Tú eres pascua, aunque tus proyectos fracasen, si
mantienes la confianza en hombres y mujeres y dejas a Dios ser Padre y Madre.
Eres pascua, aunque tu vida parezca estéril, si te
sientes habitado por su presencia amiga que misteriosamente te acompaña y
salva.
Eres pascua, aunque en nada destaques, si bebes en
sus manantiales y te conformas con ser simplemente cauce.
Eres pascua, aunque andes errante, si compartes lo
que eres y tienes y despiertas alegrías en otros caminantes.
Eres pascua, aunque seas débil y torpe, si escuchas
su palabra serena y abierta –"Soy yo, no temas"– y dejas que
florezca.
Eres pascua, aunque pidas pruebas para creer, si
besas las llagas que otros tienen y esperas entre hermanos su presencia.
Eres pascua, aunque tus manos estén vacías, si te
abres al otro, el que sea, y le dejas que ponga tu corazón en ascuas.
Eres pascua, aunque no lo creas, aunque te rompas en
mil pedazos, aunque mueras en primavera..., porque Él pasa y te libera.
Eres pascua, aunque tengas las puertas y ventanas
cerradas, porque Él te ama y se hace presente para abrirte a la vida y
alegrarte. Amén
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