2021 AÑO B TIEMPO ORDINARIO XXIX
Los dos hijos de
Zebedeo (los hijos del trueno) se comportan como niños: Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir. Jesús
pregunta: ¿Qué queréis que haga por
vosotros? ¡Queremos los primeros lugares!
Después de tres años yendo
por los caminos, de curación de enfermos, de hombres y mujeres alimentados, de
los anuncios de muerte en la cruz, es como si todavía no hayan entendido nada.
De nuevo Jesús usa una
pedagogía paciente y luminosa. En lugar de enojarse o desanimarse, el Maestro
continúa discutiendo, explicando su sueño de un mundo nuevo.
Los otros diez apóstoles escuchan y se indignan,
se rebelan, les entra los celos, será que entran en competencia para ser los
primeros.
La pretensión de
prevalecer sobre los demás es irrealizable desde el punto de vista de
Jesús; por el contrario, la actitud de
servicio está al alcance de todos y dentro de nuestras posibilidades.
Jesucristo no se ha limitado a darnos una lección magistral,
sino que su enseñanza está corroborada por el testimonio de su propia vida.
A esto nos anima Jesús,
a vivir sirviendo. Cuantos ejemplos de servicio gratuito y desinteresado
hemos experimentado a lo largo de la pandemia causada por el covid-19. Estas
actitudes ponen de manifiesto la validez y la actualidad de la enseñanza y del
ejemplo de Jesucristo.
Jesús dice claramente “Sabéis que los que son reconocidos como
jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así
entre vosotros: Jesús toma las raíces del poder y las pone patas para
arriba: Para Dios, que ve el corazón y las intenciones, el más
grande es el que sirve a los
hermanos desinteresadamente. Para ser el primero
hay que hacerse esclavo de todos
siguiendo el ejemplo de Jesús que siendo el más grande se hizo pequeño. El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar
su vida en rescate por muchos.
Servicio
es el nombre que Jesús da a su gran amor.
Jesús nos dice que no vine a buscar
siervos, sino a ser siervo. Es la más sorprendente, la más revolucionaria de todas las
autodefiniciones de Jesús. Palabras y conceptos que marean: ¡Dios, siervo nuestro!
Las viejas ideas sobre Dios y el
hombre se desmoronan: Dios no es el
amo y señor del universo en cuyo trono uno se arrodilla temblando, sino que es Él quien se arrodilla a los pies de cada
uno de sus hijos, se envuelve en una toalla y nos lava los pies, y venda
las heridas.
Entre los discípulos debe brillar la fraternidad y
no el poder. Si Dios es nuestro
siervo, ¿quién será nuestro amo? La
única forma es estar todos al servicio de todos. Jesús no convoca a hombres
y mujeres a la mediocridad, a ser
seres inacabados o descoloridos, sino plenamente florecidos, reales, nobles, orgullosos, libres. Esta es la
hermosura de Dios que tiene sus manos
enredadas en las nuestras, en medio del meollo de la vida, un padre que
mira, con ternura, todo lo que florece al sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario