2020 ¡TÚ ERES LA LUZ!
(EL FÓSFORO Y LA VELA)
Queridos hermanos llegamos al momento tan esperado de la semana. Pasar un cierto
tiempo con Jesús sacramentado. Él nos apoya siempre y estará a nuestro lado
pase lo que pase. La luz que él nos ofrece es una luz no para quedarse en
nosotros, sino que de nosotros salte a los demás, que se vaya propagando a
través nuestro, a todos los que nos rodean y que como un virus contagie a todos
y los impregne de la luz de Dios, una luz serena, brillante, tranquila y suave.
Pero para ser luz exige que nos mantengamos encendidos, alerta, siempre
vigilantes y asumir con toda las fuerzas y energías disponibles sus criterios y
valores que nos hacen brillar con potencia.
Cierto
día, el fósforo le dijo a la vela:
_
Hoy te encenderé.
_
¡Oh no!, dijo la vela. ¿Tú no te das cuenta que, si me enciendes, mis días
estarán contados?; no me hagas una maldad de ésas.
_Entonces
tú quieres permanecer así toda tu vida? ¿Dura, fría y sin haber brillado nunca?,
preguntó el fósforo.
_¿Pero
tienes que quemarme? Eso duele y además consume todas mis fuerzas. Murmuró la
vela.
Entonces,
respondió el fósforo:
_
Tienes toda la razón! pero ésa es nuestra misión. Tú y yo fuimos hechos para
ser luz y lo que yo, como fósforo puedo hacer, es muy poco, mi llama es pequeña
y corta; pero si te paso mi llama, cumpliré con el sentido de mi vida. Yo fui
hecho justamente para eso. Para comenzar el fuego. Ahora, tú eres una vela y tu
misión es brillar. Todo tu dolor y energía se transformarán en luz y calor por
un buen tiempo.
Oyendo
eso, la vela miró al fósforo que ya estaba en el final de su llama y le dijo:
_
¡Por favor, enciéndeme!
Y
produjo una linda llama.
Así como la vela, a veces es necesario
pasar por experiencias duras, experimentar el dolor y sufrimiento, para que lo
mejor que tenemos sea compartido y podamos ser luz.
Entonces, si tuvieras que pasar por la
experiencia de la vela, recuerda que compartir el amor y las experiencias es el
combustible que nos mantiene vivos.
Todos nosotros somos la luz del mundo… Hagamos
brillar nuestra luz delante de todos, para que puedan ver las buenas obras y
alaben a Dios, nuestro Creador y Padre.
“Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de la cama, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos.”
(Mateo 5: 14-16)
Así como la vela, a veces, es necesario
pasar por experiencias duras, experimentar el dolor y sufrimiento para que lo
mejor que tenemos surja, sea compartido y podamos ser LUZ.
Recuerda que "mar calmado no hace
buenos marineros", los mejores se manifiestan en las aguas agitadas.
Si tuvieras que pasar por la experiencia
de la vela, recuerda que aceptar las adversidades, servir y compartir el amor
es el combustible que nos mantiene siendo luz para los demás.
Nunca Olvides que siempre debemos ser
luz en toda circunstancia, especialmente cuando se forman tinieblas a tu
alrededor.
Una luz que guíe, no que opaque,
reproche o ciegue. Seamos hijos de la Luz. Seamos luz para nuestros seres queridos.
¡Eres la luz del
mundo y tu misión es irradiar esa luz! Nunca olvides que siempre debemos ser
luz. ¡Brilla para dar brillo!
Queridos hermanos llegamos al momento tan esperado de la semana. Pasar un cierto
tiempo con Jesús sacramentado. Él nos apoya siempre y estará a nuestro lado
pase lo que pase. La luz que él nos ofrece es una luz no para quedarse en
nosotros, sino que de nosotros salte a los demás, que se vaya propagando a
través nuestro, a todos los que nos rodean y que como un virus contagie a todos
y los impregne de la luz de Dios, una luz serena, brillante, tranquila y suave.
Pero para ser luz exige que nos mantengamos encendidos, alerta, siempre
vigilantes y asumir con toda las fuerzas y energías disponibles sus criterios y
valores que nos hacen brillar con potencia.
Cierto
día, el fósforo le dijo a la vela:
_
Hoy te encenderé.
_
¡Oh no!, dijo la vela. ¿Tú no te das cuenta que, si me enciendes, mis días
estarán contados?; no me hagas una maldad de ésas.
_Entonces
tú quieres permanecer así toda tu vida? ¿Dura, fría y sin haber brillado nunca?,
preguntó el fósforo.
_¿Pero
tienes que quemarme? Eso duele y además consume todas mis fuerzas. Murmuró la
vela.
Entonces,
respondió el fósforo:
_
Tienes toda la razón! pero ésa es nuestra misión. Tú y yo fuimos hechos para
ser luz y lo que yo, como fósforo puedo hacer, es muy poco, mi llama es pequeña
y corta; pero si te paso mi llama, cumpliré con el sentido de mi vida. Yo fui
hecho justamente para eso. Para comenzar el fuego. Ahora, tú eres una vela y tu
misión es brillar. Todo tu dolor y energía se transformarán en luz y calor por
un buen tiempo.
Oyendo
eso, la vela miró al fósforo que ya estaba en el final de su llama y le dijo:
_
¡Por favor, enciéndeme!
Y
produjo una linda llama.
Así como la vela, a veces es necesario
pasar por experiencias duras, experimentar el dolor y sufrimiento, para que lo
mejor que tenemos sea compartido y podamos ser luz.
Entonces, si tuvieras que pasar por la
experiencia de la vela, recuerda que compartir el amor y las experiencias es el
combustible que nos mantiene vivos.
Todos nosotros somos la luz del mundo… Hagamos
brillar nuestra luz delante de todos, para que puedan ver las buenas obras y
alaben a Dios, nuestro Creador y Padre.
“Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de la cama, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos.”
(Mateo 5: 14-16)
Así como la vela, a veces, es necesario
pasar por experiencias duras, experimentar el dolor y sufrimiento para que lo
mejor que tenemos surja, sea compartido y podamos ser LUZ.
Recuerda que "mar calmado no hace
buenos marineros", los mejores se manifiestan en las aguas agitadas.
Si tuvieras que pasar por la experiencia
de la vela, recuerda que aceptar las adversidades, servir y compartir el amor
es el combustible que nos mantiene siendo luz para los demás.
Nunca Olvides que siempre debemos ser
luz en toda circunstancia, especialmente cuando se forman tinieblas a tu
alrededor.
Una luz que guíe, no que opaque,
reproche o ciegue. Seamos hijos de la Luz. Seamos luz para nuestros seres queridos.
¡Eres la luz del
mundo y tu misión es irradiar esa luz! Nunca olvides que siempre debemos ser
luz. ¡Brilla para dar brillo!