2021 meditación eucarística:
LA
MANSIÓN ETERNA
Aquí estamos
Señor de nuevo para gozar unos momentos de intimidad contigo. Queremos apreciar
que agradable dedicar este tiempo solo para ti, solo para sentirte muy cerca de
nosotros, pero sobre todo para sentir que tú nos acompañarás siempre. Solo nos
pides que seamos gente con corazón, gente sensata y generosa con los demás.
LA MANSIÓN ETERNA
Un día una señora falleció y llegó al cielo. Allí
junto a las más de 155.000 personas que mueren diariamente, estaba haciendo
cola para saber cuál sería su destino eterno. De pronto apareció San Pedro y les
dijo: "Vengan conmigo y les mostraré en qué barrio está la casa que le
corresponde a cada uno. Ello dependerá de la cantidad de amor que cada cual
haya ofrecido en la tierra a los demás. Aquí, la única cuota inicial que se
recibe para su habitación eterna es la caridad y el servicio gratuito que hayan
realizado en la tierra. San Pedro los fue guiando por barrios de lujo, como
ella jamás pensó que pudiera existir".
Llegaron a un barrio hecho todo de oro, casas de
oro, puertas doradas, paredes y techos de oro, una maravilla, y San Pedro
exclamó: "Aquí están todos los que gastaron su vida en ayudar a los
necesitados, los que su amor hacia los demás les costó en vida". Fueron
entrando todos los generosos, los que partieron el pan con el hambriento, los
que regalaron sus vestidos a los pobres, consolaron a los presos y visitaron
enfermos. La señora quiso entrar, pero un ángel la detuvo al tiempo que decía:
"Perdóneme, pero usted en la tierra no dio ni migajas a los demás, jamás
dio nada que en verdad costara ni en tiempo ni en dinero. Este barrio es
solamente para los de corazón generoso", y no la dejó entrar.
Pasaron luego a otro barrio de la eternidad. Todas
las casas estaban construidas en marfil, todo blancura y elegancia nunca vista.
La señora se apresuró a entrar en tan hermoso barrio, pero un ángel guardián la
tomó del brazo y le dijo: "Me da pena, señora, pero este barrio es
solamente para aquellos que tuvieron un trato limpio y sincero hacia los demás.
Usted era una persona muy corriente en el hablar, dura, criticona y a veces
hasta grosera en su trato. Ella no pudo entrar, le faltaba la cuota inicial:
haber tratado bien a los demás.
Siguieron luego a un tercer barrio. Todo era del más
puro cristal, todo brillante y hermoso, la señora corrió a tomar posesión de
una de aquellas maravillas, pero el ángel portero la detuvo y le dijo muy
serio: En su pasaporte dice que usted no fue transparente, siempre vivió en
doblez, una vida complicada y sucia. Le falta la cuota de haber colaborado de
manera cristalina con el Reino.
Entristecida, la pobre mujer con un numeroso grupo
de egoístas, era llevada, cuesta abajo hacia un barrio verdaderamente feo y
asqueroso. Todas las habitaciones estaban construidas de desechos. El único
material que se había utilizado para la construcción de aquellas casas eran
objetos de basura. Las lechuzas sobrevolaban por ahí, ratones moraban en aquel
lugar. Ella se tapó la nariz porque la fetidez era insoportable y quiso salir
huyendo.
No obstante, el guardián del barrio le dijo muy
seriamente: una de estas casas será su habitación. Venga a tomar posesión de
ella. La mujer gritó angustiada que no, que eso era horrible, que jamás sería
capaz de vivir en semejante montón de basura y el ángel le respondió:
"Señora, esto es lo único que hemos podido construir con la cuota inicial
que usted envió desde la tierra. Las habitaciones de la eternidad las hacemos
con los materiales que las personas mandan desde el mundo. Usted solamente
enviaba cada día egoísmo, malos tratos a los demás, murmuraciones, críticas,
palabras hirientes, odios, tacañería y envidia, ¿Qué más hubiera podido
construirle?
Usted misma nos mandó el material para construirle
su mansión. ¡La mujer empezó a llorar y a decir que ella no quería vivir ahí y
de pronto al hacer un esfuerzo para zafarse de las manos de quien quería
hacerle vivir en semejante casa dio un salto... y se despertó!
Tenía la almohada empapada en lágrimas. Sin embargo,
aquella pesadilla le sirvió de conversión y desde entonces empezó a cambiar su
vida y cuidar el material que enviaba para la construcción de su casa eterna.
¡Jesús
ayúdanos a amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos! Amén
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