miércoles, 26 de octubre de 2022

2022 OCTUBRE MEDITACIÓN EUCARISTICA: 

El Cojo y el Ciego

 En la meditación de esta tarde delante de ti Jesús sacramentado queremos aprender a vivir como hermanos los unos con los otros. Sentimos la necesidad de unirnos entre nosotros, pero somos conscientes que estaremos en comunión, si estamos unidos a ti que eres nuestra fuerza y nuestra energía. Tú eres el motivo que nos une y nos hermana, que nos hiciste comprender que Dios es Padre de todos, no solo de los buenos sino también de cada uno de nosotros con nuestras cosas buenas y las que no son tan buenas y contando con nuestras diferencias.

Escuchemos esta historia que nos hace recapacitar sobre nuestra unión necesaria.

El cojo y el ciego: En lo más profundo del bosque habitaban dos hombres muy pobres, que debido a sus discapacidades habían huido de la ciudad para vivir como ermitaños. Uno era ciego y el otro era cojo. Los dos se habían encontrado en aquel paraje deshabitado e inmediatamente habían sentido aversión el uno hacia el otro.

Se construyeron dos chozas como pudieron y se quedaron a vivir en ellas. Allí pasaban la noche, pero durante el día volvían a la ciudad, a ver si podían conseguir algo de comida, dinero o hasta chatarra para mejorar sus humildes casas.

Lo malo de estos dos señores es que se caían tan mal que siempre competían el uno con el otro. Peleaban por ver quien había recibido más monedas en las calles, quien encontraba las mejores sobras de comida u objetos abandonados en la basura. Y las personas los veían con lástima porque aparte de tener limitaciones físicas, no sabían ser amigos.

Así iba pasando el tiempo y el odio entre ambos crecía cada vez más. Una noche, hubo un gran incendio forestal que se extendió hasta el prado en donde los dos vivían. Sus casas comenzaron a incendiarse y el fuego amenazó con cercar aquella pradera.

El hombre ciego podía correr para salvar su vida, pero no sabía hacia donde ir para alejarse de las llamas. El hombre cojo veía claramente el camino, pero con su pierna inválida era incapaz de irse lejos.

Estaban los dos bastante nerviosos, bastante asustados y no sabían que hacer. De repente a los dos les surgió la misma idea, si uno podía correr y el otro podía ver, si uno se subía encima del otro y los dos actuaban como si sólo fuesen una persona, como si de un mismo hombre se tratara, uno encima del otro, uno podía ver y el otro podía correr, con lo cual podían salvar sus vidas. En ese instante, ambos se dieron cuenta de que al otro le faltaba lo que cada uno tenía.

- Te propongo algo, le dijo el hombre ciego al hombre cojo, yo te puedo llevar en mi espalda para escapar de aquí, pero a cambio tú me tienes que ir diciendo por donde correr. No se lo pensaron dos veces y uno se subió encima del otro, y gracias a que uno veía y a que otro podía correr, se pusieron a salvo. Así, fueron capaces de alejarse del incendio hasta llegar a un sitio seguro.

- Siento haber sido tan malo contigo, le dijo el cojo, ¿quién diría que tú me salvarías llevándome a donde mis piernas no podían?

- No lo habría logrado sin tu ayuda, pues tú te convertiste en mis ojos, le dijo el ciego, creo que nos va mejor cuando nos unimos en paz en vez de estar discutiendo por todo. El cojo se mostró de acuerdo. A partir de ese momento, ambos se convirtieron en los mejores amigos. Cuando el incendio fue apagado, buscaron un nuevo lugar donde vivir juntos y comenzaron a compartir todas sus cosas. Entonces les fue mucho mejor en la vida.

Señor Jesús enséñanos a no pelear entre nosotros, aunque seamos diferentes. Las diferencias compartidas nos enriquecen y nos salvan la vida. La amistad es un tesoro mucho más beneficioso que demostrar que puedes ser mejor que los demás. Por otra parte, nunca olvidemos que no es bueno despreciar a quienes nos parecen distintos. Nunca sabemos cuándo podríamos necesitar de su ayuda.

En nuestro día a día ayúdanos Señor a estrechar amistades en lugar de hacer notar nuestras diferencias para distanciarnos y pelearnos. Los conflictos traen consecuencias graves, a diferencia de la tolerancia, la empatía y el respeto que nos permiten construir un mundo mejor y en armonía. Amén

 

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