sábado, 30 de octubre de 2021


                                  2021 AÑO B 

TIEMPO ORDINARIO XXXI

 Un escriba se acercó. Los escribas gozaban de prestigio intelectual, estaban consagrados a estudiar, interpretar y aplicar la Ley. Su opinión merecía respeto.

La pregunta que dirige a Jesús ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Jesús no es un transgresor ni un evasor de la Ley. Lo revolucionario de la respuesta de Jesús es el modo como une los dos grandes preceptos del amor: amar a Dios y amar al prójimo.

El amor ha de ser exclusivo, total y preferente a Dios, y al mismo tiempo, se traduce en un amor solidario y comprometido con el prójimo. Sin un amor real y concreto hacia el prójimo (imagen de Dios), todo intento de amor a Dios se reduce al plano de las ideas, intenciones y discursos.

Dios ha creado al ser humano a su imagen y semejanza y, por tanto, toda búsqueda de Dios comienza por el rostro y el corazón del prójimo. Cada persona puede revelar a Dios. En este sentido, el prójimo tiene una función mediadora: es la forma concreta de visibilizar el amor a Dios. El prójimo es un punto de encuentro con Dios en la historia. Jesús centraliza el espíritu de la Ley en un único mandamiento con dos aspectos necesariamente complementarios: El amor al prójimo siempre será el criterio de credibilidad del amor a Dios.

Una religiosidad sin solidaridad y una espiritualidad sin caridad son realidades vacías. La experiencia de Dios se traduce en gestos concretos de amor, perdón y cercanía. Sólo así, el Reino se hace presente en la historia y en el corazón humano. El amor es la Ley del Reino.

Lo esencial es el amor. Si amo a Dios, amo lo que es: vida, compasión, perdón, belleza; cada migaja de buen pan, un acto de valentía, un abrazo tranquilizador, una intuición iluminadora, un rincón de armonía. Amaré lo que Él más ama: el hombre del que se enorgullece.

Amar con todo el corazón, mente, alma, fuerza. La única medida del amor es amar sin medida. El amor, como todo en la vida. requiere un verdadero aprendizaje, siempre posible para quien tiene a Jesús como Maestro.

La primera tarea es aprender a escuchar al otro. Tratar de comprender lo que vive. Sin esa escucha sincera de sus sufrimientos, necesidades y aspiraciones no es posible el verdadero amor.

Lo segundo es aprender a dar. No hay amor sin entrega generosa, donación desinteresada, regalo. El amor es todo lo contrario a acaparar, apropiarse del otro, utilizarlo, aprovecharse de él.

Amar exige aprender a perdonar. Aceptar al otro con sus debilidades y su mediocridad. No retirar rápidamente la amistad o el amor. Ofrecer una y otra vez la posibilidad del reencuentro.

Amarás está en futuro, para indicar una historia infinita, porque el amor es el futuro del mundo, porque sin amor no hay futuro.

Gandhi decía “mi prójimo es todo lo que vive conmigo en la tierra", naturaleza, agua, aire, plantas, animales. Ama la tierra, entonces, como a ti mismo, ámala como Dios la ama, vivir es convivir, existir es convivir.

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