2025
CICLO C TIEMPO ORDINARIO
SOLEMNIDAD
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La fiesta de la Santísima Trinidad es la
fiesta de los cristianos. Se puede ir más allá y decir que es la fiesta de
todos los seres humanos, porque todos hemos sido creados a imagen de la Trinidad,
a imagen de Dios.
Dios es relación de Amor,
de comunión de personas. Al crear al ser humano, lo creo a su imagen.
Por eso, todos los humanos estamos llamados a vivir en el amor y
realizar esta relación de Amor. Además, en cada uno de nosotros hay una
huella de cada persona divina.
Los bautizados, además de reflejar la
imagen de Dios, somos conscientes de esta presencia. El acto creador,
como tal, no establece la reciprocidad. El acto creador es un acto de amor y
ternura paternal por parte de Dios, pero no implica necesariamente la
respuesta agradecida del ser humano.
Los cristianos tenemos una relación
personal y personalizada con cada una de las personas del único Dios: son hijos
del Padre, hermanos del Hijo y templos, sagrarios o amigos (porque el amigo es
el que está en mi corazón) del Espíritu Santo.
Somos amigos de Dios. Cuando hablamos de
Dios lo que espontáneamente nos nace es decir que es “Señor” y que, como todo
señor, quiere súbditos sumisos. Sin embargo en el caso del Dios revelado en Jesucristo,
como Padre lleno de amor. Nuestra relación con él no se sitúa en el terreno del
deber, de la ley, de la sumisión, sino de la libertad, de la gracia y del amor.
Al haber sido creados a imagen de un
Dios, Trinidad de personas, resulta que en cada uno de nosotros hay un reflejo
trinitario. Estamos hechos para el amor y solo en el encuentro amoroso nos
encontramos a nosotros mismos.
La pedagogía final, suprema, de Jesús es
tan sencilla: acercarse, consolar y exhortar, susurrar al corazón,
pero sobre todo estar con nosotros: yo estoy contigo, todos los días.
Hoy celebramos el día de la parroquia
con motivo de la festividad de San Antonio de Padua. Hoy queremos agradecer
a Dios que somos familia, comunidad de los hijos de Dios Padre y hermanos
de Jesús que formamos un pequeño grupo de vida para vivir y experimentar el
evangelio.
Sentirnos hermanos nos ayuda a
aceptarnos mejor tal como cada uno es. Una comunidad que nos ayuda a
humanizarnos. La parroquia un espacio para el encuentro gozoso de unos
con otros. Porque la diferencia de los demás me enriquece, me ayuda a crecer y
me invita a salir de mi comodidad.
De nuestro patrón san Antonio podemos
aprender: Humildad: saber ser pequeño ante Dios y los demás. Sabiduría,
fue un erudito, pero nunca hizo alarde de sus conocimientos. Caridad:
amar sin medida, especialmente a los más necesitados. Amor por la Palabra
de Dios: alimento del alma, conocía profundamente la Biblia. Sus sermones eran
apasionados, llenos de sabiduría y tocaban los corazones. Oración constante:
una relación viva con Dios, su vida interior nutría todo lo que hacía hacia
afuera. Valentía en la fe: predicar con el ejemplo.
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