FIESTA DE SAN PEREGRÍN LAZIOSI,
SIERVOS DE MARÍA
4 de mayo de 2020
En el año de 1283 san Felipe Benizi, entonces prior
general de los Siervos de María, cuando trataba
de conducir a los ciudadanos de Forlí a la
obediencia de la sede apostólica, fue arrojado con golpes e insultos de aquella
ciudad.
Uno de ellos, un joven de dieciocho años y de
distinguida familia, llamado Peregrin Laziosi, arrepentido, fue a pedirle
humildemente perdón. San Felipe lo recibió afablemente. Desde entonces, aquel
joven empezó a despreciar las cosas del mundo y a invocar con fervor a la
Virgen para que le mostrara el camino de la salvación. No mucho tiempo después,
acudió al convento de los Siervos de Siena, en donde, después de vestir el hábito
de la Virgen, se entregó con ardor a su servicio. Allí, con la ayuda del beato
Francisco de Siena, se fue ejercitando en el estilo de vida de los Siervos de
María.
Algunos años más tarde, fue enviado de nuevo a
Forlí. Allí, lleno del amor de Dios y de nuestra Señora, se dedicaba sin tregua
a las oraciones, meditación de la palabra de Dios; su ardiente amor al prójimo
lo impulsaba a socorrer a los pobres en sus necesidades, mostrándoles una
tierna caridad.
Peregrín destacó por su espíritu de penitencia y
mortificación. Era austero hasta el extremo, cuando caía rendido por el
cansancio se apoyaba en el escaño del coro o en una piedra; sorprendido por el
sueño, no buscaba el lecho, sino que se tendía en la tierra desnuda. A
consecuencia de tal rigor, a la edad aproximada sesenta años, comenzó a sufrir
un voraz cáncer originado por una llaga varicosa que padecía en la pierna
derecha.
El médico Pablo Salazio fue a visitar al paciente
siervo de Dios y, con el consentimiento de la comunidad, determinó amputarle la
pierna. Peregrín, la noche anterior a la operación, se arrastró hasta la sala
capitular para orar ante un Crucifijo que allí había; entonces, agotado por el
cansancio, se quedó dormido: en el sueño le pareció ver a Jesús que bajaba de la
cruz y le sanaba la pierna. A la mañana siguiente, el médico se presentó para
llevar a cabo la amputación, pero no encontró ninguna señal de la gangrena ni
cicatrices del cáncer. Quedó atónito, y esparció por toda la ciudad la noticia
de tan portentoso milagro. Tal prodigio contribuyó a acrecentar la veneración
que todos sentían por Peregrín.
Finalmente, aquejado por una altísima fiebre, cuando
se acercaba a los ochenta años, entregó su alma a Dios en el año 1345.
Extraordinaria fue la afluencia de gente, de la ciudad y de los alrededores,
ante su féretro. Se cuenta que algunos enfermos obtuvieron la salud por
intercesión de Peregrín. Su cuerpo se conserva con gran veneración en la
iglesia de los Siervos en Forlí. El papa Pablo V lo beatificó en el año 1609 y
el papa Benedicto XIII lo canonizó en el año 1726.
Oración a San Peregrín
San Peregrín,
siervo fiel de la Virgen María, tu que nos dejaste el ejemplo de una auténtica
conversión, una devoción verdadera a Jesús y a María, un amor hacia los más
pobres y enfermos y de fortaleza en las adversidades, escucha nuestras
peticiones ….
tu intercesión
poderosa nos libre de la enfermedad y de todo mal del alma y del cuerpo y nos
consiga la gracia de la salvación eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
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