2021 AÑO B TIEMPO ORDINARIO III
En este domingo tercero, del tiempo ordinario, se nos ofrecen dos invitaciones: a ser seguidores de Jesús y a convertirnos. A cambiar los valores para transformar nuestra vida y seguir a Jesús. Seguir a Jesús lleva consigo la misión de hacer realidad el Reino de Dios en nuestra sociedad. Hacer lo posible que Dios reine, es decir, que sus valores de justicia, de fraternidad, de paz, de verdad y de amor se hagan, (la hagamos) realidad en este mundo tan necesitado de estos valores. Es misión difícil y arriesgada, pero contamos siempre con su cercanía y apoyo.
Todo empieza cuando detuvieron a Juan. Como si ese
acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de
Juan y la necesidad de llenar su vacío.
Lugar de actividad es Galilea. A diferencia de Juan,
Jesús no se instala en un sitio concreto, esperando que la gente venga a su
encuentro. Como el pastor que busca la oveja perdida, se dedica a recorrer los
pueblecillos y aldeas de Galilea. Estamos en el momento fresco y primaveral del
Evangelio.
Su mensaje lo resume Marcos en un anuncio Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios
está cerca y una invitación convertíos
y creed en la buena noticia. Pero lo más importante es que vincula ese
anuncio con una invitación a convertirse y a creer en la buena noticia.
Convertirse implica dos cosas: volver a Dios y
mejorar la conducta. La imagen que mejor lo explica es la del hijo pródigo:
abandonó la casa paterna y terminó dilapidando su fortuna; debe volver a su padre
y cambiar de vida.
Jesús invita también a creer en la buena noticia del
reinado de Dios, y se concretará pronto en la curación de enfermos, que
devuelve la salud física, y el perdón de los pecados, que devuelve la paz y la
alegría interior.
Para acogerlo, sugiere Jesús, conversión y creer en
el Evangelio. La conversión no es un requisito moral, sino la comprensión de
que uno ha tomado el camino equivocado, que la felicidad está en otra parte.
Conviértete entonces, gira hacia la luz, como un girasol que vuelve a los
caminos del sol en cada amanecer, porque la luz ya está aquí.
Caminando por el Mar de Galilea, Jesús vio ...
Camina sin prisas y sin ansiedad; camina por la orilla, en ese lugar intermedio
entre la tierra y el agua, que huele a salidas y desembarcos, y llama a cuatro
pescadores para que lo acompañen. Os haré pescadores de hombres, os haré
pescadores de humanidad, buscadores de todo lo más humano, bello, grande,
luminoso que todo hijo de Dios lleva en su corazón. Lo sacarás de las
tinieblas, como un tesoro desenterrado del campo.
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