2022 AÑO C TIEMPO ORDINARIO XXIX
El tema central de este domingo es la oración. En la primera lectura, aparece Moisés que mantiene las manos alzadas hasta la puesta del sol, la importancia de la perseverancia en la oración. En la misma línea, Lucas, en su evangelio, nos instruye sobre la necesidad de orar con insistencia, sin desfallecer.
La parábola del juez inicuo y la viuda
importuna, nos enseña la necesidad de orar con confianza y perseverancia. Jesús Contó una parábola sobre la
necesidad de rezar siempre, sin cansarse
nunca. Muchas veces nos hemos cansado. Tantas veces nuestras oraciones
salen de nuestro corazón, como las palomas del arca del diluvio, y ninguna
volvió para traer una respuesta.
La pregunta que
podemos hacernos es: Dios responde a nuestras
oraciones, ¿sí o no?
Dios siempre responde, pero no a nuestras
peticiones, sino a sus promesas.
Reza siempre... Orar no es lo mismo que
rezar. Los Padres del Desierto decían: “No
te complazcas con el número de salmos que has recitado. Vale más una sola
palabra en la intimidad, que mil estando lejos”.
Porque rezar es como amar. Siempre hay
tiempo para amar; si amas a alguien, siempre lo amas, haga lo que haga. Cuando uno tiene a Dios dentro, no necesita estar pensando en él todo
el tiempo. La mujer embarazada,
aunque sus pensamientos no se dirijan constantemente al niño que vive en ella,
siempre lo ama, y se convierte más y más en madre con cada latido de su
corazón. Ante Dios no cuenta la
cantidad, sino la verdad: mil años son como un día, los centavos de la
viuda más que las ofrendas de los ricos. Porque dentro está todo su dolor y su
esperanza.
Jesús tiene un cariño especial por las mujeres viudas:
representan la categoría bíblica de los indefensos,
las viudas, los huérfanos y los extranjeros, por tanto, eran los defendidos por Dios. Y hoy nos
lleva ante un verdadero aprendizaje, una escuela de oración; una mujer viuda, frágil pero indomable, que
ha sufrido la injusticia, pero no cede
ante ella. Nunca se cansa de pedir
justicia. Palabra de lucha, de guerra: sin
rendirse.
Muchas veces claro que nos cansamos, que rezar nos cansa, que Dios nos cansa: su silencio nos cansa. Pero no debemos rendirnos, no bajemos la guardia. A pesar del retraso: nuestra tarea no es
asombrarnos del retraso del sol, sino esperar activamente, forzando, pidiendo,
insistiendo.
Una mujer que no
calla nos revela que la oración es un
"no" gritado al conformismo, al “así son las cosas”.
La oración para
el cristiano no es cualquier cosa ni
algo opcional. Al contrario, es una práctica esperada en todo quien se
confiesa discípulo de Cristo. En la oración
el cristiano no solo expresa su vínculo más profundo con Cristo y experimenta a
Dios como Padre misericordioso, sino que también se abre a la esperanza de que
sus clamores al cielo pueden ser escuchados y satisfechos.
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