina que Él enciende en nosotros
para encontrar caminos donde parece que no los hay. Escuchemos
Dos
cuervos en el desierto: Era un mediodía caluroso y seco. Dos cuervos
caminaban por un campo desierto, con las alas algo caídas y el pico
entreabierto. El sol caía con fuerza sobre ellos, y el calor empezaba a hacer
mella en su ánimo.
-
No puedo más…dijo el primer cuervo, jadeando mientras avanzaba. Te juro que me
estoy deshidratando. Si no bebo algo pronto…
-
¡Mira allá! interrumpió el segundo cuervo con entusiasmo. ¡Una jarra! Tal vez
tenga agua.
Con
las pocas fuerzas que les quedaban, batieron las alas y volaron hasta el lugar.
Se posaron en el borde de la jarra, emocionados. En efecto, había agua… pero
estaba demasiado baja.
-
No alcanzo a beber nada, dijo el primer cuervo, estirando el pico sin éxito.
-
Yo tampoco… añadió el segundo, suspirando. Qué frustración.
-
Supongo que no hay nada que hacer… dijo el primero, ya resignado. Nos tocó
rendirnos.
-
¡Espera! exclamó su compañero, sacudiendo las plumas. No nos rindamos tan
fácil. Tiene que haber una forma. Vamos a pensar.
Ambos
guardaron silencio unos segundos, tratando de encontrar una solución. Entonces,
el segundo cuervo levantó la cabeza, con una chispa de idea en los ojos.
-
¡Ya sé! dijo emocionado. ¡Traigamos piedras!
-
¿Piedras?
-
Sí. Si tiramos piedras dentro de la jarra, el agua subirá y podremos
alcanzarla.
Sin
perder más tiempo, comenzaron a buscar pequeñas piedras cerca del lugar.
Volaban, recogían una y la dejaban caer dentro de la jarra.
-
¡Funcionó! gritó el primero al ver que el agua subía un poco.
-
¡Vamos por más! respondió el otro cuervo.
Y
así lo hicieron. Una a una, lanzaron más piedras dentro de la jarra. El nivel
del agua subía lentamente, pero con cada esfuerzo se acercaban más a su
objetivo. Finalmente, después de varios intentos, el agua llegó a la altura
necesaria. Ambos cuervos pudieron beber al fin. Se miraron en silencio,
aliviados y orgullosos de no haberse rendido.
A
veces, cuando las soluciones parecen imposibles y el cansancio nos gana,
rendirse puede parecer la única opción. Pero como los cuervos de esta historia,
siempre existe una alternativa si nos damos un momento para pensar con calma y
actuar con ingenio. La perseverancia y la creatividad, incluso en las
situaciones más difíciles, pueden abrir el camino hacia lo que parecía
inalcanzable. No se trata solo de tener fuerza, sino de saber usar la cabeza y
no rendirse antes de intentarlo todo.
Señor
Jesús contigo queremos aprender que los límites no siempre significan el final,
sino una oportunidad para crecer, para confiar más, para intentar de nuevo con
inteligencia y esperanza. Tú nos enseñas que no hay esfuerzo perdido cuando lo
damos todo con amor, fe y humildad.
Así
pues no nos rindamos nunca. Ora, piensa, crea, intenta… y vuelve a intentarlo.
Porque con Jesús, hasta lo inalcanzable se vuelve posible. Amén.
domingo, 25 de mayo de 2025
sábado, 24 de mayo de 2025
Hoy en la Eucaristía del Hospital de La Pedrera, como cierre
de la campaña del enfermo 2025, y coincidiendo con el VI domingo de Pascua,
hemos celebrado la Pascua del Enfermo con el lema “En esperanza fuimos
salvados”.
Este año 2025 la Campaña del Enfermo Ha estado marcada por
celebrarse en un año Jubilar y, como propuso el papa Francisco: “ser
peregrinos de esperanza, también con los enfermos”.
El próximo sábado se efectuará la Unción de Enfermos, para
los pacientes del Hospital de la Pedrera que la deseen recibir, en la
Eucaristía que se celebrará a las 12 horas.
RENOVACIÓN DE
LAS PROMESAS MATRIMONIALES
El domingo 1 de junio en la eucaristía de las 11 horas
Renovación de las promesas matrimoniales.
Los interesados en renovar sus promesas, rogamos pasen por la sacristía
para dar sus nombres así como los que celebren las bodas de plata o bien las
bodas de oro lo indiquen en la sacristía.
Sed felices en este tiempo, en esta
tierra y en estas circunstancias que os tocan vivir.
Sed felices, porque eso es lo más fuerte
para invertir las situaciones, aniquilar los odios y establecer la paz
duradera.
Sed felices, porque la miseria puede ser
vencida y el hambre dejar de ser pesadilla.
¡El reino germina cuando se comparte con
alegría!
Sed felices, porque la felicidad es lo
único que necesitan la justicia y la ternura para atravesar las noches oscuras y
crear una humanidad nueva.
Sed felices, pues para eso habéis nacido
y habéis recibido el Espíritu, y yo me he comprometido con vosotros hasta el
límite.
Sed felices ¡y que se note! Amén.
2025 CICLO C
TIEMPO DE PASCUA VI
El evangelio nos enseña tres verdades:
- Al que me ama, mi
Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. De esta
promesa de que Dios y Jesús habitarán en nosotros hablamos poco. Pero el
evangelio nos recuerda que se trata de una realidad que no debemos pasar por
alto. Cuantas personas queridas o acontecimientos que han sucedido, siguen
“vivos dentro de nosotros”. Una reflexión parecida deberíamos hacer sobre cómo
Dios está presente dentro de nosotros e influye de manera decisiva en nuestra
vida. Y todo eso lo deberíamos ver como una prueba del amor de Dios. Por otra
parte, decir que Dios viene a nosotros y habita en nosotros supone una novedad
capital con respecto al Antiguo Testamento. Dios no es ya un ser lejano, que
impone miedo y respeto, un Dios grandioso e inaccesible. Tampoco viene a
nosotros en una visita ocasional. Decide quedarse dentro de nosotros.
- A la presencia del Padre y de Jesús se
añade la del Espíritu, con la doble misión de enseñar cosas nuevas y recordar
las pasadas. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad os guiará hasta la
verdad plena. Parece casi herético decir que Jesús no nos transmite la
verdad plena. Pero así lo dice él. Y la historia de la Iglesia confirma que los
avances y los cambios, imposibles de fundamentar en los hombres que la dirigen,
se producen por la acción del Espíritu. El Espíritu Santo os recordará, os
enseñará, os volverá a traer al corazón, reavivará todas las cosas de Jesús. Grabará
en vuestros corazones gestos y palabras de Él, de cuando pasó y curó la vida.
- El tercer elemento que hoy destacamos
es el don de la paz. Jesús al encontrarse con los suyos la primera palabra que
brota de su corazón es: ¡Paz a vosotros! El Papa León también lo
entendió bien, fijando su primer mensaje en este sueño de paz.
Pero Jesús da una certeza, no un deseo;
dice que la paz ya está aquí, está en las manos y en el corazón: Yo os doy mi
paz, pero no como la da el mundo. La paz desciende, la paz llueve sobre los
corazones de los hombres. Una paz que no se compra ni se vende; un don
que se convierte en conquista con paciente artesanía.
Para ello hay que rechazar los verbos
malditos de la guerra: tomar, saquear y apoderarse incluso de lo que no es
tuyo; alzarse, buscar prestigio y grandeza, ser el más grande; dominar, la
seducción y prostitución del poder.
A éstos, Jesús contrapone a lo largo de
su evangelio varios verbos benditos: dar, compartir, ser generosos, bajar, como
el buen samaritano y se inclina sobre el dolor; servir, verbo de valientes.
Morada. Espíritu. Paz. Palabras
impregnadas de ligereza y aliento ardiente. La paz sólo se hace plantando
pequeños oasis de alianza allí donde estamos llamados a vivir, cada uno con su
palmerita de paz plantada en el desierto de la historia.
miércoles, 21 de mayo de 2025
MEDITACIÓN
EUCARÍSTICA:
El
anciano relojero
Señor
Jesús aquí estamos de nuevo en tu presencia, una presencia que nos sosiega y
nos calma; una presencia necesaria para que los avatares de la vida y las preocupaciones
cotidianas no nos desmoronen ni nos dispersen. En ti encontramos el sentido de
las cosas y de la vida. Sin ti iríamos sin rumbo y todo el día estresados y
ajetreados. Enséñanos a vivir con plenitud nuestros momentos, pues son
importantes pues ya nunca volverán. La vida tenemos que vivirla en el aquí y
ahora, saboreando cada instante y sin que jamás se nos escape de las manos
tantas oportunidades y tantas ocasiones de ser felices.
El
anciano relojero y su nieta: Un anciano relojero recibía todos los
días a su nieta de ocho años en su pequeño taller de relojes. La niña observaba
fascinada cómo su abuelo trabajaba con precisión cada pieza, mientras le
preguntaba:
-
Abuelo, ¿por qué sigues haciendo relojes de arena cuando todos tienen relojes
digitales?
El
anciano sonrió, tomando un reloj de arena recién terminado entre sus manos.
-
Mira este reloj, Lucía. ¿Qué ves?
-
Arena que cae, respondió ella encogiéndose de hombros.
-
Exacto. Pero hay algo más. Observa cómo la arena nunca se apresura, nunca se
detiene. Simplemente fluye a su ritmo, siempre constante.
La
niña lo miró confundida.
-
Continuó el abuelo: Las personas hoy están obsesionadas con el tiempo que les
falta. Miran sus relojes digitales con ansiedad, contando minutos, segundos...
siempre corriendo, siempre estresados.
Giró
el reloj de arena.
-
Este reloj nos enseña algo diferente. Nos muestra que el tiempo no se recupera.
Cada grano que cae, como cada momento de nuestra vida, no regresa jamás. No
podemos pausarlo, ni acelerarlo.
Mientras
hablaba, señaló la arena que fluía lentamente.
-
El tiempo no es para medirlo con impaciencia, sino para vivirlo con atención.
No importa cuántos granos de arena te queden, sino qué haces mientras caen.
Aquel
viernes, cuando Lucía llegó de la escuela, encontró a su madre llorando. El
abuelo había fallecido repentinamente. Entre sus pertenencias, había dejado una
cajita para ella. Dentro estaba el reloj de arena que habían observado juntos,
con una nota:
-
Querida Lucía:
Cuando
sientas que el mundo va demasiado rápido, observa este reloj. Te recordará tres
verdades:
1.
Como la arena, tus días son finitos.
2.
Cada grano es un momento que no volverá.
3.
La belleza está en fluir sin prisa ni pausa.
No
cuentes el tiempo. Haz que el tiempo cuente.
Con
amor, Abuelo.
Veinte
años después, Lucía, ahora era medico de un hospital importante, mantenía aquel
reloj en su consultorio. Cuando la presión la abrumaba, lo giraba y respiraba
al ritmo de la arena. A veces, lo mostraba a sus pacientes más angustiados,
compartiendo la sabiduría de su abuelo.
Jesús
ayúdanos a entender que todos somos relojes de arena. Y la verdadera riqueza no
está en tener más tiempo, sino en saber honrar cada grano que cae. Enséñanos a
aprovechar bien nuestro tiempo y todas las oportunidades que le acompañan. Es
una invitación a la presencia, a la conciencia plena, a vivir con intención.
Porque el tiempo, aunque parezca abundante, es finito, y lo que realmente
cuenta es cómo lo vivimos, no cuánto tenemos. Que no dejemos escapar tanta vida
y tantas ocasiones para ser felices y hacer felices a los demás. Que tu
presencia siempre nos acompañe y así poder disfrutar de ella y de todo lo bueno
que trae y nos ofreces siempre. Guíanos tu por el camino de la vida a veces tan
complicado y estresado, tan lleno de obstáculos y dificultades. Amén.