2020 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XXX
¿Cuál es el mandamiento
principal? Muchos católicos responderían: «Ir a misa el domingo». Los que
piensan así probablemente no irán a misa. A los que pensamos de otro modo nos
gustará recordar lo que pensaba Jesús.
En los domingos
anteriores, diversos grupos religiosos se han ido enfrentando a Jesús, y no han
salido bien parados. Los fariseos envían ahora a un especialista, un doctor de
la Ley, que le plantea la pregunta sobre el mandamiento principal. En la
antigua sinagoga contaba 613 mandamientos (248 preceptos y 365 prohibiciones),
que se dividían en fáciles y difíciles; Generalmente se pensaba que los importantes
eran los difíciles. Ante este cúmulo de mandamientos, es lógico que surgiese el
deseo de sintetizar, de saber qué era lo más importante.
Jesús responde con una
cita expresa de la Escritura: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con toda tu mente» (Deuteronomio 6,5). Son parte de las palabras
que cualquier judío piadoso recita todos los días, al levantarse y al ponerse
el sol. Añade un segundo, tan importante como el primero: «Amarás a tu prójimo
como a ti mismo» (Levítico 19,18). Una vez más, su respuesta entronca en la más
auténtica tradición profética.
Durante siglos, muchos
israelitas, igual que muchos cristianos, pensaron que a Dios se llegaba a
través de actos de culto, peregrinaciones, ofrendas para el templo, sacrificios
costosos... Sin embargo, para llegar a Dios, hay que dar necesariamente el
rodeo del prójimo, preocuparse por los pobres y oprimidos, buscar una sociedad
justa. Dios y el prójimo no son magnitudes separables. Tampoco se puede decir
que el amor a Dios es más importante que el amor al prójimo. Ambos preceptos,
en la mentalidad de Jesús, están al mismo nivel, deben ir siempre unidos.
El gran mandamiento se
resume en un verbo: amarás. Un verbo
al futuro, para indicar una acción nunca completada, que durará tanto como el
tiempo. Amar no es un deber, sino una necesidad de vivir. Y para vivir siempre.
Jesús cree en el amor, confía en el amor, basa el mundo en él.
Amar con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Un llamamiento a la totalidad,
inalcanzable para nosotros. Sólo Dios ama con todo su corazón, el que es el
amor mismo. La criatura humana ama de vez en cuando, como si dudara, y con cien
contradicciones. Amad a Dios con vuestros dos corazones, con el corazón que
cree, y también con el corazón que duda. Ámalo en los días de luz, y como
puedas, incluso en la hora de oscuridad dentro de ti. Saber que el amor también
conoce el sufrimiento.
Es la civilización de
amor. Amar al ser humano es similar a amar a Dios. Tu prójimo tiene un rostro y
una voz, una necesidad de amar y ser amado, similar a la de Dios. Amalo como a
ti mismo. Ámalo como un prodigio de la mano de Dios, vida de su vida.
Prodigiosa contracción de toda la ley: lo que desees para ti, hazlo también
para los demás.
Fuera de esto,
construiremos y amaremos lo opuesto a la vida.
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