2020 AÑO A
TIEMPO ORDINARIO XXVII
La imagen de la viña
para Jesús era muy interesante. La usó como un símbolo potente y dulce del
Reino: yo soy la vid y vosotros los sarmientos; al Padre como el agricultor.
Pero hoy el Evangelio habla de una cosecha de sangre. Una parábola dura,
oscura, con malos personajes, casi feroz, y esto se debe a que la realidad en
torno a Jesús se ha vuelto maligna. Esta parábola se dirige a los que preparan
su muerte. Este horizonte de amargura y violencia se manifiesta en las palabras:
¡Este es el heredero, vamos, matémoslo y
nos quedaremos con la herencia!
Había un propietario
que plantó una viña. El propietario, el Padre, amó tanto al pueblo que le
entregó todo lo que tenía, hasta su propio Hijo. Dio todos los pasos, no le
quedó nada por hacer. Nunca se desentendió de su viña; aquel pueblo era su
pueblo.
A su tiempo buscó frutos
de justicia, de paz y de amor, pero no los encontró. Los que tanto amaba
prescindieron de él, mataron a sus profetas, a su hijo también lo echaron fuera
y lo mataron; en lugar de servir, se hicieron dueños, se olvidaron de la
ternura. Lo que cuenta la parábola, ¿tiene algo que ver con nosotros? Estamos
produciendo los frutos que Dios espera: justicia, solidaridad, compasión hacia
los que sufren, amor.
¿Qué hará con quienes
lo rechazan? La solución propuesta por los líderes del pueblo es trágica:
volver a matar, sacar a los agricultores deshonestos, arreglar las cosas con un
extra de violencia. Venganza, muerte, fuego del cielo. No hará nada que no
tenga que ver con el amor, porque el Padre, revelado por Jesús, es
incomparablemente bueno; solo sabe amar, solo quiere dar la vida por todos. No
se descorazona, ni toma venganza. Confía sin límites. Aunque merecemos el
castigo, Jesús, el heredero, nos da la salvación. Y la humanidad, sorprendida,
recoge el fruto de su sangre.
La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Jesús es la piedra
angular, llamada a la conversión, dador de esperanza. Pero los que desean
construir con el espíritu del mundo desechan esta piedra. Para muchos, la fe en
Jesús solo es un borroso recuerdo que no ocupa el corazón. Hasta presumen de
haber hecho ausencia de su amor.
Nosotros si queremos
acercamos a Jesús. Le abrimos la puerta para que él ocupe nuestro corazón.
Se os quitará a
vosotros el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Dios
no bendice un cristianismo estéril. El Reino se les quita a los violentos y se
da a los que ofrecen paz; se lo quita a los cristianos tibios.
Encuentro en estas
palabras un gran consuelo: siento que mis dudas, mis pecados, mi esterilidad no
bloquean la historia de Dios; nada le detiene. Hay muchos que sirven a la
humanidad antes que usarla. Los custodios de la fecundidad. La cosecha de
mañana será más importante que la traición de ayer.
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