miércoles, 12 de octubre de 2022

2022 OCTUBRE MEDITACIÓN EUCARÍSTICA: PLANTAR ARBOLES

 Hermanos delante de Jesús en el santísimo sacramento del altar nos estremecemos y nos sentimos infinitamente pequeños y humildes. Nuestra pequeñez no impide que sintamos que el Señor nos creó a imagen suya y nos hizo ser hijos en su Hijo amado Jesús. Pequeñez no es signo de flaqueza o debilidad, todo lo contrario. Somos lo que somos gracias a las manos de Dios. Él no ha regalado los talentos y los dones de una forma gratuita y sin merecer nada de nuestra parte. Lo único que nos pide es que seamos fuertes e invencibles a su lado. Que nuestras fuerzas no flaqueen ante las dificultades del vivir cuotidiano. Él está aquí para ayudarnos y sostenernos con su mano amiga. Reforcemos nuestros lazos de amistad con él y que nunca nos desanimemos, que seamos dignos hijos suyos llenos de coraje y valentía. Sobre todo, para defender la verdad, la justicia y ayudar a los hermanos más desfavorecidos y desvalidos.

Escuchemos esta bonita historia

PLANTAR ARBOLES: Durante un tiempo fui vecino de un médico cuyo pasatiempo era plantar árboles en el enorme patio de su casa. Desde mi ventana veía como día a día los plantaba. Lo que más me llamaba la atención era que no regaba los arbolitos. Tanta era mi curiosidad que fui a preguntarle.

Me dijo que, si regaba sus arbolitos, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando el agua que él diariamente les daba.

Al no regarlos, éstos tardarían más en crecer, pero sus raíces se verían obligadas a profundizar en la tierra en busca del agua y de los nutrientes que se encuentran en las capas más profundas del suelo. Así, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes. 

Al cabo de un tiempo fui a vivir a otro país, cuando después de varios años regresé a mi antigua casa, noté que mi vecino había cumplido su sueño, tenía un hermoso bosque. 

De pronto llegó el rigor del invierno y en un día muy ventoso, cuando todos los árboles de la calle estaban arqueados por el viento, pude notar la solidez de los árboles de mi vecino, que casi ni se movían.

Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, al ser privados de agua, les había beneficiado mucho más, que el confort o un trato mucho más delicado.

 

Todos los días observamos y vemos cómo la vida va creciendo a nuestro alrededor, y como nuestros comportamientos y actitudes influyen para bien o para mal en este desarrollo de la VIDA.

Señor Jesús danos tu siempre esa fortaleza, ese crecer hacia lo profundo de nuestro ser, para enraizarnos fuertemente en ti y que tu solo seas la roca donde construimos nuestra vida.

Siempre pedimos que las cosas sean fáciles, pero en verdad lo que necesitamos es pedir que en nuestro interior se formen raíces fuertes y profundas; de tal modo, que cuando las tempestades lleguen, sin previo aviso y los vientos helados soplen, seamos capaces de resistir en lugar de ser derrotados y destruidos como lo son los árboles sin raíces profundas.

Ayúdanos Señor a ser personas con convicciones profundas en el bien, en el amor y en la paz. Que nunca dejemos de luchar y de esforzarnos. Que no busquemos realizar siempre lo fácil sino buscar lo que es correcto en cada circunstancia y ocasión.

Señor de la vida danos el coraje de la lucha sin desfallecer nunca y que combatamos bien nuestro combate y junto a ti salgamos vencedores en la construcción de un mundo mejor para todos, un mundo más justo, más humano y más hermano. Amén

 

 

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