COMO TOMÁS
Creo, si veo tu rostro,
Confieso tu nombre, si
te veo primero,
Me arrodillo, si me
demuestras que existes.
Creo, si toco tu cuerpo,
Confieso tu presencia,
si me pones fácil el descubrirte.
Me arrodillo, si me
dejas ver los agujeros que los clavos dejaron.
Creo, si me abres tus
manos taladradas.
Confieso tu
resurrección, si me dejas buscar tu costado traspasado,
Me arrodillo, si no me
pides demasiado a cambio.
Señor;
¡Qué difícil resulta
creer sin ver!
Seguirte y proponer a otros
que te sigan,
Conocerte e indicar a
los hombres ese mismo camino,
Acogerte y, anunciar
con alegría, que Tú vives en mí,
Ayúdame, Señor:
A no cerrar las puertas
por miedo a nadie.
A no cerrar las puertas
por temor a nada.
A no cerrar las puertas
para que me descubran en amistad contigo.
A no cerrar las puertas
para no dar la cara por Ti.
¡Qué difícil, Señor!
Llevar la paz, que sólo
Tú conoces, a un mundo violento.
Llenar de alegría, una
realidad tan mediatizada por la tristeza.
Sentirnos enviados,
ante tanta incomprensión y rechazo.
¡Te he visto, Señor!
¡Con eso me basta para
seguir adelante!
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