2021 AÑO B BAUTISMO DEL SEÑOR
Treinta años de
anonimato y de repente a orillas del Jordán, Jesús aparece en escena y una voz
del cielo lo presenta al mundo como el hijo bien amado y predilecto del Padre.
El espíritu desciende
sobre Jesús y la voz que dice “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”. Todos
estamos llamados a oír esa voz que nos llama hijos predilectos. Es un amor tan
grande que rasga los cielos, los abre de par en par y jamás se volverán a
cerrar.
Inmediatamente,
saliendo del agua, vio los cielos abiertos y el Espíritu descender hacia él
como una paloma. Es de una enorme belleza este relato: los cielos se desgarran,
como por un amor incontenible; ellos se desgarran y se rompen bajo la presión
de Dios, bajo la urgencia de una humanidad más creativa y fraterna. Se abren de
par en par como los brazos del que ama con el corazón. De este cielo abierto y
rebosante de vida sale el aliento de Dios como una paloma.
El Génesis nos habla de
una danza del Espíritu sobre el agua en los comienzos de la vida. Hoy una paloma
bailando en el río es el comienzo de la vida pública de Jesús. Y se oyó una voz
del cielo que dijo tres palabras poderosas:
- La primera palabra es la pronunciada sobre
Jesús: Hijo. Es decir, un yo se dirige a un tú, a cada uno de nosotros. El
cielo no está vacío, no está mudo. Y habla con las palabras propias de un
nacimiento, los hijos, un término
poderoso para el corazón. Cumbre de la historia humana. Dios genera hijos de
Dios, genera hijos según su propia especie, todos tenemos el manantial en el
cielo, el cromosoma divino está en nosotros.
- Segunda palabra: No solo llama hijo, sino amado. Hijo amado, antes de hacer nada, somos hijos amados. Tal
como soy y lo que soy, soy amado. Y que seamos amados depende de él, no depende
de nosotros.
- La tercera palabra: en ti me complazco, estoy complacido contigo.
La Voz clama desde lo alto del cielo y clama para el mundo la alegría de Dios: Dios
Padre nos dice: es hermoso estar contigo. Te amo, hijo, y me gustas. Estoy
feliz contigo. Antes de que digas que sí, incluso antes de que abras tu
corazón, mirarte me produce alegría, eres hermoso, un prodigio que respira, que
ama, que siente y por eso estoy encantado.
Vivamos conscientes de
nuestro bautismo y sintámonos hijos amados, queridos y predilectos del Padre.
Tenemos su fuerza y su energía dentro de nosotros, tenemos su Espíritu que da
vida y nos rejuvenece y nos fortalece, continuemos trabajando para que esta
buena noticia llegue a todos los bautizados.
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