miércoles, 9 de julio de 2025


 

2025 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA

TOMÁS LO QUERÍA YA

Querido Jesús en el santísimo sacramento del altar hoy celebramos la fiesta de la tu Santísima Sangre. Esta es una memoria profundamente espiritual que nos invita a reflexionar sobre el misterio de tu amor redentor, manifestado a través del derramamiento de tu sangre. Este acontecimiento no es solo un símbolo de sufrimiento, sino una expresión suprema de entrega, sacrificio, amor y salvación.

Hermanos al contemplar la Sangre de Cristo, somos conducidos al corazón del misterio pascual, en el que tú, por amor a la humanidad, te ofreciste libremente en la cruz. Tu sangre derramada no fue en vano; es fuente de vida, reconciliación y esperanza para todos. Nos recuerda que la redención no fue un acto superficial, sino un precio alto, pagado con dolor, pero también con un gran amor y una paciencia infinita. Escuchemos.

TOMAS LO QUERÍA YA: En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y caminos de tierra, vivía Tomás, un niño curioso y lleno de energía. Soñaba con lograr grandes cosas, pero siempre quería que todo sucediera rápido. Si algo no salía a la primera, se frustraba fácilmente.

Cada tarde, después de la escuela, Tomás iba a visitar a su abuelo Mateo, un hombre de rostro sereno y manos curtidas por los años de trabajo en el campo. Don Mateo era conocido por su paciencia, su humildad y por cultivar el huerto más hermoso del pueblo.

Un día, Tomás llegó al huerto y encontró a su abuelo sembrando semillas de zanahoria.

- ¿Y cuándo vamos a comerlas? preguntó el niño, impaciente: ¿Mañana?

El abuelo sonrió con ternura.

- No, hijo. Estas zanahorias tardarán semanas en crecer. Primero hay que sembrar, luego regar, cuidar… y esperar.

Tomás frunció el ceño.

- Pero yo quiero ver resultados ya. No entiendo cómo puedes pasar tanto tiempo haciendo algo sin saber si funcionará.

Don Mateo se limpió las manos en el delantal y lo miró con calma.

- La tierra no da fruto por apuro, sino por constancia. Así es la vida, Tomás. Todo lo que vale la pena toma tiempo.

Durante las semanas siguientes, Tomás acompañó al abuelo cada tarde. Al principio iba con fastidio, pero poco a poco empezó a disfrutar del proceso. Aprendió a sacar las malas hierbas, a medir el agua justa, y a esperar sin ansiedad. Empezó a entender el lenguaje silencioso de las plantas… y también el del corazón.

Cuando por fin brotaron las primeras zanahorias, Tomás las sostuvo entre sus manos con una sonrisa de asombro.

- ¡Valió la pena esperar!, exclamó.

El abuelo, con los ojos brillosos, asintió.

- Ahora sabes que las cosas más nobles no se logran con prisa, sino con humildad y trabajo constante.

Así es Jesús sacramentado. Hoy que celebramos tu santísima sangre, el derramamiento de tu preciosa sangre para la salvación de todos. Tu sangre es semilla y abono para nuevas vidas y nuevas esperanzas

Vivimos en un mundo que nos empuja a querer todo de inmediato. Pero la verdadera sabiduría está en saber esperar, en trabajar con constancia y humildad, sin perder la fe en lo que no vemos aún. Como las semillas en la tierra, los sueños también necesitan tiempo, cuidado y paciencia para florecer.

Tu Sangre Jesús tiene un poder sanador, liberador y transformador. Nos purifica del pecado, nos fortalece en la fe y nos impulsa a vivir con mayor entrega a Dios y al prójimo. En cada Eucaristía, renovamos esa comunión con tu sacrificio y reafirmamos nuestra misión como cristianos: ser signos vivos del amor de Cristo en el mundo.

Jesús que tu sangre preciosa nos lave, nos sane y nos haga testigos valientes de tu amor. Que nunca olvidemos el precio de nuestra salvación y vivamos agradecidos, con el corazón dispuesto a amar como Tú lo hiciste. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario