miércoles, 10 de junio de 2020


LOS DOS SACOS

Estamos en el triduo de san Antonio, nuestro titular de la parroquia y queremos prepararnos para celebrar nuestra fiesta, la fiesta de la comunidad de hombres y mujeres que seguimos a Jesús. Vivir en comunidad es lo más importante y colocar en el centro no nuestras intenciones o excelencias personales, sino colocar en el centro aquellas actitudes que nos acercan más a los demás y nos hacen comprender la circunstancias.
En esta tarde junto a Jesús sacramentado queremos pedirle que nos abra el corazón y nos disponga a trabajar por un mundo más justo y hermano. Con las actitudes propias de los amigos de Jesús.
Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales cargaba dos sacos sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas. Cuando al primero de ellos le preguntaron qué había en sus sacos, respondió:
"Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas”.
En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco.
Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos, contestó:
"En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás contiene todos mis errores. Los llevo conmigo a dondequiera que vaya. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos."
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, dijo:
"El saco que llevo al frente está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco: lejos de ser una carga, me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás, así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto."

Cada uno de nosotros nace con la libertad de seleccionar aquellos pensamientos que habrán de dirigir nuestras vidas. Nosotros elegimos la senda que queremos recorrer. Y tenemos la capacidad de elegir lo que hemos de llevar en el trayecto. Cada uno de nosotros vamos por la vida con aquello que somos y con aquello que queremos cargar en los hombros.
Jesús camina con nosotros y él nos ayuda a llevar la carga, pero sobretodo nos ayuda a vivir, a sentirnos llenos de vida y de luz. Ser personas positivas que miran con ojos llenos de esperanza a nuestros hermanos que caminan con nosotros y a nuestro mundo y las distintas oportunidades que se nos presentan.
Señor enséñanos a ser comunidad, a vivir en comunidad, a trabajar por nuestra comunidad cristiana y humana. Que seamos personas integradoras y acogedoras y que juntos consigamos la estabilidad emocional y espiritual y así juntos lucha por un mundo nuevo y lleno de luz y paz para todos. Que reconozcamos todo lo bueno que los demás nos dan y nos ofrecen
Los pensamientos positivos propician resultados positivos y la vida se vuelve una aventura feliz, motivante, en la que podemos vernos y ver a los demás a la luz de lo que somos en realidad. De pronto nos damos cuenta de que cada uno de nosotros es una expresión maravillosa y misteriosa de la vida. Pidamos ayuda al Señor para que actuemos como el tercer hombre de este relato. Amén

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