miércoles, 10 de septiembre de 2025


 

 

2025 Adoración eucarística:

El águila y el escarabajo

Señor Jesús sacramentado en esta arde venimos a ti para sentirnos sosegados gracias a tu presencia y porque nos comunicas siempre tu fuerza y ​​energía.  En muchos momentos de la vida nos sentimos débiles y pequeños y nuestro corazón se enorgullece a pesar de nuestra pequeñez e insignificancia. Sin embargo, tú nos enseñas que, a través de la tenacidad, aunque seamos criaturas humildes, no poseemos la fuerza o el poder, somos muy amados por ti y por nuestro Padre Dios.

Lo pequeño e insignificante puede ser estupendo: porque todos, independientemente del tamaño o estatus, tenemos un rol que jugar y podemos causar un impacto, especialmente cuando se sienten impulsados ​​por una causa justa. No hay nada tan pequeño como para no tener poder o influencia.

Escuchemos esta historia:

El águila y el escarabajo: una lección de humildad. En un campo soleado, una liebre huía desesperada de un águila hambrienta. Al verse acorralada, pidió ayuda a un escarabajo, quien, pese a su tamaño, intentó interceder. El águila, despreciando al pequeño insecto, devoró a la liebre sin piedad. Este acto desató una cadena de eventos que demostraría que nadie es tan insignificante como para no causar impacto.

Movido por la injusticia, el escarabajo comenzó a observar los nidos del águila. Cada vez que encontraba uno, rodaba los huevos hasta que caían al suelo, destruyéndolos. El águila, incapaz de proteger sobre crías, acudió a Zeus en busca de ayuda. Zeus le ofreció su regazo como refugio para los huevos. Sin embargo, el escarabajo, al enterarse, voló hasta el dios y dejó caer una bola de estiércol sobre él. Zeus, al intentar limpiarse, arrojó los huevos sin querer, destruyéndolos. Desde entonces, las águilas evitan anidar durante la temporada en que los escarabajos están activos.

Jesús que enseñó y que lección de humildad: El poder no siempre tiene la última palabra. El águila, por más fuerte y majestuosa que sea, subestima la capacidad de un ser pequeño y, en su arrogancia, destruye algo frágil, como la liebre. Sin embargo, en la venganza del escarabajo, el águila se enfrenta a su propio golpe, demostrando que incluso los más poderosos pueden ser derrotados por factores fuera de su control. La humildad, entonces, radica en reconocer que el poder y la fuerza no garantizan la invulnerabilidad.

Esta historia refleja, entonces, que la humildad no sólo está en reconocer nuestras propias limitaciones, sino también en comprender que, aunque el poder pueda dominar temporalmente, siempre existen fuerzas invisibles o subestimadas que pueden alterar el curso de las cosas.

Ayúdanos a Jesús a no menospreciar a quienes parecen pequeños o débiles. Incluso los más humildes pueden tener el poder de cambiar el curso de los eventos. La verdadera fuerza radica en la astucia, la perseverancia y el coraje.

Recordemos que, en ocasiones, las personas que menos esperamos pueden ofrecernos las lecciones más valiosas. Así como el escarabajo utilizó su ingenio para vengar a la liebre, nosotros también podemos encontrar formas creativas de enfrentar desafíos y adversidades.

Esto nos enseña a valora a todos por igual: No importa el estatus o apariencia; cada individuo tiene sus mujeres y sus talentos para ofrecer a los demás. Pero para respetar al otro debemos escuchar activamente: Presta atención a las ideas y opiniones de los demás. Siempre podremos aprender algo nuevo.

Señor haz que actuemos con integridad: Hagamos lo correcto, incluso cuando nadie esté mirando. La venganza del escarabajo, que incluso lega a desafiar a Zeus, también sugiere que las fuerzas de la naturaleza, representadas por seres como el escarabajo, no se dejan doblar fácilmente. A veces, la justicia o el equilibrio se restablecen de modos inesperados.

Aprendemos de la Virgen María, ella es modelo de humildad porque reconoce su condición de criatura ante Dios y se pon a sí misma al servicio del prójimo. Su humildad no es una debilidad, sino una fortaleza que la hizo "llena de gracia" y un instrumento para la salvación. La lección de su humildad enseña que el camino para ser exaltado es el servicio, la pequeñez y el "sí" a la voluntad de Dios, lo que le permite recibir grandes mujeres y ser elevada al Cielo.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Inscripciones Catequesis de Confirmación 

para jóvenes y adolescentes que estén cursando 2º y 3º de la ESO, o tengan 13 – 14 años, así como los adultos interesados en recibir el sacramento de la confirmación.

Inscripciones en la sacristía de la Parroquia.

 


 

Lunes 15 de Septiembre - 

FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Para prepararnos a  la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores ,  los días: Miércoles 10, Jueves 11 y Viernes 12, a las 19’30 horas tendremos el rezo de la Corona y a continuación, Triduo preparatorio en la misa de las 20 horas.


 

Inscripciones a la Catequesis de Primera Comunión

Para todos los niños que durante el periodo de preinscripciones a la catequesis de Primera Comunión no pudieron inscribirse.

Los días 16 y 17 de septiembre de 18 a 19’30 horas, podrán formalizar las inscripciones a la catequesis de Primera Comunión.


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Podría seguir así, tirando más o menos como hasta ahora, manteniendo el equilibrio prudentemente, justificando mis opciones y decisiones, diciendo sí, aunque todo sea a medias.

Pero también puedo ser… discípulo.

Más que nunca quiero ser dueño de mis hechos y vida, no renunciar a la libertad conseguida, entregarme a los míos con cariño, y tener esa serena paz del deber bien cumplido.

Puedo cargar con mi cruz, quizá con la tuya; también complicarme la vida y hablar de tu buena noticia y sembrar nuevas utopías.

Anhelo hacer proyectos, proyectos vivos y sólidos para un futuro más humano y solidario; deseo trabajar, ser eficaz, dar en el clavo y acertar.

Soy capaz de pararme y deliberar, escuchar, contrastar y discernir; a veces, me refugio en lo sensato, otras, lanzo las campanas al vuelo.

Puedo entretenerme en cosas buenas, agradecer, día a día, mi tarea, mi suerte, mis amigos, mis estudios, mi vida sana y solvente.

Pero también puedo ser… discípulo.

No siempre acabo lo que emprendo; otras arriesgo y no acierto, o me detengo haciendo juegos de equilibrio; me gusta dejar las puertas abiertas, por si acaso, y la agenda con huecos…

Pero también puedo ser… discípulo.

Amén.


 

2025 CICLO C

TIEMPO ORDINARIO XXIII

 

El evangelio de san Lucas nos presenta una invitación de Jesús a seguirlo, tomando nuestra cruz y renunciando a todos nuestros bienes.

¿Qué significa seguir a Jesús, a qué hemos de renunciar?  Jesús nos pide unas renuncias concretas: dejar padre y madre, dejar hijos, tomar la cruz y renunciar a todos los bienes ¿Cómo entenderlo?

No es dejar abandonados a nuestros familiares en sus necesidades o en su vejez, en triste soledad. Jesús en la cruz, antes de morir no abandona a su madre, se la confía a Juan: “Ahí tienes a tu madre”, le dice al discípulo. Jesús jamás abandonó a su madre.

Si alguien no me ama más que a su padre, madre, esposa, hijos, hermanos, hermanas e incluso a su propia vida, no puede seguirme. Siete objetos de amor son el mapa de nuestro tesoro, la ruta de nuestra felicidad. Pero quién puede decir: ¿te amo Jesús, más que a mi hijo y a mi madre?

- Pero notemos que el discurso de Jesús gira en torno al verbo amar más. ¿Amas a tus seres queridos? Hazlo con todo el cariño que puedas, pero no caigas en la idolatría de la familia, sino abre tu corazón más allá de las paredes de tu casa. Quien está tan apegado a las relaciones familiares que no es libre, se hace un grave daño, ante todo a sí mismo.

Amarás a Dios «con todo tu corazón» significa que no tendrás un corazón doble, sino sencillo, unificado, sin engaños. Amarás a Dios con todo tu corazón, pero al mismo tiempo también a tu prójimo. Los amarás sin reservas, porque los amores a medias son la negación del amor.

- Luego Jesús sube el listón: Quien no lleva su cruz... no puede... ¿Qué cruz? Dios no recibe gloria del sufrimiento de nadie, incluso Jesús habría preferido prescindir de él. Dios no está a favor del sufrimiento, sino del amor. Solo que amar cuesta, es pasión y sufrimiento a la vez: «donde pongas tu corazón, allí encontrarás también tus espinas».

- Si uno no renuncia a todo... Palabras peligrosas, que al comprenderlas bien resultan hermosas: no te dejes absorber por las cosas; aprende no a tener más, sino a amar bien. Un hombre vale lo que vale su corazón, y no lo que vale su cuenta bancaria. Esto es evangelio. Solo posees lo que has dado, eso nadie te lo quitará jamás. En cambio, todo lo que hayas retenido acabará poseyéndote a ti: todo lo que no sirve pesa (Madre Teresa de Calcuta).

Hemingway, en El viejo y el mar, cuenta la historia de un viejo marinero que zarpa con un barco nuevo, pero llega una tormenta y tiene que tirar todo al mar, pieza por pieza. Al final, solo le queda una pequeña tabla rota que flota y a esa se agarra. Eso es la fe, ir flotando en la tormenta, como podamos, como sepamos. Seguros de que hay una orilla, un puerto para cada naufragio.

La cruz va llegando, no hay que buscarla, lo que hemos de hacer es no renunciar a ella, asumirla con valentía y generosidad. Dios no nos creó para sufrir, los dolores hemos de evitarlos, pero hemos de asumir con valor todo aquello que suponga renuncia, que suponga generosidad, que suponga ayudar a tanta necesidad que encontraremos a nuestro lado.

miércoles, 3 de septiembre de 2025


 

2025 Meditación eucarística:

El rey y sus cuatro esposas

 En la presencia viva de Jesús Sacramentado, hagamos una pausa profunda en nuestro interior. El Señor quiere hablarnos al corazón, para recordarnos lo que verdaderamente importa. Porque él nos ama con un amor eterno, y nos invita a recordar que esta vida es breve, que todo pasa. Por eso valoremos lo mejor que tenemos, nuestra fuerza interior y su amor gratuito a todos. Escuchemos esta interesante historia

El rey y sus cuatro esposas: Había una vez un rey que tenía cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás, la adornaba con costosos vestidos y la complacía con las delicadezas más finas. Solo le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.

La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca. Sin embargo, él no amaba a su primera esposa, y aunque ella le amaba profundamente, apenas se fijaba en ella.

Un día, el rey enfermó y se dio cuenta que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló: Ahora tengo cuatro esposas conmigo, pero cuando muera... ¡estaré solo! Así que le preguntó a su cuarta esposa:

- Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?

- ¡Ni pensarlo! contestó la cuarta esposa, y se alejó sin decir más palabras.

Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso. El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa:

- Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?

- ¡No! Contestó rotunamente su tercera esposa. ¡La vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras, pienso volver a casarme!

Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío. Entonces preguntó a su segunda esposa:

- Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?

- ¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez! Contestó la segunda esposa. Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte.

Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey. Entonces ya muy abatido escuchó una voz:

- Me iré contigo y te seguiré donde sea que tú vayas. El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: ¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!

Señor Jesús que dura es la vida porque en realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas. Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuánto tiempo y esfuerzo invertimos en hacerlo lucir bien, nos dejará al morir. Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Al morir, irán a parar a otros. Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuánto nos hayan sido de apoyo aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro. Y nuestra primera esposa es el espíritu, frecuentemente se le ignora en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará donde quiera que vayamos.

Así que..., ¡Cultivémosla, fortalezcámosla y cuidémosla ahora! Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo. Señor ayúdanos a dejarla brillar, que nuestra alma sea el reflejo de tu inmenso amor sobre cada uno de nosotros. Amén

miércoles, 27 de agosto de 2025


 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

El lobo que volvió a la puerta

Señor Jesús aquí estamos de nuevo para acompañarte durante unos momentos y estamos convencidos que todo lo que hacemos por amor, algún día volverá a nosotros. Tú nos dijiste que hiciéramos siempre el bien sin mirar a quien. Lo importante son los gestos de bondad, de cariño y de generosidad que jamás se perderán en el olvido.  Escuchemos esta interesante historia.

El lobo que volvió a la puerta: En un pequeño pueblo de montaña, Claudia Ramírez vivía sola desde que enviudó. Su casa estaba rodeada de bosques espesos, y aunque la soledad a veces pesaba, encontraba paz en el silencio. Una noche de invierno, hace más de quince años, escuchó un ruido extraño fuera: un gemido, casi un llanto.

Al abrir la puerta, encontró un cachorro de lobo, empapado por la nieve, temblando y con una pata herida. Claudia dudó. Sabía lo que significaba un lobo tan cerca: miedo, precaución, peligro, pero al mirarlo a los ojos vio algo distinto. Lo levantó con cuidado y lo metió en la casa. Le curó la pata con vendas, lo secó junto a la chimenea y le dio restos de carne que tenía para su cena.

Durante semanas, el cachorro, al que llamó Kuma, se recuperó. Jugaba en el patio, dormía al pie de su cama y la seguía por la casa como una sombra silenciosa. Pero Claudia sabía que no podía quedarse con él para siempre. Kuma pertenecía al bosque. Una mañana, lo llevó hasta un claro y, con el corazón encogido, lo dejó ir. Él la miró por última vez antes de desaparecer entre los árboles.

Pasaron los años. Claudia envejecía, sus pasos eran más lentos y las noches más largas. Un invierno especialmente duro, la nieve cubrió la puerta de su casa y ella cayó enferma. Apenas podía levantarse para encender la chimenea o buscar leña. Una madrugada, un ruido fuerte la despertó. Pensó que era el viento… hasta que escuchó un aullido.

Se asomó a la ventana y lo vio: un enorme lobo gris, de pelaje espeso y mirada penetrante, estaba frente a su puerta. No parecía hostil. En sus fauces traía un conejo recién cazado, que dejó en el umbral.

Claudia, débil, abrió la puerta. El lobo la miró fijamente y, en un instante, lo reconoció: aquellos ojos eran los de Kuma. No entró en la casa, pero tampoco se marchó. Durante semanas, cada amanecer, aparecía con algo de comida: un ave, un trozo de carne, lo que pudiera cazar.

A veces se quedaba tumbado a pocos metros, vigilando.

Con el tiempo, Claudia recuperó fuerzas. Un día, salió hasta el claro donde lo había liberado tantos años atrás. Kuma estaba allí, como si la esperara. Se acercó despacio, ella extendió la mano y él, sin miedo, inclinó la cabeza para que lo tocara.

No se volvieron a ver después de ese día. Pero Claudia nunca olvidó lo que significaba: El bosque no olvida a quien le da una oportunidad. Y un acto de bondad, por pequeño que parezca, puede regresar a ti… incluso con patas y colmillos.

Señor Jesús a veces creemos que nuestras buenas acciones se pierden en el tiempo. Pero la vida, de alguna forma, siempre recuerda dónde sembraste amor. Y un día, sin aviso, florece lo que creías olvidado. Nuestras buenas acciones no caen en el olvido. Todo aquello que hicimos con el alma, desde el cariño o la bondad, tiene eco, y siempre deja huella.

Dios ve cada acto de bondad, cada semilla de amor sembrada en Su nombre. El amor que siembras nunca se pierde, simplemente florece cuando menos lo esperas. Y aunque no siempre veamos los frutos de inmediato, Su Palabra nos asegura que a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

Nada de lo que hagas por amor a Cristo es en vano. Dios nunca olvida donde sembraste con fe. A veces sentimos que nuestras buenas acciones no producen fruto. Que amar, perdonar, dar o ayudar no hace diferencia en un mundo que parece indiferente. Pero nosotros no sembramos para ser vistos por el hombre, sino para agradar a Dios.  Y Dios, nuestro Padre justo y fiel, ve cada obra, cada lágrima, cada acto oculto hecho por amor.

La misma vida tiene memoria para el amor, para el bien, para los gestos sinceros. Y, aunque no siempre lo veas de inmediato, un día vuelve a ti en forma de consuelo, de bendición, de sonrisa inesperada. No nos cansemos, pues, de hacer el bien. Sembremos con fe. Aunque no veamos aún el fruto, Dios lo está preparando. Porque cuando siembras amor en Cristo, la cosecha es eterna. Amén

sábado, 23 de agosto de 2025


 

ACCIÓN DE GRACIAS

Señor, todos queremos ser felices, plenamente felices.

Tú has puesto en nuestro corazón el deseo de una felicidad infinita.

Pero no siempre acertamos a entrar por la puerta que conduce a esa felicidad, a esa salvación.

Y, a veces, llegamos a pensar que no existe esa puerta, que nunca podremos disfrutar una felicidad a la medida de nuestro corazón.

Pero tú, Jesús, nos dices que existe una puerta que nos hace entrar en la familia del Padre, en el calor de su casa.

Tú, Jesús, eres la puerta, el paso hacia la salvación, hacia la felicidad que colmará todos nuestros deseos.

Eres la puerta que nunca está cerrada, que está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios.

Tú eres una puerta abierta, también y de forma especial a los que nos sentimos pecadores.

Tú nos esperas para abrazarnos, para perdonarnos, para curarnos, para transformar y renovar nuestra vida, para llenarla de alegría plena y duradera.

Señor, tu puerta, la puerta de la felicidad es estrecha, está abierta a todos, pero no está abierta a todo.

No caben todos nuestros caprichos, no cabe el orgullo, el egoísmo, la mentira, la injusticia que hace sufrir a tanta gente...

Ayúdanos a saber renunciar a todo lo que nos aleja de tu perdón, de tu alegría, de tu misericordia y así, tú puedas llenar nuestro corazón con el amor más grande y la felicidad que no menguará jamás.

Amén.

 


 

2025 CICLO C 

TIEMPO ORDINARIO XXI

En el texto evangélico de este domingo, vemos cómo Jesús se encamina hacia Jerusalén. Tiene clara la meta de su viaje. Allí consumará su entrega y su servicio de amor. Así nos salva porque ese amor libera, salva y redime.

Jesús va pasando por varias ciudades donde predica la buena nueva. Uno le interpela con una pregunta: ¿son pocos los que se salvan? Jesús responde no con números sino indicando cuál es el camino que lleva a la salvación, al que se accede por una puerta estrecha. La puerta estrecha es Él. Es el proyecto de Dios en Cristo para la humanidad, un proyecto de amor, servicio y entrega. Eso es lo que significa la estrechez.

La puerta-Cristo es estrecha porque él se dona, se da, se desvive con misericordia; no se mira a sí mismo, sino que constantemente se abre y se entrega. Este camino de descentramiento de uno mismo y de afianzamiento en el amor y la misericordia conduce a la Vida. Este camino de amor es el Reino de Dios, el proyecto de Dios.

El Cristo que sube a Jerusalén es el icono más claro de kénosis, vaciamiento, desprendimiento, entrega, servicio supremo, estrechez máxima para sí mismo en favor de los demás. Este proyecto se ofrece a todos sin prerrogativa ninguna de raza y mérito por eso alguno demasiado de sí mismos puede llevarse una sorpresa: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.

En resumen, la salvación no está, pues, en cuántos sino en la decisión valiente de cruzar la Puerta. ¿Pero qué significa la salvación?

- La salvación consiste en vivir como hijos de Dios, hermanos de todos los hombres y señores de las cosas. Es la felicidad completa.

- Comenzamos a disfrutar de la salvación en esta tierra y la podremos gozar en plenitud cuando termine nuestro peregrinar y lleguemos a nuestra verdadera patria.

- Es un don de Dios que ofrece a todos. Dios quiere que todos nos salvemos. Dios nos salva de todo lo que nos hace infelices y además nos ofrece la posibilidad de vivir como hijos suyos.

- Es un don que debemos acoger en la vida, entrando por la puerta estrecha de la solidaridad, de la austeridad, del compartir, de dar la vida.

- No importa saber si se salvaran muchos o pocos. Importa salvarse y ayudar a que otros se salven, a que sean felices en esta tierra y por toda la eternidad

¿Cuántas veces hemos oído aquello de lo importante es no hacer mal a nadie? Es esencial trabajar en pro de la justicia, del bienestar, y del progreso de los pueblos. Pero, para eso, no hace falta ser cristiano, con ser un buen ciudadano bastaría. La novedad de un cristiano estriba en que una vez descubierto a Jesús como el mejor tesoro, es urgido y empujado a sembrar el bien arrastrado e interpelado por la presencia de Dios en su vida.

miércoles, 20 de agosto de 2025


 

Meditación eucarística:

Maestro para siempre

 

Querido Jesús sacramentado en esta tarde venimos para contemplarte como el Maestro eterno que enseñas desde la vida, desde el altar, desde la cruz, desde la Eucaristía.

Enséñanos Maestro, desde el silencio de tu Presencia real, abre nuestros oídos para escuchar, nuestra mente para comprender y nuestro corazón para recibir.

En la historia, muchos maestros han guiado con palabras, con libros, con ideas. Pero tú, Jesús, enseñas con tu vida… y sobre todo, con tu entrega.

Tu Cátedra no fue de mármol, fue la cruz. Tu aula no tuvo paredes, tuvo caminos, corazones, miradas. Tus palabras no fueron solo teoría… fueron carne, fueron pan. Y aún hoy, sigues enseñando… no con discursos, sino con el gesto supremo del amor: la Eucaristía.

En un mundo de maestros temporales, ideologías pasajeras, palabras que se olvidan…Tú eres el Maestro para siempre. El que no se va. El que espera. El que se queda. El que no se cansa de enseñar, aun cuando no lo escuchamos. Escuchemos esta historia

 

Maestro para siempre: Sergio había sido maestro por más de 20 años. Amaba enseñar. Pero cuando la escuela donde trabajaba cerró por recortes, y su nombre no apareció en ninguna nueva lista de contrataciones, algo dentro de él se apagó.

- Ya nadie necesita lo que sé, se decía mientras servía café en silencio.

Sus días se volvieron grises, repetitivos. El teléfono ya no sonaba. Y las pizarras y los cuadernos quedaron guardados en un rincón del armario, como si fueran parte de otra vida. Un día, mientras caminaba sin rumbo por el parque, vio a un niño llorando junto a una mujer. Se había caído de la bicicleta y no quería volver a subir. Sergio se agachó con cuidado, sin invadir, y le habló con esa voz pausada que alguna vez llenó salones:

- ¿Sabes qué hacen los valientes? Se sacuden el polvo y vuelven a intentarlo.

El niño lo miró, dudó… pero finalmente volvió a subir. Dio una vuelta entera. Sonrió. La madre, conmovida, agradeció con los ojos llenos.

- Debería haber más personas como usted, le dijo.

Aquella frase, sencilla y sincera, se le quedó clavada en el pecho. Esa misma tarde, Sergio desempolvó un viejo cuaderno. En la primera hoja escribió: “Ideas para enseñar, aunque ya no tenga un aula”.

Días después, comenzó a subir videos con consejos de estudio, palabras de ánimo, lecciones de vida. Sin buscarlo, se volvió viral. Sus antiguos alumnos lo compartían, y nuevos rostros lo descubrían.

Una mañana, al leer un mensaje que decía: “Usted me devolvió las ganas de seguir”, Sergio sonrió como no lo hacía hace años.

Porque entendió que tal vez no había perdido su lugar… solo estaba aprendiendo a dar desde otro.

 

Señor Jesús a veces la vida nos saca del camino que conocíamos, no para castigarnos, sino para mostrarnos que hay otros senderos donde también podemos florecer. Lo que sabemos, lo que somos, lo que damos… nunca es en vano. Solo necesitamos encontrar el lugar correcto para llegar.

Tú eres el que más nos enseñas desde tu vida y tus acciones, desde tus palabras de vida o desde tus sacramentos.

Cada vez que nos acercamos al altar, tú nos das la clase más perfecta: la lección del amor que se parte, que se reparte, que se dona. No hablas con voz fuerte, pero nos gritas con tu silencio eucarístico: Así se ama. Así se vive. Así se entrega el que ama de verdad. Frente al pan consagrado, aprendemos que el amor no se guarda, se entrega. Que el amor no se presume, se vive. Que el amor no muere, se multiplica.

Tú lo prometiste: Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mt 28,20) Y cumples esa promesa de forma concreta y viva en la Eucaristía. Amén.

sábado, 16 de agosto de 2025


 

JORNADA VOCACIONAL

Frailes Siervos de María

792 Años de presencia de la Orden de los Siervos de María 

(1233-2025)

Llevando esperanza en un mundo que cambia.

Denia, 15-17 de agosto 2025

ORACIÓN

Dios misericordioso y fiel, que, en la encarnación de tu Hijo, has querido que la Virgen Madre colaborase a tu designio de salvación, por su intercesión, suscita en la Familia de los Siervos y Siervas de María nuevos hermanos y hermanas apasionados del Evangelio, atentos a los signos de los tiempos y prestos a cumplir tu voluntad.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amen


 

ACCIÓN DE GRACIAS

¡He venido a prender fuego, y cuánto deseo que arda en os, mis amigos, y en el mundo entero!

Fuego para purificar las conciencias, calentar las entrañas frías, cauterizar las heridas, cremar las cargas impuestas, iluminar las zonas oscuras.

Señor, son tantas las ofertas y tantos los guiños e insinuaciones, que el corazón se desemboca y la mente se ofusca con propuestas tan llamativas y gustosas.

Y entonces, Señor, no presto atención a tus melodías, evito tu roce y caricias, y me pierdo, aunque sea de día, porque me obsesionan los cantos de sirena.

Pero sólo anhelo que Tú me llamas, pronunciando mi número, como otras veces, para despertarme y pacificarme, y poder compartir heridas, deseos y tareas a la orilla del camino de la vida.

Y entonces, Señor, sé que Tú vas buscando y delante abriendo caminos y horizontes, silbando alegres canciones y dándonos a todos vida abundante.

A veces, Señor, a veces reconozco tu presencia y tu voz, y entonces, Señor, entonces te sigo y salgo al mundo con ilusión.

Amén.

 

2025 CICLO C

TIEMPO ORDINARIO XX

Jesús nos dice que ha venido a encender fuego y cuanto le gustaría que hubiera ya prendido. Este fuego al que se refiere es el fuego del amor. En esta palabra cabe lo mejor y lo peor, lo más sublime y lo más mezquino. Sin embargo, el amor está siempre en la fuente de toda vida sana, despertando y haciendo crecer lo mejor que hay en nosotros.

Cuando falta el amor, falta el fuego que mueve la vida. Sin amor, la vida se apaga, vegeta y termina extinguiéndose. Lo que no ama se cierra y se aísla cada vez más. Gira alocadamente sobre sus problemas y ocupaciones, queda aprisionado en las múltiples trampas de la sociedad.

El amor está en el centro del Evangelio, no como una ley que debe cumplir disciplinadamente, sino como el fuego que Jesús desea ver ardiendo sobre la Tierra, más allá de la pasividad, la mediocridad o la rutina del buen orden. Dios está cerca de nosotros buscando hacer germinar, crecer y fructificar el amor y la justicia del Padre. Esta presencia de un Dios que no habla de venganza, sino de amor apasionado y de justicia fraterna, es lo esencial del Evangelio.

Ese amor de Dios es como un fuego encendido que debe hacer arder en el mundo entero. Jesús sueña con una familia humana habitada por el amor y la sed de justicia. Una sociedad que busca apasionadamente una vida más digna y feliz para todos.

Nuestro gran pecado será siempre dejar que el fuego se apague: sustituir el ardor del amor por la doctrina religiosa, el orden, el cuidado del culto; reducir el cristianismo a una de ideología; dejar que se pierda su poder transformador. Sin embargo, Jesús no se preocupó primordialmente de organizar una nueva religión ni de inventar una nueva liturgia, sino que enlenteció un nuevo ser , el alumbramiento de un hombre nuevo movido radicalmente por el fuego del amor y la justicia. Jesús es humilde pero también es apasionado. Dios no es un Cristo acaramelado, dulzón, que no va a denunciar lo que nos causa incomodidad.

Nos podemos preguntar, a la luz del evangelio: ¿Qué pasaría si evitáramos decir la verdad, sólo para quedar bien con los demás?... Hay que transmitir el ejemplo completo de Cristo y eso incluye denunciar, corregir lo que está mal. No podemos callarnos una verdad, aunque eso incomode muchas veces al destinatario.

Tenemos que ser cristianos completos, no sólo con la versión tranquila de Jesús, sino también con esa versión que implica denunciar el pecado, denunciar los atropellos. En este evangelio Lucas nos dice que “ha venido a encender fuego en el mundo, y ¡ojalá estuviera ya ardiendo!”. Jesús es ese fuego que viene a ponernos a prueba, que viene a purificarnos para sacar lo mejor de nosotros. Pero, ante su palabra, cada uno de nosotros reacciona de modo distinto dependiendo de lo que estemos dispuestos a dejar obrar a Jesús en nuestra vida. Si le permitimos actuar en nuestra vida, El sacará lo mejor de nosotros. Permitimos a Jesús que con su fuego nos purifique, que con su fuego nos transforme, que con su fuego haya de nosotros criaturas nuevas. 

 

jueves, 14 de agosto de 2025


 

Yo te saludo, María, porque el Señor está contigo; en tu casa, en tu calle, en tu pueblo, en tu abrazo, en tu seno.

Yo te saludo, María, porque te turbaste más enseguida recobraste paz y ánimo y creíste a un enviado cualquiera.

Porque preguntaste lo que no entendías y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego, sino que tuviste diálogo y palabra propia.

Yo te saludo, María, porque concebiste y diste a luz un hijo, Jesús, la vida; y nos enseñaste cuánta vida hay que gestar y cuidar si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.

Porque te dejaste guiar por el Espíritu y permaneciste a su sombra, tanto en tormenta como en bonanza, dejando a Dios ser Dios y no renunciando a ser tú misma.

Yo te saludo, María, porque abriste nuevos horizontes a nuestras vidas; fuiste a cuidar a tu prima, compartiste la buena noticia, y no te hiciste antojadiza.

Por ser alegre y agradecida y reconocer que Dios nos mima, aunque nuestra historia sea pequeña y nos olvidemos de sus promesas.

Yo te saludo, María.

¡Hermana peregrina de los pobres de Yahvé, camina con nosotros, llévanos junto a los otros y mantén nuestra fe!

          Amén

2025 CICLO C

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

 

La fiesta de la Asunción de la Virgen María a los cielos en cuerpo y alma, nos llena de alegría y esperanza, ya que anticipa la resurrección y la vida eterna para todos los creyentes. 

María es ejemplo de humildad y de obediencia a la voluntad de Dios, cualidades que la llevaron a ser elegida como Madre de Jesús. Hoy la Iglesia canta y venera a la Madre de Dios en esa perspectiva de gloria, sin olvidar su humildad y generosidad, ahora goza de la presencia definitiva de su Hijo.

María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por su Hijo. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.

Lucas nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar hacia Jesús, pues en el "Magníficat" brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo.

María comienza proclamando la grandeza de Dios y es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.

María proclama al Dios que su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.

La fiesta de la Asunción nos habla del futuro que nos espera mientras caminamos por esta tierra. Nuestro caminar no es de extraviados que no saben hacia dónde se dirigen. Nos guía la esperanza, en este año jubilar, de encontrarnos un día con María en ese reino de los cielos donde ella vive esperando a sus hijos. No somos personas desnortadas. Somos caminantes, peregrinos que, desde la fidelidad a Dios, tenemos a María como esa estrella que en la noche conduce nuestros pasos.

La Asunción de María es una victoria sobre la muerte, demostrando el poder de Dios y la esperanza de la resurrección para todos los creyentes.

Esta Solemnidad nos invita a celebrar la gloria de María, a imitar su ejemplo de fe y humildad, y a mantener viva la esperanza en la vida eterna con Dios.