2025 CICLO C
SOLEMNIDAD DE LA
ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
La fiesta de la Asunción de la Virgen
María a los cielos en cuerpo y alma, nos llena de alegría y esperanza, ya que
anticipa la resurrección y la vida eterna para todos los creyentes.
María es ejemplo de humildad y de obediencia
a la voluntad de Dios, cualidades que la llevaron a ser elegida como Madre de
Jesús. Hoy la Iglesia canta y venera a la Madre de Dios en esa perspectiva
de gloria, sin olvidar su humildad y generosidad, ahora goza de la presencia
definitiva de su Hijo.
María es la gran creyente.
La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los
hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de
los pobres, anunciado por su Hijo. La madre fiel que permanece junto a su
Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo
resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará
siempre a la Iglesia de Jesús.
Lucas nos invita a hacer nuestro el
canto de María, para dejarnos guiar hacia Jesús, pues en el
"Magníficat" brilla en todo su esplendor la fe de María y su
identificación maternal con su Hijo.
María comienza proclamando la grandeza
de Dios y es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios
con los sencillos. La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace
sintonizar con Jesús.
María proclama al Dios que su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Dios pone su
poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las
generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos.
Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como
vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta
como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo
del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.
La fiesta de la Asunción nos habla del
futuro que nos espera mientras caminamos por esta tierra.
Nuestro caminar no es de extraviados que no saben hacia dónde se dirigen. Nos
guía la esperanza, en este año jubilar, de encontrarnos un día con María en
ese reino de los cielos donde ella vive esperando a sus hijos. No somos
personas desnortadas. Somos caminantes, peregrinos que, desde la
fidelidad a Dios, tenemos a María como esa estrella que en la noche conduce
nuestros pasos.
La Asunción de María es una victoria
sobre la muerte, demostrando el poder de Dios y la esperanza de la
resurrección para todos los creyentes.
Esta Solemnidad nos invita a celebrar la
gloria de María, a imitar su ejemplo de fe y humildad, y a mantener viva la
esperanza en la vida eterna con Dios.
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