2021 OCTUBRE: ADORACION
EUCARISTICA.
EL ANCIANO QUE SEMBRABA DÁTILES
Delante de ti
Jesús eucaristía nos postramos para reconocerte como nuestro Señor y nuestro
guía. En ti descansa nuestro corazón angustiado y apenado por tantas tristezas
acumuladas, tantas angustias y desesperaciones, tantas amarguras. Queremos que
tu presencia se haga sentir en los más profundo del corazón y serenarlo,
tranquilizarlo. Que solamente descanse en ti, pues ere el único que le pude dar
sosiego, calma y tranquilidad.
Nos sentimos
unidos a toda la creación, a todos los seres humanos de hoy, de ayer y del
mañana. Todos formamos una sola realidad creada por ti y sostenida por tu mano
generosa y por tu voluntad firme de conseguir la fraternidad universal. Algún
día todos participaremos de esta realidad de la comunión total y plena contigo
y con las demás criaturas. Así sucedió con esta historia del anciano que
sembraba dátiles, escuchemos: El anciano
que sembraba dátiles.
“En un oasis escondido entre los más lejanos
paisajes del desierto, se encontraba el viejo Elías de rodillas, a un costado
de algunas palmeras datileras.
Su vecino Joaquín, un acaudalado mercader, se detuvo
en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Elías transpirando, mientras parecía
cavar en la arena.
- Que tal anciano? La paz sea contigo.
- Y contigo- contesto Elías, sin dejar su tarea.
- ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala
en las manos?
- Siembro- contesto el anciano.
- ¿Que siembras aquí, Elías?
- Dátiles, respondió Elías mientras señalaba a su alrededor
el palmar.
- ¡Dátiles!, repitió el recién llegado, y cerró los
ojos como quien escucha la mayor estupidez.
- El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo.
Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres,
beberemos...
- Dime, amigo: ¿Cuántos años tienes?
- No sé... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he
olvidado... ¿pero eso que importa?
-Mira amigo, las datileras tardan más de 50 años en
crecer y solamente después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar
frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101
años, pero tú sabes que difícilmente podrás llegar a cosechar algo de lo que
hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira Joaquín, yo comí los dátiles que otro sembró,
otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros
puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor
de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
- Me has dado una gran lección, Elías, déjame que te
pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste, y diciendo
esto, Joaquín le puso en la mano del viejo una bolsa de cuero.
- Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces
pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrar,
parecía cierto y, sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché
una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
- Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la
segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera;
déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.
- Y a veces pasa esto, siguió el anciano y extendió
la mano mirando las dos bolsas de monedas: sembré para no cosechar y antes de
terminar de sembrar ya coseché no solo una, sino dos veces.
- Ya basta, anciano, no sigas hablando. Si sigues
enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte”.
Aquí estamos
Jesús para hacer tu voluntad y para sembrar sin esperar recoger. Sembramos para
que tu reino crezca y nuestras semillas son el amor, la fraternidad, el respeto
y la tolerancia. Amén
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