sábado, 2 de mayo de 2020


 IV DOMINGO DE PASCUA 
DOMINGO DEL BUEN PASTOR. ORACIÓN MUNDIAL POR LAS VOCACIONES

Hermanos y amigos es Pascua. El Señor Resucitado nos visita en este Domingo del Buen Pastor. Él nos recuerda que no estamos abandonados ni caminamos errantes: tenemos un pastor que nos conoce, para el que somos importantes, que se sabe nuestros nombres y al que le importa profundamente todo lo nuestro. Tampoco somos ovejas descarriadas, condenadas a vivir confinadas o en solitario: pertenecemos a un rebaño, al grupo de aquellos que “quieren seguir las huellas” del Pastor. Jesús vive y te quiere vivo.
Celebramos, también hoy, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y el día de las Vocaciones Nativas. ¡Buen y esperanzador mensaje para estos momentos difíciles!
Muchos notan ya el cansancio de estar confinados y se sienten impotentes, otros han transformado esa impotencia en rabia y solo buscan culpables antes que soluciones. Por suerte, hay otras muchas personas que siguen dando lo mejor de sí para ayudar. Siguen esa voz del Buen Pastor que nos guía por senderos de solidaridad y humanidad.
En el evangelio de hoy queda claro que hay dos maneras de entrar en el redil. Todo depende de lo que uno pretenda hacer con el rebaño. Si alguien se acerca al redil y «no entra por la puerta», sino que salta «por otra parte», es evidente que no es el pastor. No viene a cuidar a su rebaño. Es «un extraño» que viene a «robar, matar y hacer daño».
La actuación del verdadero pastor es muy diferente. Cuando se acerca al redil, «entra por la puerta», va llamando a las ovejas por su nombre y ellas atienden su voz. Las va sacando fuera y, cuando las ha reunido a todas, se pone a la cabeza y va caminando delante de ellas hacia los pastos donde se podrán alimentar. Las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.
Hoy también queremos oír la voz de esa Iglesia de corazón abierto y a su gente: curas, religiosos, voluntarios que, con motivo del coronavirus, andan estos días volcados repartiendo ayuda moral y económica a cuantos la necesitan, mientras que otros pasan de largo. Pero allí estamos todos, la iglesia entera para cargarlos a sus espaldas, llevarles sosiego y paz.
Es una invitación a esta gran Misa Universal que todos celebramos, que todos compartimos que todos recibimos, cada uno desde donde esté y cómo desee unirse. Y después de terminar nuestra misa, y escuchar la Palabra de Jesús saldremos más fortalecidos, más convencidos que él Sigue entre nosotros. Él ha venido a darnos Vida y Vida abundante. El entregó la suya para que Dios Padre pudiese derramar todo su amor, ternura y perdón en la vida de todo ser humano. Por eso, lo que verdaderamente importa es que sigamos sosteniendo nuestra vida en Dios, orando y compartiendo la esperanza, sintiéndonos hermanos con el de cerca y con el de lejos, aprendiendo de miles de gestos generosos, humildes y entregados de tantas mujeres y hombres que en medio de la amenaza de la pandemia nos muestran el rostro del Buen Pastor. Recemos al dueño de la mies que envíe operarios a su mies, operarios que tengan su mismo corazón.

ACCIÓN DE GRACIAS
A veces, Señor, a veces
la historia es tan opaca,
la vida tan ambigua,
y el horizonte tan monótono y triste,
que de nada sirve tu mensaje
porque tu presencia se nos esconde.
Y entonces, Señor, entonces
el corazón sufre y sangra,
las entrañas, cansadas, se agotan,
el espíritu se desorienta
y los sentidos se rebelan
porque no encuentran brotes de esperanza.
A veces, Señor, a veces
se me rompen los esquemas,
me encuentro perdido noche y día,
camino sin saber dónde te hallas,
y espero contra toda esperanza
anhelando el roce de tu brisa.
Y entonces, Señor, entonces,
si no pasas susurrando y moviendo
los cristales de mis ventanas,
mi anhelo se desata, en pasión o ira,
queriendo que seas huracán, fuego, tormenta
que zarandee mi cuerpo y espíritu.
A veces, Señor, a veces
sólo anhelo que Tú me llames,
pronunciando mi nombre como otras veces,
para despertarme y pacificarme,
y poder compartir heridas, deseos y tareas
a la vera del camino de la vida.
Y entonces, Señor, entonces,
aunque haya bandidos y ladrones,
sé que Tú vas cerca y delante
abriendo caminos y horizontes,
silbando alegres canciones
y dándonos a todos, vida abundante.
A veces, Señor, a veces
reconozco tu presencia y voz,
y entonces, Señor, entonces
te sigo y salgo al mundo con ilusión.

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