2022 OCTUBRE MEDITACIÓN EUCARISTICA:
El Cojo y el Ciego
En la meditación de esta tarde delante de ti Jesús sacramentado queremos aprender a vivir como hermanos los unos con los otros. Sentimos la necesidad de unirnos entre nosotros, pero somos conscientes que estaremos en comunión, si estamos unidos a ti que eres nuestra fuerza y nuestra energía. Tú eres el motivo que nos une y nos hermana, que nos hiciste comprender que Dios es Padre de todos, no solo de los buenos sino también de cada uno de nosotros con nuestras cosas buenas y las que no son tan buenas y contando con nuestras diferencias.
Escuchemos esta historia que nos
hace recapacitar sobre nuestra unión necesaria.
El
cojo y el ciego: En
lo más profundo del bosque habitaban dos hombres muy pobres, que debido a sus
discapacidades habían huido de la ciudad para vivir como ermitaños. Uno era
ciego y el otro era cojo. Los dos se habían encontrado en aquel paraje
deshabitado e inmediatamente habían sentido aversión el uno hacia el otro.
Se
construyeron dos chozas como pudieron y se quedaron a vivir en ellas. Allí
pasaban la noche, pero durante el día volvían a la ciudad, a ver si podían
conseguir algo de comida, dinero o hasta chatarra para mejorar sus humildes
casas.
Lo
malo de estos dos señores es que se caían tan mal que siempre competían el uno
con el otro. Peleaban por ver quien había recibido más monedas en las calles,
quien encontraba las mejores sobras de comida u objetos abandonados en la
basura. Y las personas los veían con lástima porque aparte de tener
limitaciones físicas, no sabían ser amigos.
Así
iba pasando el tiempo y el odio entre ambos crecía cada vez más. Una noche,
hubo un gran incendio forestal que se extendió hasta el prado en donde los dos
vivían. Sus casas comenzaron a incendiarse y el fuego amenazó con cercar
aquella pradera.
El
hombre ciego podía correr para salvar su vida, pero no sabía hacia donde ir
para alejarse de las llamas. El hombre cojo veía claramente el camino, pero con
su pierna inválida era incapaz de irse lejos.
Estaban
los dos bastante nerviosos, bastante asustados y no sabían que hacer. De
repente a los dos les surgió la misma idea, si uno podía correr y el otro podía
ver, si uno se subía encima del otro y los dos actuaban como si sólo fuesen una
persona, como si de un mismo hombre se tratara, uno encima del otro, uno podía
ver y el otro podía correr, con lo cual podían salvar sus vidas. En ese
instante, ambos se dieron cuenta de que al otro le faltaba lo que cada uno
tenía.
-
Te propongo algo, le dijo el hombre ciego al hombre cojo, yo te puedo llevar en
mi espalda para escapar de aquí, pero a cambio tú me tienes que ir diciendo por
donde correr. No se lo pensaron dos veces y uno se subió encima del otro, y
gracias a que uno veía y a que otro podía correr, se pusieron a salvo. Así,
fueron capaces de alejarse del incendio hasta llegar a un sitio seguro.
-
Siento haber sido tan malo contigo, le dijo el cojo, ¿quién diría que tú me
salvarías llevándome a donde mis piernas no podían?
-
No lo habría logrado sin tu ayuda, pues tú te convertiste en mis ojos, le dijo
el ciego, creo que nos va mejor cuando nos unimos en paz en vez de estar
discutiendo por todo. El cojo se mostró de acuerdo. A partir de ese momento,
ambos se convirtieron en los mejores amigos. Cuando el incendio fue apagado,
buscaron un nuevo lugar donde vivir juntos y comenzaron a compartir todas sus
cosas. Entonces les fue mucho mejor en la vida.
Señor Jesús enséñanos a no pelear
entre nosotros, aunque seamos diferentes. Las diferencias compartidas nos
enriquecen y nos salvan la vida. La amistad es un tesoro mucho más beneficioso
que demostrar que puedes ser mejor que los demás. Por otra parte, nunca olvidemos
que no es bueno despreciar a quienes nos parecen distintos. Nunca sabemos cuándo
podríamos necesitar
de su ayuda.
En
nuestro día a día ayúdanos Señor a estrechar amistades en
lugar de hacer notar nuestras diferencias para distanciarnos y pelearnos. Los conflictos
traen consecuencias graves, a diferencia de la tolerancia,
la empatía y el respeto que nos permiten construir un
mundo mejor y en armonía. Amén
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