2022 OCTUBRE MEDITACIÓN
EUCARÍSTICA: PLANTAR ARBOLES
Hermanos delante de Jesús en el santísimo sacramento del altar nos estremecemos y nos sentimos infinitamente pequeños y humildes. Nuestra pequeñez no impide que sintamos que el Señor nos creó a imagen suya y nos hizo ser hijos en su Hijo amado Jesús. Pequeñez no es signo de flaqueza o debilidad, todo lo contrario. Somos lo que somos gracias a las manos de Dios. Él no ha regalado los talentos y los dones de una forma gratuita y sin merecer nada de nuestra parte. Lo único que nos pide es que seamos fuertes e invencibles a su lado. Que nuestras fuerzas no flaqueen ante las dificultades del vivir cuotidiano. Él está aquí para ayudarnos y sostenernos con su mano amiga. Reforcemos nuestros lazos de amistad con él y que nunca nos desanimemos, que seamos dignos hijos suyos llenos de coraje y valentía. Sobre todo, para defender la verdad, la justicia y ayudar a los hermanos más desfavorecidos y desvalidos.
Escuchemos
esta bonita historia
PLANTAR ARBOLES: Durante un tiempo fui vecino de un médico cuyo
pasatiempo era plantar árboles en el enorme patio de su casa. Desde mi ventana
veía como día a día los plantaba. Lo que más me llamaba la atención era que no regaba
los arbolitos. Tanta era mi curiosidad que fui a preguntarle.
Me dijo que, si regaba sus arbolitos, las raíces se
acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando el agua que él
diariamente les daba.
Al no regarlos, éstos tardarían más en crecer, pero
sus raíces se verían obligadas a profundizar en la tierra en busca del agua y
de los nutrientes que se encuentran en las capas más profundas del suelo. Así,
los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes.
Al cabo de un tiempo fui a vivir a otro país, cuando
después de varios años regresé a mi antigua casa, noté que mi vecino había
cumplido su sueño, tenía un hermoso bosque.
De pronto llegó el rigor del invierno y en un día
muy ventoso, cuando todos los árboles de la calle estaban arqueados por el
viento, pude notar la solidez de los árboles de mi vecino, que casi ni se
movían.
Las adversidades por las cuales aquellos árboles
habían pasado, al ser privados de agua, les había beneficiado mucho más, que el
confort o un trato mucho más delicado.
Todos los días
observamos y vemos cómo la vida va creciendo a nuestro alrededor, y como
nuestros comportamientos y actitudes influyen para bien o para mal en este
desarrollo de la VIDA.
Señor Jesús
danos tu siempre esa fortaleza, ese crecer hacia lo profundo de nuestro ser,
para enraizarnos fuertemente en ti y que tu solo seas la roca donde construimos
nuestra vida.
Siempre
pedimos que las cosas sean fáciles, pero en verdad lo que necesitamos es pedir
que en nuestro interior se formen raíces fuertes y profundas; de tal modo, que
cuando las tempestades lleguen, sin previo aviso y los vientos helados soplen,
seamos capaces de resistir en lugar de ser derrotados y destruidos como lo son
los árboles sin raíces profundas.
Ayúdanos Señor
a ser personas con convicciones profundas en el bien, en el amor y en la paz.
Que nunca dejemos de luchar y de esforzarnos. Que no busquemos realizar siempre
lo fácil sino buscar lo que es correcto en cada circunstancia y ocasión.
Señor de la
vida danos el coraje de la lucha sin desfallecer nunca y que combatamos bien nuestro
combate y junto a ti salgamos vencedores en la construcción de un mundo mejor
para todos, un mundo más justo, más humano y más hermano. Amén
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