2021 AÑO B TIEMPO DE NAVIDAD, EPIFANIA DEL SEÑOR
Epifanía, fiesta de los buscadores de
Dios, de los lejanos, que emprenden el camino en pos de su nueva estrella
interior, en palabras de Isaías. "Levanta la cabeza y mira". Levantar
la cabeza, levantar la mirada, mirar hacia arriba y alrededor, abrir las
ventanas de tu casa al mundo. Y mirar, busca la Estrella del Norte, que guie
nuestra vida.
El Evangelio narra la búsqueda de Dios
como un camino, al ritmo de la caravana, al ritmo de una pequeña comunidad:
caminan juntos, atentos a las estrellas y atentos los unos a los otros. Mirar
al cielo y al mismo tiempo los ojos de los que caminan uno al lado del otro,
acompañando los pasos a la medida del otro.
El camino de los Magos está lleno de
errores y desaciertos, siguen la estrella y la pierden, van a la gran ciudad
Jerusalén, en lugar de la pequeña aldea; buscan un palacio y encontrarán un
hogar pobre. Pero tienen la paciencia infinita para empezar de nuevo. Nuestro
drama no es caer, sino rendirnos ante las caídas.
Llegaron al sitio y vieron al niño en
brazos de su madre, y se inclinaron y ofrecieron regalos. El regalo más
preciado que traen los magos no es el oro, es su propio viaje. El regalo
invaluable son los meses dedicados a la investigación, yendo y viniendo tras un
deseo más fuerte por los desiertos y las dificultades. Dios desea que lo
deseemos a Él. Dios tiene sed de nuestra sed, nuestro mayor regalo.
Al entrar, vieron al Niño y a su madre y
lo adoraron. Adoran a un niño. Lección misteriosa: no el hombre de la cruz ni
el resucitado glorioso, no un sabio con palabras de luz ni un joven en pleno
vigor, simplemente un niño. Dios no solo es como nosotros en Navidad, no solo
es Dios con nosotros, sino que es un pequeño Dios entre nosotros. Y no puedes tenerle
miedo, y no puedes alejarte de un niño que amas.
El hombre actual ha quedado en gran
medida atrofiado para descubrir a Dios. No es que sea ateo. Es que se ha hecho
«incapaz de Dios». Cuando solo buscamos conocer de forma decadente, o movidos
exclusivamente por intereses egoístas de beneficio o ganancia, algo se seca en
nuestro corazón. Muchos viven hoy un estilo de vida que abruma y empobrece.
Envejecidos prematuramente, endurecidos por dentro, sin capacidad de abrirse a
Dios y a nadie.
Esta es la incapacidad del hombre actual para adorar, amar y
venerar por causa en la desmedida ambición y en el endurecimiento de su
existencia. Cuando solo buscamos un Dios útil a nuestros propios intereses y a
nuestros proyectos individualistas nos convertimos en personas que consumen la
fe, pero no la viven. Sin embargo, Dios es Amor infinito, encarnado en nuestra
propia existencia. Y, ante ese Dios, lo primero es la adoración, el júbilo, la
acción de gracias.
Feliz día de los reyes Magos.
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